Entre tu y yo
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- Escrito por: María Regla Figueroa Evans
- Categoría: Entre tu y yo
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Para Daniela Sánchez Vera, Danae en la novela Renacer, el arte siempre ha sido una primera opción.
Desde pequeña se vinculó con el baile y el canto, en el proyecto comunitario El hombrecito verde, donde hizo su primera obra teatral, La cerillera, con 6 ó 7años de edad.
Pero ¿de dónde le viene a Daniela esta vibra artística que le permitió determinar tan pequeña su vocación?.
«Tengo un primo que fue actor de teatro, por él entré al mundo del arte, aunque después me enamoré de ese universo.
«Mi papá también fue actor, estuvo en dos películas, estudió en la Escuela Nacional de Arte (ENA) hasta 3cer año nada más, y una prima que cursó estudios en el ISA. Pero pienso que lo indiscutible en mi inclinación por las artes escénicas ha sido el apoyo de mi familia sobre todo de mi papá».
El proyecto comunitario Hombrecito Verde marcó tus primeros pasos artísticos, ¿qué hiciste después para no perder el rumbo?.
«Luego de concluir mi estancia en el Hombrecito Verde comencé a prepararme con los profesores de actuación Fabio Alonso y Masiel Dueñas, para entrar a la ENA donde inicié mis vínculos con la televisión.
«Lo primero que hice en la TV fue un extra en El rostro de los días. Fue muy saludable, empecé a acostumbrarme un poco más a las exigencias del mundo televisivo al que me adapté con relativa rapidez. Luego llegó la novela Renacer que ha sido un boom en la teleaudiencia cubana y un giro de 360 grados en mi incipiente carrera”.
¿Cómo fue el proceso de entrada a Renacer?.
«Entré a Renacer por un casting para el personaje de Aitana, no lo conseguí por mi prototipo, pero me propusieron el personaje de Yusi que además era el único libre. Casualmente la actriz que iba a interpretar a Danae no pudo hacerlo y me otorgaron el papel directamente».
¿Qué fue lo que más te atrajo de Danae?
«Danae me encantó, desde que me entregaron el libreto me identifiqué con él por su ternura. Si tuviera que destacarle algún valor del personaje me inclino por su amor por la familia, el respeto, la consideración hacia el abuelo a veces fastidioso, pero que nunca recibió de la joven una mala respuesta o una frase hiriente».
Consideras entonces a Danae ejemplo para las relaciones de convivencia intergeneracionales.
«Lo siento así y ojalá muchos jóvenes fueran como Danae. En el comportamiento del personaje está uno de los bienes educativos más significativos de Renacer, que a la vez representa un mensaje edificante para quienes viven con adultos mayores y que muchas veces no saben cómo lidiar con estas personas, quizás por su juventud».
Renacer ha abierto las puertas a muchos actores y actrices jóvenes ¿Cómo ha sido en tu caso?
«Renacer ha sido una picaporte para abrirme varias puertas. Haciendo el casting fui llamada para trabajar en Tras la huella el caso Miserable, donde representé a Keila; Renacer me dio acceso a recibir talleres en la escuela de cine, a hacer un corto llamado “La última pelea” con Jorge Molina; a participar en una película que aún no ha salido, titulada “La noche y a ser parte del corto “Tacón on of” con Humbertino Fermar, concluido recientemente.
«De manera general la novela me ha lanzado al mundo como actriz, pero en igual medida me ha permitido trabajar con un colectivo fantástico, con grandes actores dueños de una carrera fortalecida. Con ellos he aprendido mucho y he establecido relaciones de amistad para toda la vida».
¿El personaje de Keila en Tras la huella tiene algo que ver con la Danae de Renacer?
«Keyla es otra historia, es una joven más lanzada, decidida, capaz de irse a los puños con cualquiera sin muchos requerimientos, es todo lo que puede ser una joven cuando ha quedado embarazada, sin recursos y carente del amor de sus padres».
¿Fue más o menos difícil de hacer?
«Keyla fue mucho más complejo, comparado con Danae (la niña buena y mimada de la casa), quizás porque estaba menos próxima a Daniela, pero la disfruté igual. Ambos roles se los agradezco a Jorge Molina, pensó en mí».
Cómo resultó para Daniela el proceso de grabación de Renacer a partir de la confluencia entre experimentados y noveles.
«Los procesos de grabación demandan mucho esfuerzo de los actores, pero a la vez son reconfortantes, siempre y cuando tengas la capacidad de adaptación a las diferentes situaciones que pueden presentarse.
«En Renacer todo fluyó, porque entre otras cosas estuvimos bajo la tutela de directores muy creativos, y de todo un equipo técnico no paternalista pero si comprensivo y más que eso colaborador.
«En mi caso hice muy buenas relaciones con todos los actores, pero con Amada Morado, (mi abuela en la novela) el acercamiento fue mucho más íntimo, a tal puno que nos consideramos fuera del set, nieta y abuela, con independencia del merecido respeto por ser una actriz de altos quilates».
Luego de una mirada en retrospectiva estás conforme con tu actuación en Renacer.
«Quizás esta frase te parezca trillada, pero en mi caso es cierta. “Los actores nunca estamos conformes con nuestro trabajo”, pero me siento satisfecha con la aceptación popular.
«Existen detalles que se nos van porque el ser humano y su obra es perfectible. Cuando me he sentado a ver la novela, en el televisor de mi casa, actuando frente a mi familia, después de experimentar orgullo al verme ahí, he dicho, guao por qué hice esto de esa manera o por qué no hice aquello, pero siento el personaje bien logrado en general».
¿Qué tipo de personajes añoras hacer?
«Los negativos me encantan, esos que el público llega a odiar al máximo; o los que tengan alguna deficiencia física o intelectual, que me saquen de mi zona de confort y me obliguen a un desdoble profundo».
El teatro es otro de tus espacios favoritos. Háblame de tu recorrido por las tablas.
«Trabajé en Los pájaros negros, en La Novia y como alumna de Carlos Díaz hice durante casi un año La Zapatera prodigiosa. Hice también Padre Nuestro con otros profesores y aunque no son los únicos, son los recordados en este momento. He hecho performance con estudiantes de La Universidad de las Artes.
«Tengo dos años de graduada y mis experiencias no son amplias pero si enriquecedoras».
Haz tenido la posibilidad de transitar por el teatro, la televisión y el cine, en ¿qué medio te sientes más cómoda?.
«Me gusta mucho más el cine, pero el teatro lo siento como una cosa mágica. Nunca es igual un día a otro aun cuando estés en la misma obra.
En el teatro puedes explorar al detalle, analizar situaciones, interactuar con el público. Quien asume el teatro es capaz de adjudicarse cualquier medio por las herramientas que ofrece, mientras el cine es sorprendente, con una riqueza expresiva maravillosa.
Daniela se ha tomado un descanso laboral: «Estoy calentado motores para volver pronto a las artes escénica. No sé si a proyectos televisivos, teatrales o del séptimo arte. Cualquiera será bien recibido porque “el arte siempre ha sido mi primera opción”».
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- Escrito por: Félix A. Correa Álvarez
- Categoría: Entre tu y yo
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Andros Perugorría interpreta a Fabián Montenegro en la telenovela Renacer, un joven con su vida aparentemente resuelta, pero que en el fondo enfrenta una profunda crisis existencial. Fabián fluye a través de cada capítulo, sin tomar decisiones firmes, atrapado en una «jaula de oro» que le brinda confort, pero también insatisfacción. La influencia de su familia marca su camino y limita su libertad. A medida que avanza la trama, deberá enfrentar situaciones complicadas y reveladoras, que invitan al público a reflexionar sobre las consecuencias de sus elecciones.
A través de Fabián, Andros espera que los espectadores encuentren inspiración para tomar las riendas de sus vidas y, en última instancia, recordar que siempre hay tiempo para un nuevo «renacer».
Nacido el 2 de agosto de 1990 en La Habana, Andros lleva en la sangre la pasión por el arte. Su padre, el reconocido actor Jorge Perugorría, ha sido una figura importante en su vida, aunque no busca vivir a la sombra de su apellido. «Mi padre siempre ha sido una inspiración, tanto como persona como artista. Al principio me costó lidiar con ello, quería que la gente valorara mi trabajo, no solo el apellido que llevo», confiesa. A pesar de ello, con los años, Andros ha demostrado que su talento es propio y su carrera ha tomado forma a su manera.
Desde los 12 años, cuando comenzó en el grupo Olga Alonso bajo la tutela de Humberto Rodríguez, ya sentía la pasión por la actuación. «Allí aprendí a perderle el miedo a las tablas y a desarrollar mi imaginación», recuerda. Fue en ese espacio donde descubrió que la actuación sería su camino. «Fui a ver la obra Contigo pan y cebolla en el Teatro Mella y ahí lo supe. Luego hablé con mis padres y ellos, sin dudarlo, me recomendaron que buscara a Humberto Rodríguez».
La formación en el teatro fue el pilar de lo que sería una carrera multifacética. Tras su incursión en el grupo Olga Alonso, Andros empezó a ganar espacio en el cine y la televisión. Participó en cintas como Juan de los Muertos, El cuerno de la abundancia y Fátima o el Parque de la Fraternidad. Cada película ha sido un paso más en su evolución artística. «Soy cinéfilo desde pequeño, y llegar a formar parte de todas esas producciones ha sido un sueño hecho realidad».
—El cine cubano ha pasado por diversas transformaciones en los últimos años. Desde tu perspectiva, ¿qué papel juega el actor en su desarrollo y renovación?
—Nosotros somos solo una parte del engranaje de la maquinaria del cine. Mi mayor aporte es seguir trabajando y apoyando tanto a los jóvenes que comienzan como a las grandes producciones. El dinero es importante en la vida, pero en mi caso, también me permito participar en proyectos noveles que no cuentan con recursos o en producciones de bajo presupuesto. Siempre hay que formar parte y mantenerse activo, porque solo así, cada uno de nosotros puede ser parte de una narrativa colectiva, impulsar el talento emergente y asegurar que el cine siga siendo un espacio de innovación y expresión para todos.
—Hablemos de Renacer. ¿Cómo llegó a ti el personaje de Fabián?
—Fabián llegó a mí a través del director Jorge Molina. Ya habíamos trabajado juntos en Juan de los Muertos y desde entonces somos amigos. También me comentó que estaría Jazz Vilá, así que Renacer fue también un reencuentro entre viejos amigos. Después me enviaron las escenas para el casting, y lo demás ya lo saben...
—Fabián es un antigalán, un protagonista con defectos y complejidades que lo hacen más humano. ¿Fue eso lo que más te atrajo del personaje?
—En mi opinión, el término «galán» está muy estereotipado. Fabián es simplemente más real, y creo que el público, a medida que avanza la novela, lo está agradeciendo de alguna manera. Esa visión del personaje, que compartía con Heiking Hernández y Molina, sus directores, me resultó mucho más atractiva y tenía más que ver con mi trabajo en el cine, donde la verdad del personaje es fundamental.
—¿Qué aspectos de la personalidad e historia del personaje encontraste más interesantes para explorar durante la interpretación?
—La relación entre Aitana y Fabián es bastante compleja, a veces parece carecer de sentido, y creo que plasmar eso sin que resultara tedioso fue todo un reto.
—¿Cómo ha sido la recepción del público?
—Al principio, especialmente en las redes sociales, hubo muchas opiniones encontradas, pero con el paso de los capítulos ha tenido mucha más aceptación. Cada vez más gente se me acerca por la calle para mostrar su interés y cariño por la novela y por Fabián. En ese aspecto, estoy muy feliz y agradecido.
—Ahora que has tenido la oportunidad de ver a Fabián en pantalla, ¿hay algún aspecto de su interpretación que cambiarías o ajustarías?
—Los personajes que interpreto cobran vida en un hermoso proceso de trabajo, y una vez que se concluye, ya está. No pueden ser de otra manera. Es como un cuadro: mientras está en proceso, puede variar, pero una vez terminado, es lo que hay.
—¿Con qué sí y con qué no te gustaría que la gente se quedara de Fabián?
—Fabián tiene muchos defectos, pero siempre trata de ser fiel a sus sentimientos, por más difíciles que sean las circunstancias. Es una persona muy familiar; intenta por todos los medios mantener a su familia unida y mediar para que, pase lo que pase, se mantengan juntos. Esa es una cualidad que me gusta mucho de él.
—Después de esta experiencia, ¿deseas nuevas oportunidades en la televisión? ¿Qué tipo de personajes te gustaría abordar en el futuro?
—Ahora me siento más y mejor preparado para afrontar cualquier personaje en la televisión y, por supuesto, seguir superándome. No existen personajes pequeños ni mejores que otros; eso lo aprendí de mi maestro Mario Guerra. Todos los personajes representan un reto, y me siento listo para enfrentar lo que venga.
Andros se define como una persona profundamente familiar. «La familia que he creado junto a Camille y nuestra princesa Anna es lo que me llena y me da fuerzas para enfrentar lo que sea», comparte. Su carácter sociable le ha permitido integrar su vida familiar con su pasión por las tablas en Ludy Teatro, una compañía que valora profundamente y donde ha tenido la oportunidad de aprender de maestros como Miguel Abreu.
En su tiempo libre, se dedica a escribir, pescar y practicar deportes, siendo el fútbol y la pelota sus preferidos. «De todos mis pasatiempos, los que más práctico son escribir y pescar», confiesa, Estas aficiones no solo enriquecen su vida personal, sino que también alimentan su creatividad como actor, y encuentra en ellas una forma de conexión tanto con su entorno como consigo mismo.
Este ha sido un año notable para Andros, quien ha estado inmerso en diversos proyectos cinematográficos. Entre sus trabajos recientes se destacan la película El camino, dirigida por Omar Ali; 5 historias de amor y un bolerón desesperado, de Arturo Soto; y Neurótica anónima, bajo la dirección de su padre, Jorge Perugorría. Además, está a la espera del estreno de tres filmes en los que participó hace un par de años: La mujer salvaje, de Alan González; Malecón, dirigida por Carlos Larrasabal; y Dienteperro, del director Daniel Santoyo. «Estoy muy emocionado por todos estos trabajos y espero que salgan pronto para que todos los puedan disfrutar», concluye.