Algunos apuntes de una reciente investigación sobre el tema
La primera emisora de televisión en Cuba fue inaugurada en 1953, tres años más tarde la cadena CMQ puso a disposición del público imágenes al aire. Más cercano en el tiempo, durante el triunfo de la Revolución, en enero de 1959, la televisión fue testigo de episodios representativos del cambio, diseñando una producción alejada de intereses publicitarios y capitalistas.
Un nuevo contexto de transformaciones sociales determinó el cambio en las emisiones televisivas, pues se reflejaron las problemáticas que enfrentaba el gobierno revolucionario junto al pueblo.
Además de perfilar sus políticas editoriales, acordes con las necesidades del país, el medio televisivo comenzó a desarrollar productos con una estética más transgresora, vanguardista en algunos casos, portadora de los discursos sociales de las diferentes épocas de transición socialista.
En tal sentido, afirma la investigadora Nelia Casado Castro: “la Ttlevisión se ha convertido en una manifestación artística capaz de ejercer extraordinaria influencia sobre el gusto estético del individuo. Además, el hecho de poner al alcance de quienes trabajan en ella un caudal inmenso de recurso y posibilidades, la erigen en producto potencial de mensajes artísticos notoriamente eficaces”.
Desde su surgimiento, la televisión cubana ha afrontado el enorme desafío de satisfacer los diversos gustos, entre ellos, hacer reír. Múltiples estudios confirman que este ha sido siempre el medio de comunicación preferido para consumir humor.
Entre los géneros más frecuentes en la parrilla de programación figuran, históricamente, la comedia situacional y el telechiste, asimismo, los programas que mejor han satisfecho las expectativas de los televidentes han sido aquellos que ponen a las personas frente a su realidad, pantalla mediante.
Las emisiones televisivas son evaluadas a partir de sus resultados en pantalla. El caso de los espacios de comicidad también responde a esta condicionante, hacer reír es la dirección número uno.
Así, podemos señalar como aspecto de gran importancia que los programas cómicos, a partir de la articulación de los diferentes lenguajes propios del medio televisivo, motivan una receptividad especial por parte del público.
Estos espacios, producto del desconocimiento acerca de la teoría de lo cómico, que afecta a nuestros creadores, son erróneamente nombrados programas humorísticos.
Pueden constituirse, por las razones ya mencionadas, paradigmas de una producción de sentido de alta elaboración artística, que mediante su modo específico de reflejar y cuestionar la realidad se inserte en la línea de progreso social.
El humor en la televisión es el resultado de la intersección de un sistema y un proceso, en el cual actúa, de manera organizada, determinada por reglas constitutivas. Mientras, la comicidad es el efecto logrado mediante el seguimiento de dichas reglas, dotadas de un sentido específico, con un fin predeterminado. Debe aclararse que humor y comicidad no significan lo mismo.
“Catalogar al humor como un subgénero (de manera peyorativa) es situarlo como un componente que solo sirve para la diversión, es subestimar el valor y las posibilidades de es genero. Aunque en última instancia, si lo único que lograra el humor fuera hacer más placentera la existencia al ser humano, es razón suficiente para que tenga un lugar privilegiado en la sociedad”, subraya el asesor Carlos Fundora.
Existen estudios realizados por el Centro de Investigaciones Sociales (CIS) durante 2012-2014, que han examinado la construcción de la comicidad televisiva y la situación actual de esta en la Televisión Cubana.
Por ejemplo, las investigaciones cualitativas históricas hacen alusión a las principales temáticas abordadas por los programas cómicos antes de 1959, asociadas en su mayoría a la crítica de figuras políticas, y a los distintos partidos políticos que representaban. Además, hacían referencia a las razas como tema de situaciones cómicas y explotaban los defectos humanos.
Después de 1959 y hasta la actualidad, las temáticas más tratadas son las referentes a objetos de análisis, dígase comportamientos cotidianos de individuos, errores de distintas instituciones, el sistema social imperante, también el poder adquisitivo y las mediaciones interpersonales.
En el período de 1983 a 1988 resulta notoria la producción de espacios humorísticos, con sus altas y bajas, desde luego. Convivían en la pequeña pantalla 11 programas. Sin embargo, la cifra ha ido reduciéndose ostensiblemente.
Entre 2013 y 2014 hay que resaltar la escasa producción de los programas de comicidad, lo cual pone en evidencia que la calidad de estos programas no ha sido estable.
Teniendo en cuenta lo anterior debe atenderse de manera urgente el género en cuanto a perfeccionar los programas que están al aire; así como crear proyectos novedosos del agrado de los televidentes.