Entre tu y yo
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- Escrito por: Félix A. Correa Álvarez
- Categoría: Entre tu y yo
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Andros Perugorría interpreta a Fabián Montenegro en la telenovela Renacer, un joven con su vida aparentemente resuelta, pero que en el fondo enfrenta una profunda crisis existencial. Fabián fluye a través de cada capítulo, sin tomar decisiones firmes, atrapado en una «jaula de oro» que le brinda confort, pero también insatisfacción. La influencia de su familia marca su camino y limita su libertad. A medida que avanza la trama, deberá enfrentar situaciones complicadas y reveladoras, que invitan al público a reflexionar sobre las consecuencias de sus elecciones.
A través de Fabián, Andros espera que los espectadores encuentren inspiración para tomar las riendas de sus vidas y, en última instancia, recordar que siempre hay tiempo para un nuevo «renacer».
Nacido el 2 de agosto de 1990 en La Habana, Andros lleva en la sangre la pasión por el arte. Su padre, el reconocido actor Jorge Perugorría, ha sido una figura importante en su vida, aunque no busca vivir a la sombra de su apellido. «Mi padre siempre ha sido una inspiración, tanto como persona como artista. Al principio me costó lidiar con ello, quería que la gente valorara mi trabajo, no solo el apellido que llevo», confiesa. A pesar de ello, con los años, Andros ha demostrado que su talento es propio y su carrera ha tomado forma a su manera.
Desde los 12 años, cuando comenzó en el grupo Olga Alonso bajo la tutela de Humberto Rodríguez, ya sentía la pasión por la actuación. «Allí aprendí a perderle el miedo a las tablas y a desarrollar mi imaginación», recuerda. Fue en ese espacio donde descubrió que la actuación sería su camino. «Fui a ver la obra Contigo pan y cebolla en el Teatro Mella y ahí lo supe. Luego hablé con mis padres y ellos, sin dudarlo, me recomendaron que buscara a Humberto Rodríguez».
La formación en el teatro fue el pilar de lo que sería una carrera multifacética. Tras su incursión en el grupo Olga Alonso, Andros empezó a ganar espacio en el cine y la televisión. Participó en cintas como Juan de los Muertos, El cuerno de la abundancia y Fátima o el Parque de la Fraternidad. Cada película ha sido un paso más en su evolución artística. «Soy cinéfilo desde pequeño, y llegar a formar parte de todas esas producciones ha sido un sueño hecho realidad».
—El cine cubano ha pasado por diversas transformaciones en los últimos años. Desde tu perspectiva, ¿qué papel juega el actor en su desarrollo y renovación?
—Nosotros somos solo una parte del engranaje de la maquinaria del cine. Mi mayor aporte es seguir trabajando y apoyando tanto a los jóvenes que comienzan como a las grandes producciones. El dinero es importante en la vida, pero en mi caso, también me permito participar en proyectos noveles que no cuentan con recursos o en producciones de bajo presupuesto. Siempre hay que formar parte y mantenerse activo, porque solo así, cada uno de nosotros puede ser parte de una narrativa colectiva, impulsar el talento emergente y asegurar que el cine siga siendo un espacio de innovación y expresión para todos.
—Hablemos de Renacer. ¿Cómo llegó a ti el personaje de Fabián?
—Fabián llegó a mí a través del director Jorge Molina. Ya habíamos trabajado juntos en Juan de los Muertos y desde entonces somos amigos. También me comentó que estaría Jazz Vilá, así que Renacer fue también un reencuentro entre viejos amigos. Después me enviaron las escenas para el casting, y lo demás ya lo saben...
—Fabián es un antigalán, un protagonista con defectos y complejidades que lo hacen más humano. ¿Fue eso lo que más te atrajo del personaje?
—En mi opinión, el término «galán» está muy estereotipado. Fabián es simplemente más real, y creo que el público, a medida que avanza la novela, lo está agradeciendo de alguna manera. Esa visión del personaje, que compartía con Heiking Hernández y Molina, sus directores, me resultó mucho más atractiva y tenía más que ver con mi trabajo en el cine, donde la verdad del personaje es fundamental.
—¿Qué aspectos de la personalidad e historia del personaje encontraste más interesantes para explorar durante la interpretación?
—La relación entre Aitana y Fabián es bastante compleja, a veces parece carecer de sentido, y creo que plasmar eso sin que resultara tedioso fue todo un reto.
—¿Cómo ha sido la recepción del público?
—Al principio, especialmente en las redes sociales, hubo muchas opiniones encontradas, pero con el paso de los capítulos ha tenido mucha más aceptación. Cada vez más gente se me acerca por la calle para mostrar su interés y cariño por la novela y por Fabián. En ese aspecto, estoy muy feliz y agradecido.
—Ahora que has tenido la oportunidad de ver a Fabián en pantalla, ¿hay algún aspecto de su interpretación que cambiarías o ajustarías?
—Los personajes que interpreto cobran vida en un hermoso proceso de trabajo, y una vez que se concluye, ya está. No pueden ser de otra manera. Es como un cuadro: mientras está en proceso, puede variar, pero una vez terminado, es lo que hay.
—¿Con qué sí y con qué no te gustaría que la gente se quedara de Fabián?
—Fabián tiene muchos defectos, pero siempre trata de ser fiel a sus sentimientos, por más difíciles que sean las circunstancias. Es una persona muy familiar; intenta por todos los medios mantener a su familia unida y mediar para que, pase lo que pase, se mantengan juntos. Esa es una cualidad que me gusta mucho de él.
—Después de esta experiencia, ¿deseas nuevas oportunidades en la televisión? ¿Qué tipo de personajes te gustaría abordar en el futuro?
—Ahora me siento más y mejor preparado para afrontar cualquier personaje en la televisión y, por supuesto, seguir superándome. No existen personajes pequeños ni mejores que otros; eso lo aprendí de mi maestro Mario Guerra. Todos los personajes representan un reto, y me siento listo para enfrentar lo que venga.
Andros se define como una persona profundamente familiar. «La familia que he creado junto a Camille y nuestra princesa Anna es lo que me llena y me da fuerzas para enfrentar lo que sea», comparte. Su carácter sociable le ha permitido integrar su vida familiar con su pasión por las tablas en Ludy Teatro, una compañía que valora profundamente y donde ha tenido la oportunidad de aprender de maestros como Miguel Abreu.
En su tiempo libre, se dedica a escribir, pescar y practicar deportes, siendo el fútbol y la pelota sus preferidos. «De todos mis pasatiempos, los que más práctico son escribir y pescar», confiesa, Estas aficiones no solo enriquecen su vida personal, sino que también alimentan su creatividad como actor, y encuentra en ellas una forma de conexión tanto con su entorno como consigo mismo.
Este ha sido un año notable para Andros, quien ha estado inmerso en diversos proyectos cinematográficos. Entre sus trabajos recientes se destacan la película El camino, dirigida por Omar Ali; 5 historias de amor y un bolerón desesperado, de Arturo Soto; y Neurótica anónima, bajo la dirección de su padre, Jorge Perugorría. Además, está a la espera del estreno de tres filmes en los que participó hace un par de años: La mujer salvaje, de Alan González; Malecón, dirigida por Carlos Larrasabal; y Dienteperro, del director Daniel Santoyo. «Estoy muy emocionado por todos estos trabajos y espero que salgan pronto para que todos los puedan disfrutar», concluye.
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- Escrito por: Félix A. Correa Álvarez/Juventud Rebelde
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Sobre Ramsés y los nuevos proyectos que lo traen de regreso al Trianón, su casa teatral, conversamos con Roberto Romero
En la telenovela Renacer, Ramsés ha emergido como uno de los personajes más memorables y queridos por el público. Su identidad como hombre abiertamente gay, su carácter sincero y su firme sentido de justicia han captado la atención de los espectadores, quienes valoran su autenticidad y valentía.
Roberto Romero, el actor que da vida a Ramsés, ha demostrado una notable capacidad para interpretar a este complejo personaje. Graduado con honores de la Escuela Nacional de Teatro y del Instituto Superior de Arte de La Habana, Romero ha forjado una sólida carrera en los ámbitos teatral y televisivo.
En televisión, ha destacado en producciones como En tiempos de amar, Entrega, El derecho de soñar y las teleseries De amores y esperanzas y Valientes. Sin embargo, el actor confiesa que ha sido el teatro el que ha forjado su habilidad para abordar roles desafiantes con profundidad y autenticidad.
Sobre Ramsés y los nuevos proyectos que lo traen de regreso al Trianón, su casa teatral, conversamos con Roberto Romero en una entrevista exclusiva para Juventud Rebelde.
—¿Cómo definirías a Ramsés?
—Ramsés es la libertad, la valentía, la originalidad, el amor, la honestidad, la magia, la luz… Como actor, considero que es el personaje más hermoso que me ha tocado interpretar en la televisión hasta ahora.
—¿Qué aspectos de él consideras más desafiantes o gratificantes de interpretar?
—Llevar a la televisión un personaje con tanta espectacularidad, grandilocuencia y teatralidad ha sido un trabajo exigente. Sin embargo, fue increíblemente divertido y enriquecedor poder darle vida. No había tenido la oportunidad de hacer algo así en televisión, y que me permitieran hacerlo con Ramsés ha sido un regalo inmenso; una experiencia desafiante pero profundamente gratificante.
—¿Tuviste algún referente o inspiración particular al prepararte para interpretarlo?
—En efecto, Ramsés es una mezcla de muchos amigos y amigas que tengo en mi vida, a quienes adoro profundamente. Desde su forma de caminar y hablar, hasta las frases, el vestuario, los collares y las prendas que usa, todo está inspirado en ellos. Es un homenaje que quise rendirles, y también una forma de conectar con el personaje. Ahora, cuando lo veo en la pantalla, me divierto al reconocer a muchos de mis amigos reflejados en él, lo cual es muy satisfactorio para mí.
—Ramsés es un personaje orgullosamente gay, con una personalidad carismática y libre. ¿Cómo abordaste este aspecto para evitar que cayera en una caricatura?
—Sinceramente, la inseguridad que me acompañó todo el tiempo durante el rodaje. Para manejarla, encontré útil centrarme en la autenticidad del personaje. A pesar de ser bastante teatral para la televisión, mi enfoque fue siempre buscar la verdad en cada situación. Mi manera de trabajar consiste en entender por qué el personaje reacciona de cierta forma, ya sea con mayor grandilocuencia o con menos, y asegurarme de que esa verdad estuviera presente en cada escena.
«Aunque el personaje tuviera un gran despliegue y fuera espectacular, lo importante era que reflejara a un ser humano real, con sus miedos, inseguridades y problemas. Buscar esta verdad fue mi refugio durante todo el proceso de grabación y ensayos».
—En tu opinión, ¿cuál es el mensaje que a través de este personaje se transmite al televidente?
—Mi mensaje con Ramsés es que un mundo mejor es posible, donde se respete a las personas y la preferencia sexual de cada quien no sea un factor importante. La preferencia sexual es una cuestión personal que solo concierne a la persona y no debería desmerecer ni desvalorizar a nadie, ni mucho menos humillar. Ramsés es el personaje con los mejores valores de toda la novela. Su identidad sexual no define su personalidad; lo que realmente define a Ramsés son sus valores y sentimientos.
«Lo que me gustaría que se reflexionara es que la preferencia sexual no debería ser motivo de humillación, maltrato o exclusión. Las personas deben ser valoradas por su calidad humana, que es lo más importante.
«Creo que estas historias deben ser más representadas en la televisión, aunque no será una batalla fácil, ya que son muchas las generaciones que han vivido con homofobia y machismo. Sin embargo, a medida que estas historias se vayan incorporando en los medios y en nuestra cultura, el pueblo cubano se irá familiarizando con ellas, siempre que se les dé el tratamiento adecuado. Se necesita un cambio porque el mundo necesita ser mejor y las personas necesitan amarse y respetarse mutuamente».
—¿Cómo ha sido la recepción del público? ¿Has recibido algún feedback que te haya sorprendido?
—Recuerdo que, mientras estaba grabando la novela, conversaba con Heiking Hernández, la directora, y me dijo: «Sabes que habrá mucha gente que te amará y mucha gente que te odiará, que te hará la guerra». Le respondí que sí, que estaba preparado para eso y que quería hacerlo. Estaba consciente de que eso podría ocurrir.
«Realmente, la respuesta del público ha sido, para mí, sorprendente, con mayúscula. Nunca imaginé que Ramsés recibiría tanta aceptación, y estoy muy contento por ello. El mensaje que quería transmitir ha llegado. La gente ha dejado de ver a un hombre gay para comenzar a ver a un hombre con un mundo interior inmenso y con cualidades humanas envidiables. Esto me ha sorprendido y me ha hecho muy feliz. Estoy realmente contento y espero que, a lo largo de la novela, esta percepción se mantenga».
—¿Podrías compartir alguna anécdota o momento memorable de la grabación de Renacer?
—Las anécdotas son muchas. Una de las que más recuerdo no es particularmente agradable. Durante la primera semana de grabación, regresaba a casa sin recordar lo que había hecho. Grababa las escenas y, al instante, no podía recordar nada.
«Tenía tanta información en mi cabeza y tantas cosas que quería hacer que mi cerebro parecía haber entrado en «piloto automático». En televisión, uno no ensaya todo como en el teatro; no se ensaya cada locación, y cada espacio es nuevo y poco familiar al principio. Durante esa primera semana, me enfrentaba a un entorno nuevo con las cámaras, el vestuario y el lugar, sin poder prepararme completamente.
«Con todos estos factores, mi mente parecía haber colapsado. Regresaba a casa sin tener conciencia de lo que había hecho. Ahora me río de ello, pero en ese momento no fue nada simpático».
—En cuanto a la evolución del personaje, ¿qué podemos esperar de Ramsés en los próximos episodios de la telenovela?
—En cuanto a los próximos capítulos y la evolución de Ramsés, solo puedo decir que no los va a decepcionar. Ramsés seguirá siendo fiel a sí mismo. Eso es todo lo que puedo adelantar.
—Recientemente participaste en la puesta en escena de Réquiem por Yarini. ¿Qué nos puedes contar sobre esta experiencia y tu papel en la obra?
—Tener un elenco tan amplio, participar en una obra de gran escala con casi cincuenta personas, tanto jóvenes como actores con experiencia, y bajo la dirección de Carlos Díaz, ha sido un regalo tremendo. El proceso duró dos meses y medio, tal vez un poco más, durante los cuales también estuve trabajando en otros proyectos.
«El teatro tiene una magia especial; se pasa mucho tiempo en él y los procesos se realizan día a día. Cuando finalmente llega el estreno y ves la reacción del público, ese es el verdadero regalo. Estoy muy contento de haber interpretado a Yarini, un reto muy grande para mí, y espero que la gente siga asistiendo al teatro cuando retomemos en septiembre».
—¿Qué representa El Público para ti?
—El Público es mi casa; allí estudié, me gradué y he estado trabajando desde 2016. Regresar al Trianón, donde han actuado tantos grandes de este país, siempre resulta muy especial para mí. Además, bajo la dirección de Carlos, a quien quiero mucho, es mi maestro y una persona admirable, la experiencia se vuelve aún más significativa. El Público ocupa y siempre ocupará un lugar especial en mi corazón.
—Volviendo a la televisión ¿Cómo ha sido tu evolución como actor en este medio a lo largo de los años?
—Admiro profundamente a los actores que trabajan en televisión, especialmente en Cuba. No es un secreto que, en todo el mundo, la televisión se realiza bajo condiciones de producción que no siempre son ideales para el arte. En nuestro país, los problemas económicos hacen que sea aún más difícil.
«Personalmente, he participado en varias producciones televisivas, pero he sido reacio a asistir a castings o a aceptar otros proyectos, ya sea por mi enfoque en el teatro o porque las propuestas que he recibido no siempre me atraen.
«A pesar de esto, como actor, considero fundamental mantenerme en entrenamiento y siempre doy lo mejor de mí en cada proyecto. Comencé a trabajar en televisión cuando tenía diecisiete o dieciocho años, con la intención de adquirir experiencia en un medio que inicialmente desconocía. Aunque hoy en día estoy más familiarizado con él, aún tengo mucho por aprender. Cada nuevo proceso de trabajo lo enfrento con la mejor disposición, con toda mi energía y con el deseo de seguir creciendo.
«Mi evolución como actor se basa en extraer lecciones valiosas de cada experiencia para aplicarlas en futuros proyectos. Todavía continúo y continuaré aprendiendo».
—En la pasada edición del Adolfo Llauradó, muchos esperaban un premio por tu papel en El Derecho de soñar. ¿Crees que haya sido justo que esa categoría quedase desierta? ¿Con Ramsés sientes que podrías tener una nueva oportunidad?
—No creo que haya sido justo que esa categoría en los premios Llauradó quedara vacía. No lo digo por mí, sino porque creo que hubo muchos actores que podrían haber recibido el premio. En cuanto a Ramsés, si me lo otorgan, será muy bien recibido; si no, no pasará absolutamente nada. Para mí, eso no significa más que un reconocimiento que el AHS otorga a los jóvenes, lo cual me parece maravilloso.
«Desde que comencé a ensayar, pasando por la grabación y hasta ahora que la obra está saliendo al aire, si no me hubieras hecho esta pregunta, no me habría detenido a pensar en ese premio ni en ningún otro. El verdadero premio para mí es el reconocimiento y el cariño del público, y además, lo que he podido crecer y aprender como actor y persona durante el proceso».
—En tus propias palabras, ¿cómo describirías el viaje profesional que has tenido hasta ahora?
Estoy muy feliz y agradecido por este viaje tan hermoso que estoy viviendo. Ha sido un camino lleno de tropiezos, caídas y lecciones sobre cómo levantarse. Ha implicado mucho sacrificio, pero todo ha estado guiado por el amor y la pasión por el arte. Estoy muy contento por todas las personas que he conocido en el camino, que me han ayudado y brindado oportunidades. Siempre estaré agradecido con mis amigos y maestros.
«Aunque aún no sé exactamente adónde quiero llegar, tengo claro que quiero seguir haciendo lo que amo y hacerlo lo mejor posible. Me encantaría seguir haciendo teatro y explorar experiencias en el cine, un medio que también respeto y valoro profundamente. Así que, nada: ¡el viaje continúa!»