El Sistema Informativo de la Televisión Cubana con cierta frecuencia nos sorprende con nuevas propuestas, entre ellas, las de la periodista y realizadora Gladys Rubio. Me detengo en la obra de la Rubio por su estilo sui generis de hacer informaciones. En ocasiones gana esa competencia que al parecer se establece con ella misma, un elemento que caracteriza a los triunfadores y a personas de éxito, competir consigo mismo y no con los demás.

Esa es la verdadera esencia del desarrollo individual y social de los humanos y vienen a mi memoria casi todos los trabajos de Gladys para el Sistema informativo. Me identifico de momento con uno, el cual personalmente creo que sorprendió a la mayoría. Hablo del documental acerca del Trasvase Este-Oeste, que llevará el preciado líquido de Mayarí a Birán.

Este material no se limita, como ha sido habitual en la realizadora, a la simple trasmisión de una noticia, ni mucho menos se centra en el gran logro de la tremendísima hazaña, sino que nos lleva a un recorrido por el mundo interior de la titánica obra, como si se convirtiera en un ser humano. Podemos encontrarnos con logros y fracasos, aciertos y desaciertos, realizaciones personales y colectivas, como también con frustraciones transformadas, siempre que es posible, en experiencias y aportes para el resultado final. 

Lo primero que se me ocurrió pensar, hace tiempo estaba buscando qué me sucedía cada vez que veía un material de Gladys, y esa noche lo encontré: ella es como la voz de  un fantasma que recorre el lugar de los hechos, lo observa y pregunta por todo, busca cómo decimos, en buen cubano, “hasta donde el jején puso el huevo”.

Nos reproduce con imágenes y palabras; no sé si llamarle guión, no lo creo, va más allá de un simple guión, porque su palabra es contradictoria, poética y concreta, compleja y sencilla, recrea pero instruye, enseña, muestra, sin engolamientos, y por supuesto, sin dejar de decir.

Por ello se me antoja pensar y decir que nos toma de la mano, como la maestra que lleva a sus alumnos de excursión. Así, mientras enseña y educa, nos lleva por túneles impresionantes, y cuando habla de que se siente el estremecimiento de estos parajes, lo sentimos. Cuando sale de un oscuro túnel, vemos y sentimos con ella la emoción de esa naturaleza con la cual nos tropezamos al final del pasadizo transitado. Nos asimos de su mano, que es la propia narración.

Las necesidades se erigen como esencia del comportamiento humano, ellas se originan por la motivación y, de esa forma, se produce en nosotros el deseo de no levantarnos de frente a la pequeña pantalla, no queremos perder un solo detalle.

Gladys logra eso, no queremos apartarnos ni por un segundo del recorrido a que nos invita, la motivación es fuerte y efectiva. Este es uno de sus grandes logros como periodista y realizadora. Y no traiciona, ni olvida un solo detalle, y lo más difícil, sabe unir todos los cabos y de pronto nos encontramos en medio del entramado social y psicológico en donde se origina la noticia, la información que pretende trasmitirnos.

Nos muestra la geografía, los obstáculos naturales y humanos, las gentes, no solo los protagonistas de la obra, sino a quienes viven dentro del escenario donde ocurre el hecho. Por último, nos hace pensar, sin utilizar consignas y slogans manidos, la necesidad de cuidar, en este caso,  ese medio ambiente donde nacemos, crecemos, vivimos y morimos.

Después de ubicarnos en el lugar, no descuida la real cronología donde se va sucediendo todo. Se apoya en entrevistas breves a especialistas, dirigentes, obreros. Informa lo necesario y que contribuya a la búsqueda de ese súper objetivo trazado para el material; porque no nos quedan dudas de que esta realizadora, desde que recibe la tarea, ya sabe cuáles son los imparciales caminos por donde mejor transitar y llegar a la meta trazada. Esto es algo difícil, poco común, pero en ella constituyes un reflejo bien condicionado y mantenido.

Gladys nos hace soñar, casi nos obliga, diría, lo impone de una forma indirecta, con los beneficios futuros, pero dejando bien claro que este presente es responsable de cuanto se espera, igual recuerda cuánto se necesitará el esfuerzo futuro y, sobre todo, esa solidaridad humana que hace posible el crecimiento individual y comunitario de nuestra especie humana.

Con tales elementos y argumentos, podemos viajar por grandes montañas, largos túneles. Recordando este trabajo citado, experimentamos aquella noche de verano (a propósito, bien calurosa) el frescor de las aguas.

Mucho más que todo esto, nos sentimos por un momento parte de la obra, de la población enclavada dentro o cerca de ella. Escuchamos a los cooperativistas optimistas por el desarrollo de la agricultura y la ganadería, expresan qué esperan, mencionan el cuidado de la reforestación, el ahorro de energía, la prevención de la no intrusión salina en las aguas con ese muro que será mas alto que la marea más elevada, y que a su vez sirve de puente de comunicación entre los hombres y mujeres de aquellos parajes, como forma de enriquecer sus relaciones interpersonales, otra de las grandes esencias del ser humano.

Y vuelvo a insistir en el lenguaje, concreto, sintetizado, científico pero popular, entendible y revestido por todas partes con esa poesía que nos permite crecer, ser optimistas y felices ante las grandes obras, no por su costo material, sino por lo que puede representar que el agua llegue a todos por igual; ese recurso conocido como “el más preciado de los líquidos”, que Gladys acertadamente define como “el que puede humedecer las gargantas y las tierras”.

La periodista siempre auxiliada, o mejor, parte de un equipo conformado por Mario Rivero y  Eduardo Migueles. Ella destaca por original, atrevida, educativa, sensible, científica, popular y, sobre todo, comprometedora, pues la inteligencia de los creadores se convierte en una inagotable fuente de motivación optimista que nos permite viajar ligeros de equipaje y fortaleciendo el intelecto por los apasionados caminos del agua.

La obra de Gladys Rubio, como bien se describe en las ciencias del comportamiento humano, demuestra la prevalencia e importancia de la inteligencia emocional sobre la intelectual. No deja de ser trascendente la última, pero la emocional, esa que vibra con fuerza en la Rubio, sí es imprescindible.

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