Hacía mucho tiempo que no hablaba con Maité Vera. Lo hacíamos con frecuencia, com partimos muchos momentos dramáticos y cómicos. ¿Cómo no iba a ser así si en más de una vez me “metí” con sus guiones, pero la hacedora de sueños para la TV, podía discutir pero nunca estigmatizar a un critico.
Me entere de su muerte por el noticiero de televisión el martes por la noche y le propongo lector o lectora, repasar esta entrevista que le hice hace unos años y forma parte de mi libro Protagonistas de amores contrariados.
De la mezcla a la tecla:
Maité Vera es toda una figura en la televisión cubana. A su pluma pertenecen algunas de las piezas más populares de las trasmitidas por la pequeña pantalla. En uno de los tantos intercambios que hemos sostenido me dijo “Sobre el contenido interno de lo que escribo, he llegado a descubrir a través de los años, que hay tres condicionales que me salen conciente o inconcientemente; la primera: que creo en nuestra Revolución como impulsora de las mejoras de nuestra sociedad, la segunda: que soy antirracista por convencimiento, y la tercera que soy incondicional de la lucha por la equidad de géneros, donde todavía a la mujer le queda mucho por hacer”. Y con esos objetivos ha desandado un camino de creación en la TV, pero no ha sido ese su único trabajo. Aunque en puridad nunca ha dejado de construir.
-Estudiaste construcciones civiles en Artes y Oficios y pintura en la Escuela de San Alejandro ¿no te motivaste para trabajar en una de estas áreas?
Con el titulo de Artes y oficios, me reconocieron como Dibujante profesional, y trabajé en Obras Públicas en un proyecto de una presa para purificar aguas, que sólo era una tapadera de los políticos para cogerse el dinero, trabajé seis meses, y sólo me pagaron al final. Entonces mi padre, tenía la reconstrucción de un restaurante, que era un lugar muy caro y fui como ayudante de albañil con él, y a la vez restauraba las pinturas. La gente en esa época se asombraba de ver a una mujer repellando una pared. Allí me pasó una anécdota que ahora me da risa, pero pasé tremendo susto. Yo estaba restaurando un reservado grande para reuniones cuando sube un ricachón a ver a la “albañila” ¡figúrate! yo tenía 21 años, y el tipo, después de hacerme un montón de preguntas, se me acerca libidinoso, y me ofrece todo el dinero que yo quisiera, para que me fuera con él. Yo aterrada, pero indignada a la vez, solo atiné a decirle que si a mi me interesara el dinero, no estaría trabajando de albañil y cogiendo una mandarria que había cerquita lo amenacé, el hombre abrió los ojos y solo me dijo “Esto es increíble”. Después que me casé y tuve mi niño, comencé a trabajar ilustrando libros para la Cultural. SA. que pagaba una miseria. Cuando triunfa la Revolución me llaman para el renovado Instituto de Geodesia y Cartografía donde trabajé siete años. Así que ya ves que trabajé bastante tiempo en las carreras que estudié.
- ¿Cómo llegas al Seminario de Dramaturgia del Consejo Nacional de Cultura, dirigido por Osvaldo Dragún?
Como te expliqué al triunfo de la Revolución me llaman para el Instituto de Geodesia y Cartografía, que de una pequeña y olvidada oficina, se convirtió en una gran institución que pasó al mando del Ministerio de las Fuerzas Armadas, así que fui personal civil de las FAR durante todo ese tiempo. Igual que a la mayoría del pueblo, el triunfo de la Revolución me devolvió la fe en la vida y las ganas de hacer. Tenía entonces 28 años, un matrimonio que acabó por desbaratarse y un hijo. Con todo y eso, yo no paraba, el momento que vivía me fascinaba, siempre había envidiado a mi abuela, porque había conocido a Maceo y había podido coser banderas cubanas y ser testigo de situaciones históricas grandiosas. Quería hacer cosas, pintaba murales en las paredes de mi trabajo, y me fui a las clases que aquel entonces daban en la biblioteca nacional, sin ningún requisito, jóvenes y magníficos profesores universitarios, Historia, con Moreno Fraginals, literatura con Roberto Fernández Retamar, Dramaturgia con Mirtha Aguirre, y como siempre me había encantado el teatro, al que me aficioné sobre todo por la radio, fue a la clase que asistí con mas asiduidad. Allí conocí a Gerardo Fulleda, Eugenio Hernández, José Ramón Brene... Conmigo asistían mis hermanos, Alberto y Piloto, que trabajábamos juntos, y querían aprender dramaturgia para hacer música a comedias, como lo lograron después. Allí escribí mi primera obra teatral en un acto, la cual me robaron ellos y la presentaron porque yo no me atrevía. Esa obra Nuevas raíces, recibió premio en el primer Concurso de Instructores de Arte y fue por la que me escogieron para el Seminario de Dramaturgia.
Tienes catorce textos escritos para teatro, aunque dos fueron estrenados en la televisión ¿Por qué las tablas a principios de los 60 y no la pequeña pantalla?
Primero porque para mí la televisión seguía siendo algo muy lejano, una especie de monstruo imposible de conquistar. Yo llego a estudiar teatro casi de casualidad, por la necesidad que sentía de expresarme de alguna manera. Hubiera preferido ser muralista, pero ni yo tenía el talento, ni ese movimiento se desarrolló en Cuba. Nuestro inolvidable Osvaldo Dragún, buscó para el Seminario los mejores profesores, y nos fue introduciendo en el mundo del Teatro, que estaba en una efervescencia revolucionaria maravillosa. Para el escritor es fascinante, porque uno recibe directamente y cada noche emociones diferentes. Cada función es única, y cada público reacciona a su manera...
Además es el insuperable lugar en el que el autor es tan reconocido como el director y los actores Donde todavía, (aunque hubo un momento en que también intentó ignorársele con las famosas obras colectivas) a pesar de que se escribe para una puesta en escena, donde dirección, actuación, escenografía, luces, sonido, de lo que depende en gran medida el éxito de lo que plasmaste con palabras, al igual que en el cine o la televisión; en el teatro no se te considera un simple guionista, sino todo un dramaturgo. Y además el día del estreno sales al escenario a saludar junto con el director.
Desde 1992 no escribes para la escena cubana, aunque tuviste un unipersonal Sueños de una muñeca negra, en gira por Europa en 1997 ¿Por qué esa lejanía de las tablas en nuestro país?
Esa pieza la escribí en 1995, para que Monse Duany se presentara en un curso que la invitaron en Dinamarca. En 1992, terminé Eleguá y la tres reinas, con el fin de cumplimentar una invitación del Encuentro de mujeres de Hamburgo y Latinoamérica, al que llevé esa obra para ser leída, cuyo tema debía versar sobre los 500 años del “descubrimiento” de América, pero desde el punto de vista femenino, lo que como comprenderás era un reto, pues aquello fue una empresa bastante masculina, y allí mismo me acordé que Isabel la Católica, era la que había propiciado el viaje de Colón, y que la reina Anacaona, la primera que los sedujo y les hizo frente, lo que le costó la vida, y como yo había estado en Angola, conocía la historia de la reina Jinga Bandi, que combatió durante cuarenta años, sin ser vencida contra los que se robaban a su pueblo. Se me ocurrió que Eleguá fuera quien contara la historia, que es un viaje histórico musical sobre la identidad de la mujer cubana. Después se estrenó en l994 en Copenhague traducida al danés, en un intercambio cultural con artistas cubanos y daneses. En el 1995 se tuvo su presentación en Cuba en el teatro nacional en la sala Covarrubias. Mas tarde en el 1997 hice un unipersonal que también interpretó Monse, y yo dirigí, en el que ella cantaba bailaba y hacia todos los personajes, y también llevamos Sueños de una muñeca negra, para niños. Estos han sido mis dos únicos intentos de dirección. Viajamos por muchos países de Europa presentando este unipersonal en centros culturales, escuelas… El teatro tiene esa ventaja que con una sola obra puedes pasar años trabajando, y siempre es diferente, no te aburre. Fue muy divertido. Monse y yo variábamos la obra, según el público y el lugar, y muchas veces iba precedida de una conferencia mía, sobre el mundo ritual afrocubano, o al final, teníamos que salir y responder las dos, las preguntas del público que a veces se hacía mas largo que la obra. Eleguá y las tres reinas, es una pieza que me gusta mucho aunque no es obra de argumento, sino más bien didáctica, si bien la música la hace muy entretenida. Solo tiene un número original que lo escribió mi hijo, y que se llama Aguas del Caribe. Y que dice: “En las aguas del caribe, se mezclaron nuestros cantos, del que llegó, del que estaba, del que trajeron llorando. La lejanía de las tablas, fue por falta de tiempo. Me fue abarcando la televisión donde podía tratar una gama más amplia de temas. Volví en el 1992 y no fue hasta 2001 que regrese a la TV.
¿Cuándo y por que te acercas a la televisión?
Fue el querido amigo Idalberto Delgado, al que me unía su sala de teatro Idal, quien me avisa que su programa Cachucha y Ramón, necesita escritores. Yo veía mucha televisión, presenté un libreto y me aceptaron, escribí durante dos años y medio. Después pasé un curso para asistente de dirección, y luego me dejaron fija como asesora del programa Detrás de la fachada para el que también escribía un libreto mensual, siempre el que tenía algún tema actual, mas comprometido, Luego pasé como escritora a sueldo fijo, y escribí mi primera aventura, de tema histórico. El Gran Almirante, el que prometí solo hacer 50 libretos y terminé con 160.
Si tu obra también pertenece a las tablas, es en la pequeña pantalla que alcanzaste popularidad ¿no tuviste prejuicios de caminar del teatro al set televisivo, considerado este último poco cultural por no pocas personas?
Nunca consideré la televisión como un medio poco cultural, en ese momento por ejemplo, un director era Marcos Behemara, un hombre genial, y guionista Carballido Rey, uno de los escritores más considerados, con muchos libros publicados, profesor… Por la televisión habían pasado durante años, personalidades como Raquel Revuelta, Berta Martínez, Enrique Núñez Rodríguez…Si era, hasta el triunfo de la Revolución, un medio comercial, donde se pagaba mucho, pero tenía muchos artistas y escritores de gran valor, y claro sólo pude llegar a él, porque existía una revolución, pero además técnicamente, era en aquel entonces muy parecido al teatro, pues se hacía en vivo y en directo, mi experiencia teatral me resultó vital, y además en aquel entonces, guionistas, eran los que hacían los guiones de programas musicales o informativos, los que hacíamos dramáticos, éramos considerados tan escritores como los de teatro.
¿Qué ha sido la televisión para ti?
El medio más amplio donde me he podido expresar de muchas formas. Creo que no hay género que no haya escrito. Hasta formé parte del equipo de escritores de el programa informativo Cuba Va, que dirigía Jesús Cabrera, mi maestro en muchos géneros televisivos, A él, y a Carballido Rey, les debo conocer los secretos de la técnica de televisión. Me encanta escribir para la TV, porque se puede inventar, cambiar, tratar de no repetirse, en fin arriesgarse cada vez que uno sale en pantalla ante millones de gente. Las telenovelas de algunos de tus guiones como La peña del León, El viejo espigón o Al compás del son, han sido populares y aceptadas por la critica, ¿y las otras, las que no han tenido ni público, ni comentarios a favor, que ha pasado con ellas?
En una carrera tan larga como la mía, ha habido de todo. No se puede pretender siempre tener un boom, como decimos. La primera serie larga como te dije, El gran Almirante, fue bien acogida por todos, pero no pasó de ahí. Después, a pesar de que decían que era muy política para el espacio de aventuras, mi primer gran éxito, de público y crítica, fue Rebelión, donde me planteaba porqué un pueblo se veía obligado a tomar las armas para derrocar una tiranía. Es la única obra mía televisiva, que se ha filmado dos veces, primero en vivo dirigida por Eduardo Moya, y veinte años después, por Erik Kaup. Me encanta el género de Aventuras, se hicieron tantas cosas buenas, como Los Mambises, que me duele ver que ahora el espacio se haya convertido en algo insulso que además tampoco entretiene. Siempre sueño con volver al género, y quizás lo haga porque adoro la historia, y es donde mejor se puede desenvolver ese género. Otras de mis series tuvieron una aceptación inmediata, pero no lograron destacar, solo hay una que me desagradó en extremo, y con la cual la critica se ensañó y hasta usaron burlas crueles y faltas de ética, pero eso no era lo que me dolía, sino que yo la encontraba peor, pero sencillamente me salió un viaje y deje de verla. También hay otra que para mi fue lo mejor que hicimos ni “yunta” Raúl Pérez, el director con que mas he trabajado, que tuvo grandes elogios, hasta nos llevamos el gran premio ( en televisión) del Festival de la Radio y la TV, del año 1984, del que solo se realizaron tres, porque después se suprimió el de televisión. Esta fue una serie de cinco capítulos, donde se narraba la historia de 40 años de la fábrica de níquel de Nicaro, situada en Lengua de pájaro, como se llamó el serial. Sin embargo no fue éxito de público.
Me parece normal que algunas piezas no hayan tenido éxito, aunque siempre trabajo dando el máximo no siempre se logra el aplauso. De Al compás del son, no tengo que decirte que es una gran satisfacción y aunque Lo que me queda por vivir, es solo un modesto intento, me ha dado momentos muy felices, ante la reacción masiva del público, de todos los niveles y edades, que también para eso trabajamos.
¿Cuál es el secreto para que una pieza televisiva sea popular?
Ahora si me la has puesto en China. Mi secreto es que el tema debe ser atractivo, ya sea actual o histórico. Que su tratamiento dramatúrgico debe corresponder a la época en que se vive y estar actualizado, pero sobre todo que el autor lo sienta, lo disfrute junto al colectivo que lo realiza. Incluso si no se logran grandes resultados estéticos, este sentimiento de satisfacción se le trasmite al público y puede resultar muy positivo. Claro que nada de esto es absoluto.
-¿Cómo es tu método para armar una o varias historias?
Primero que todo, investigar mucho sobre la realidad, si es que no la conozco, y después pensar en la estructura que me exige el tema, y también proponerme formas de narrar que aunque el público no las note, sean diferentes. Por ejemplo en Al compás del son estudié mucho los recursos de la novela rosa, como utilizarla para decir las cosas que a mi me interesaban. Las distintas historias, me permiten completar lo que yo quiero decir, casi siempre ellas son las que me indican como deben ser los personajes que necesito, de acuerdo a lo que quiero narrar, y que cada una de las historias complete la idea general.
- ¿Puedes escoger al director o directora de tu guión?
Siempre cuentan con el escritor, no se lo imponen, y también podemos sugerir, pero a veces, después de empezada la producción surgen problemas e incomprensiones, entonces ya no hay remedio. Es importante asegurarse antes de empezar el trabajo que haya la debida comunicación entre ambos, porque es imprescindible para el buen resultado final, partiendo de la premisa de que ambos son buenos en sus desempeños.
¿Cuáles ingredientes debe tener una televisión culta?
Depende de lo que entienda por cultura. Si son programas didácticamente aburridos, no hay cultura porque no se ven. Para mi una persona culta es la que conoce de muchas cosas, y una variada programación de distintos temas es lo mejor. Y si pensamos que hasta los programas de puro divertimento, podemos introducir conocimientos interesantes, que se harían hasta más asimilables, que encasillarlos siempre en un programa dado. Personalmente soy fanática a los documentales, y pienso que pueden intercalarse más en la programación. como los videos clip que también me encantan.
Cuando lo que ves en pantalla no te gusta ¿no has querido dirigir?
No, aunque he estudiado dirección, para poder escribir mejor. No es mi fuerte. De hecho cuando uno escribe, está haciendo su puesta en escena, pero me gusta que el que me dirige una obra supere lo que yo he imaginado. Cuando lo que veo en pantalla no me gusta, solo me he dicho que debía dirigirlo un director con más talento, o que le gustara más lo que estaba dirigiendo.
¿Cómo se logra un buen equipo escritor-director?
Yo comencé escribiendo en vivo, o sea al aire, en ese entonces era imprescindible en el dramático seriado, una interacción total entre director y escritor, La puesta en escena lo iba alimentando a uno, y a su vez sugeríamos cosas, era muy difícil, pero el autor, era parte activa del colectivo de realización. Hoy en día, muchos directores, piensan que el libreto una vez escrito es propiedad de ellos, y no tienen ni por qué comunicarse ni hablar con el escritor, y pueden quitar y poner a su capricho, como me pasó con la telenovela A pesar de todo, cuyo titulo original era Amigas y hasta eso perdió.
Pienso que el equipo director-escritor, debe ser como un matrimonio, tienen que tener estéticas afines, enamorarse ambos de lo que están haciendo y sobre todo poder discutir, apasionarse cada uno por su ideas y defenderlas con sinceridad, pero sobre todo, al final ser capaces de llegar a un acuerdo, y respetarse mutuamente.
¿Cuál es tu nuevo reto?
Ahora estoy enfrascada en una novela actual, que sucede en un barrio de la periferia de la ciudad. Lo que reúne a este grupo de vecinos es un proyecto cultural comunitario, como muchos que existen en el país. Todo comienza con el regreso de una joven que se llevaron al extranjero después del divorcio de sus padres cuando termina su primaria, dejando su mundo infantil y hasta su primer noviecito. Ella nunca pudo adaptarse, está frustrada y desarraigada y vuelve a pasar unos meses a su tierra tratando de encontrarse ella misma, pero muchas cosas han cambiado y no le es fácil insertarse porque también ha cambiado mucho. Por eso el titulo Regreso al corazón, ya que no solo ella sino también otros personajes, regresarán a sus mejores sentimientos, que le ayudarán a vivir más felices. Es un melodrama, porque sobre todo se trata de pasiones, pero la música vuelve a tener una importancia vital, esta vez, es el baile popular. Los jóvenes se unen a través de una Rueda de Casino con la que concursarán en la TV y algunos de los mayores pertenecen a un círculo de danzoneros donde encuentran motivaciones y estímulos para pasarla bien. Creo que el baile popular siempre ha sido una forma más de expresión de la gran mayoría de los cubanos. Solo estoy empezando, pero reconozco que no es nada fácil reunir tantas cosas en una sola novela, pero me encantan los retos (2007)