Casi siempre que realiza un comentario en  el Noticiero Nacional de la Televisión, el periodista Alienn Fernández  Cabrera despierta acotaciones de aprobación entre los televidentes. En mi opinión  su éxito radica en que ha descubierto el tempo justo, aquel que como en una buena composición musical, utiliza la velocidad y cadencia con la que debe ejecutarse.

Enfrentado a un micrófono desde niño, el comentarista sabe cómo usarlo y mirar a la cámara, hecho que no todo el mundo logra con la naturalidad y efectividad necesarias:

-¿Cuándo te acercaste por primera vez  a un micrófono? ¿De que te sirvió esa experiencia?

-Mi acercamiento a un micrófono de televisión se produce con 13 o 14 años, cuando comienzo a conducir el segmento de deportes del noticiero pioneril de la tv cubana Ponte al Día. Digo micrófono de tv con toda intención, porque mi primer acercamiento a un micrófono real, es decir, no el micrófono improvisado que cuando niño  hacia con un pedazo de palo para improvisar un discurso o una animación, fue para narrar un rodeo infantil en el Parque Lenin. Experiencia que luego se extendió un poco más y llegué a ir a ferias agropecuarias y todo a narrar rodeos…Pero volviendo a Ponte al Día, yo creo que ese tiempo fue como el descubrimiento de un mundo nuevo o de un juego que me hacia feliz y que quería seguir jugando. De hecho luego del noticiero infantil salté para al noticiero juvenil al entrar al preuniversitario, era como la excepción porque los que hacían ese noticiero eran ya estudiantes de periodismo. Aprendí mucho de esa etapa. Éramos un grupo de jóvenes para los que publicar un minuto en el noticiero de las 8 parecía algo extraordinario y así crecimos, con el respeto que merecían los mayores y conociendo que había que llegar paso a paso, porque así no enseñó Irma Cáceres, que  fue y es la gran pedagoga de esa tropa del infantil y el juvenil,  formadora de mucho de nosotros. Aprendimos con ella que al trabajo de un minuto no se le dice trabajito, porque el tiempo no hace la diferencia en la calidad del reportaje o la información, aprendimos que siempre hay que contar la historia de alguien y sobre todo, que nosotros no somos importantes por salir en tv, solo somos el puente para mostrar a los protagonistas.  

Ese juego se extendió hasta hoy porque nunca más desde la infancia dejé de estar atrapado por esa necesidad fascinante de comunicar y de modo ininterrumpido he seguido en la tv. Yo creo que sigo jugando, quizás porque el periodismo necesita también del desenfado de quienes lo ejercen o quizás porque  el juego que comenzó aquel niño de 13 o 14 años fue asumido, desde entonces, como un juego muy serio.

-¿Estudiabas y trabajabas sin haber pasado por la Universidad? ¿Qué recuerdos guardas?

-Efectivamente, durante todo el técnico medio (soy graduado de técnico medio en cultura física) seguí trabajando en el noticiero juvenil en la sección de deportes y eventualmente como conductor principal  y cuando termino  la enseñanza media comienzo a colaborar en el Canal Habana, desde su fundación como canal. Allí reportaba para el sistema informativo sobre acontecimientos de la capital y creo que allí se produce el descubrimiento de que evidentemente lo mío era la calle, el quehacer reporteril. Estando en el canal matriculo licenciatura en Comunicación social por la municipalización, tras dejar la carrera de Cultura Física que obviamente no era mi camino…

-¿Por que estuviste en las FAR cuatro años? ¿Aportes?

-Ingreso en las Fuerzas Armadas para cumplir el servicio militar. Tras la preparación básica me ubican en la Dirección Política y entre otras cosas mis funciones era reportar sobre temas de la defensa para el Sistema Informativo. Al poco tiempo me preguntan si quiero ingresar en el Grupo Fílmico y Fotográfico del MINFAR, donde debía firmar un contrato como suboficial, acepté y la experiencia se extendió por casi 5 años. Allí todo fue aprendizaje, la disciplina, el rigor de los horarios, la discreción. Pero también aprendí a filmar, a editar, hasta a Switchear durante las grabaciones de reuniones y eventos. Una de las grandes cosas que me ocurrió allí fue reportar recorridos por el país y actividades presididas por el general de ejército Raúl Castro. De esto no he dicho nunca públicamente, pero recuerdo particularmente haber hablado con él por teléfono para comentarle sobre una nota que debía salir en el noticiero, o responder a preguntas como: ¿Te da tiempo publicar esto para las 8? Una de las grandes cosas que agradezco de esa etapa es haber podido conocer de cerca a Raúl, un cubano extraordinario, que evita los intermediarios y que conversó siempre conmigo sin las barreras que a otros les suponen la jerarquía.

- Al graduarte a inicios del 2011 ¿empezaste en el Sistema Informativo?

-En el 2011 comienzo a trabajar en el departamento de reporteros del Sistema Informativo, aunque por todo lo anterior nunca dejé de estar en la pantalla del sistema informativo, desde Canal Habana primero y el MINFAR después.

-¿Qué representó tu misión en Venezuela?

-Al año de estar en el Sistema Informativo, me designan como corresponsal de la TV en Venezuela. Fue una gran experiencia. Llegué allí un mes después de la elección de Maduro, tras la muerte de Chávez. Reportábamos el trabajo de los colaboradores y la situación política que se agravó mucho, fueron los tiempos de la mayor incitación a la violencia (febrero 2014) por parte de la oposición y cuando se produjo la mayor cantidad de muertos (más 40 fallecidos) como resultado de la las llamadas guarimbas. Todo eso lo pusimos en la pantalla de la TVC. Era mi primera salida al exterior y fue un momento de crecimiento personal y profesional.

-¿ Y Telesur que te dejó?

-Tras regresar de Venezuela comienzo a trabajar como corresponsal de Telesur en Cuba. Fue una escuela periodística y sobre todo para quien ama el trabajo reporteril. La cantidad de vivos que se hacen son extraordinarios, en una gran cobertura puedes comenzar con un primer reporte en vivo a las 7 de la mañana para Agenda Abierta y terminar a las 7 de la noche con el ultimo vivo para Edición Central. Aprendí mucho sobre la necesidad de diversificar las piezas informativas para cada noticiero, dar la voz a los menos visibilizados, contrastar las fuentes y sobre todo del lenguaje simple, directo, informativo y sin emitir juicio. Aunque sabemos que desde el  mismo momento que uno ordena el contenido ya esta jerarquizando,  marcando una postura editorial, pero allí aprendí a hacer eso  desde la técnica periodística, sin lenguajes estridentes ni absolutos, siempre desde la condición de simple reporteros.    

-¿Qué tiempo te lleva preparar un comentario? ¿Cuál es la repercusión?

-Durante la semana uno va monitoreando la agenda informativa internacional de la semana y va creando su propio criterio sobre la base del sucesor y sobre las investigaciones de los expertos. Casi nunca lo logro escribir de un plumazo, quizás un par de párrafos ahora y otra más tarde, pero eso es resultado también de ser hiperquinético y no lograr estar mucho tiempo haciendo lo mismo. Cuando alguien como Esteban Morales dice que le había parecido bien un comentario no te puedo negar que me hizo feliz. Sobre todo porque yo no me considero un analista internacional, mucho menos un experto. Soy un simple periodista que utiliza las herramientas de la profesión para poner en contexto, en perspectiva un determinado suceso y tratar de explicarlo de modo que lo entienda la mayoría. Siento un profundo respeto por los que sí son expertos en temas internacionales, hombres y mujeres que desde el rigor científico han dedicado años a investigar sobre un país o una región del mundo. Los periodistas de fila no somos expertos y saberlo que no lo somos, nos hace mejores en el ejercicio del criterio, parece una contradicción pero no lo es. 

-¿Cómo consigues ese tono pausado que te hace creíble? ¿Lo practicas?

-Hacerme de un tono para el comentario ha sido de lo más difícil, estoy adaptado a reportar, eso tiene otro ritmo, otra dinámica, además de cierta taquilalia que he aprendido a controlar. En cuanto al tono en el sentido de la manera de expresar, creo que estamos muy necesitados de argumentos, de exponer ideas, conceptos y no consignas innecesarias y en ese tono trato de hacer los comentarios. Cuba es un país de gente culta, informada, no necesitamos un lenguaje periodístico que continuamente emita conclusiones a las que la gente por si solas puede llega si le sabemos dar los elementos de juicio más inteligentes. Por otra parte, como no creo que exista una verdad absoluta, sobre nada, me es imposible hablar ante la cámara como si existiera. Solo doy un pequeño aporte desde mi trabajo a una verdad que se construye necesariamente entre todos y en eso el periodismo, en el tono adecuado a los tiempos, puede ser muy útil. Creo profundamente en la idea martiana de que “el  periodismo no es aprobación bondadosa o ira insultante”

-¿Hablas Chino? ¿Cómo te arreglas para ser corresponsal de la agencia de noticias XINHUA?

-No, no hablo chino. Pero mi trabajo es para el servicio de español. Llevo un año en la agencia y mi trabajo fundamental es la realización de noticias de video, manejo la cámara, edito escribo despachos de texto en español, esto último ha sido un gran rato porque siempre he escrito para la Tv y me he tenido que adaptar a una forma distinta de redactar.

-¿Qué deseas hacer en el futuro?

Quiero seguir haciendo periodismo, por ejemplo me gustaría producir un gran noticiero con piezas de investigación. Algo “loco” que tenga como centro reporteros en la calle, analistas y mucho vivo, sin un formato tradicional y encartonado.

 

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