Entre tu y yo
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- Escrito por: María Regla Figueroa Evans / Fotos de la autora.
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Conversación con el guionista de Vivir del cuento, Antonio Berazaín quien expone sus puntos de vista sobre el humor, y el arte de hacer reír.
El poeta estadounidense Wallace Stevens sentenció: “El buen humor es un deber que tenemos para con el prójimo”. En busca de valoraciones coterráneas conversé con Antonio Berazaín Iturralde, experimentado humorista y uno de los guionistas del gustado espacio Vivir del Cuento.
Para el también Profesor Consultante de la Universidad de La Habana, “el humor va más allá de la risa, es la actitud ante la vida, algo muy serio que ayuda a la creación artística y que en caso de perderse la esperanza queda como sostén emocional.
Tiene dos grandes acepciones, una asociada a la risa y otra a los estados de ánimo, estos pueden ser buenos o malos, de ahí la frase “está de buen humor o de mal humor. Por otra parte, se ha comprobado que las personas con buen sentido del humor pueden soportar mejor situaciones estresantes”, acotó el catedrático
Antonio Berazaín hombre de ciencia y sobre todo con un elevado sentido del humor, entró al mundo de la comicidad profesionalmente hace casi 30 años. “Fue en periodo especial cuando muchas personas como consecuencia de la difícil situación económica pusieron en función sus habilidades extras curriculares para sobrevivir.
Unos devinieron albañiles, carpinteros y otros elaboradores de tamales o vendedores; y como yo tenía ciertas destrezas para hacer reír me convertí en humorista.
En ese tránsito tuvo mucha influencia Carlos Ruiz de la Tejera. Yo iba a sus peñas, le llevaba algunos de mis trabajos y terminé participando, animado por él, en el único Festival de la parodia hecho en el país.
En el año noventa y cinco decidí dedicarme por entero al humor para ganar dinero, sin dejar mis funciones pedagógicas. Mi debut fue el veintinueve de julio en una peña de Carlos Ruiz, donde hice el monólogo El Camello, el cual le gustó.
Eso me dio confianza para continuar presentándome en concursos y otros certámenes humorísticos, ganar seguridad, e integrarme al Centro Promotor del Humor y a la UNEAC.
Tengo la satisfacción de haber compartido escenarios con grandes del humor en Cuba: Rigoberto Ferrera, Osvaldo Doimeadios, Ulises Toirac y de recorrer casi todos los teatros de la capital, también de hacer con Luis Silva, Misión imposible, un proyecto que duró cuatro años, aunque con el paso del tiempo me quedé solo como guionista” acotó el igualmente Master en Didáctica de la física.
¿Cuántas satisfacciones ha traído a su mundo laboral y personal el universo de la risa?
«Muchas, primero porque personas vistas por mí solo en televisión ahora son mis amigos, y segundo darme a conocer. De hecho, hay una anécdota muy cómica: “Yo salía todos los domingos en Los amigos de Pepito y en ocasión de una actividad en un centro de trabajo, un hombre se me acercó y dijo: “Nunca pensé que alguien de la televisión viniera aquí”. Con ello me sentí alagado porque en realidad me consideraba ya un hombre de la televisión.
«Me ha servido para aplicarlo en mi vida docente, participo en el encuentro teórico del Centro Promotor del Humor y en una ocasión presenté una investigación: Humor como recurso pedagógico, cuya aplicación hace reír a mis alumnos durante todo el curso, aunque ellos aseguran que lloran el día de la prueba».
¿En su condición de profesor siente que su desempeño como humorista es óbice a la hora de enfrentarse al alumnado?
«Nunca he tenido problemas, yo les decía a mis estudiantes en broma, tengo función en tal lugar y la taquillera tiene el registro de asistencia, y ellos iban. A veces estaba actuando con Silva en Fresa y Chocolate y en el público había alumnos míos.
«Siempre me vieron con respeto y consideración porque en realidad lo valorado por los estudiantes en un profesor es el conocimiento, la sabiduría y la óptima comunicación, algo en lo que el humor ayuda
«Claro debe utilizarse con medida, tú no puedes dar chucho desmedido ni poner motes porque eso es fatal».
Ser humorista implica el cumplimiento de ciertos cánones a la hora de trabajar con los públicos. ¿Qué aspectos no deben perderse de vista?
«Esa pregunta me hace recordar una ocasión en que el gerente de un centro nocturno le dijo a Doimeadiós “Me hace falta que des cuero”, a lo que Doime respondió “pues búsquese un mayoral”
«Con esto indico que el respeto a los públicos es lo primero. Por lo general cuando yo actuaba iba a las presentaciones con un amplio repertorio, hacía chistes diagnósticos para saber el grado de humor de las gentes y conocer qué bromas hacer y cuáles no.
«Aunque cuando el público se dispersa debes subir la parada y hablar de cuestiones fuertes como el sexo, lo que no implica falta de respeto sino un recurso para recobrar la atención».
Hay quienes hablan de humor inteligente y de humor burdo. Existen esas categorías. ¿Cuál es uno y cuál el otro?
«Lo que si te puedo asegurar que el humor es contextual. No todos los públicos son iguales ni todos los contextos. La radio es un contexto, la televisión otro, el teatro diferente en su totalidad, así como el cabaret.
«Cuando las personas van a un teatro están consciente de lo que van a ver, a un cabaret van a romancear, a subir la temperatura y en ocasiones ni advierten al humorista, como pasa también en los carnavales.
Es entonces cuando debes buscar las herramientas para llamar la atención y hacer tu trabajo, aunque en esos casos no siempre se tiene la victoria esperada».
Se asegura que la crítica humorística es una manera eficaz de resolver los problemas existentes en nuestra sociedad. ¿Qué piensa al respecto?
«El humor ayuda, toca regiones áridas sin él, pero la solución de los problemas está en manos de las autoridades gubernamentales. El ejemplo más fehaciente de cuanto puede ayudar el humor como critica, es el programa concerniente a todas las penurias sufridas por un viajero en el aeropuerto José Martí, que trataba de comprar un bocadito y luego una cerveza. Días después de emitido ese programa, trabajadores del aeropuerto llamaron a Silva para felicitarlo porque la medida que entorpecía el consumo de los viajeros la habían quitado.
«Claro la situación en el programa salió un poco exagerada si bien en la concreta transmitiò el mensaje deseado, con el consiguiente efecto».
¿Qué aconsejaría a quienes se inician en el mundo del humor?
«El humor es un hecho que requiere mucha cultura. Necesitas leer abundante teatro, ver mucho cine. Es como un gran huevo frito, trabajas en la yema, pero en la clara tienes toda la información que hará posible el trabajo.
«Mis guiones en su mayoría son elaborados a partir de situaciones reales, cotidianas que he hilvanado hasta crear un conflicto. Es un proceso creativo imposible de hacer sin cultura».
¿Cómo llega a Vivir del Cuento?
«Se hizo el programa Los amigos de Pepito, y Averof, productor del Centro Promotor del Humor me pidió participar en él como asesor porque vieron en mí al humorista con una formación académica como para sentarse con alguien y explicarle lo que debía hacer
«Apadriné el programa, llevaba el control de los cuentos de manera tal que no se fuera una pifia o una palabra fuerte. Pero como ese era un proyecto de Marcos García, el hijo de Teresa, cuando se fue para España se lo llevó
«Entonces todo dio un giro, la casa de Pánfilo comenzò como una supuesta academia del cuento donde venían los concursantes, pero de momento el dramatizado alrededor de Pánfilo empezó a tomar vuelo, hasta que la competencia desapareció y quedó solo el dramatizado, conocido como Vivir del Cuento».
Los guiones del programa son reflejo de la realidad de los cubanos. ¿Cree usted que en esa semejanza estriba el absoluto éxito del espacio?
«Seguro, fíjate que la definición de Nachy el director de Vivir del cuento es: “El programa es lo que está en la calle con arte en la televisión”.
«Vi un documental por Julio Acanda en el que dice “Es una cosa curiosa, las gentes crea los chistes y después se vuelven espectadores de esos chistes recreados por los humoristas”
«Incluso mientras más te acercas a las realidades de las gentes, corrupción, mal manejo de recursos, más gustas. Ahora hice un programa vinculado con las cosas de la libreta, el burocratismo, y otro llamado El hombre invisible… donde a Pánfilo le dan baja de la libreta, y debe demostrar que está vivo, pero lo ponen femenino y debe aclarar que es hombre.
«Cuando todo está resuelto aparece en la libreta Adelaida, su mujer fallecida y entonces hay que demostrar que está muerta. Estas son cuestiones que han pasado».
En ocasiones he escuchado decir: Al programa se le está yendo la mano”, cuando las críticas son reales pero agudas. Ha sentido en algún momento que la mano se ha ido de control.
«Mientras digamos la verdad, el látigo con el cascabel en la punta, no hay por qué sentir temores, es la llamada sátira social propia del teatro bufo cubano.
«Vivir del cuento se caracteriza por jugar con la cadena, pero no con el perro, pensamos mucho lo que vamos a decir y cuando a alguno se nos va la mano, como dices, nos llamamos a capitulo, y colegiamos la situación. Por eso no hemos sido censurados».
Hace varios meses que no disfrutamos de nuevos Vivir del cuento, lo que ha traído comentarios, acera de la desaparición del espacio ¿Cuánto de cierto hay en esos murmullos?
«El programa sigue, ya nos reunimos para legalizar los temas, pero estamos en un impaz por problemas económicos que incluye el pago por traslado, entre otros gastos. Esa es hasta el momento la dificultad para nuevas emisiones».
En los minutos finales de la entrevista Antonio Berazaín expresó “el programa gusta, pero le molesta a los extremos. Algunos ultraizquierdistas de aquí porque le pisa el callo, y a los ultraderechistas porque les molesta la existencia del programa”
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- Escrito por: Félix A. Correa Álvarez/Cubadebate
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Frank Andrés Mora, el actor, y el hombre detrás de la actuación, nos inspira a seguir nuestros sueños y a apreciar la belleza de la vida cotidiana. Foto: Instagram.
Frank Andrés Mora, el carismático actor que encarna a Pascual (Pipo) en la telenovela El derecho de soñar, ha recorrido un fascinante camino desde sus inicios.
Como él mismo relata, su trayectoria artística no se limita al escenario de la actuación, sino que se nutre de una pasión temprana por la música. Recuerda, con nostalgia, su paso por la Escuela Vocacional de Arte de Santiago de Cuba, donde estudió piano básico. Sin embargo, las difíciles condiciones económicas del “período especial” lo obligaron a abandonar esa senda.
El destino tenía otros planes para Frank Andrés. Fue la Casa de Cultura de Palma Soriano, mientras cursaba el séptimo grado, el sitio donde descubrió su amor por la actuación. Su talento no pasó inadvertido y en noveno grado pasó las pruebas de la Escuela Nacional de Arte (ENA). En este viaje encontró el apoyo inquebrantable de sus padres, quienes lo respaldaron en todas sus decisiones.
Aunque había tenido experiencias previas en el Canal Educativo como conductor de un programa llamado Los del pre, dirigido por Yiria Otaño, su incursión en la televisión comenzó con la serie infantil ¿Qué come?,¿qué dice?, alrededor del año 2010, en la que interpretó el entrañable personaje de Don Molar. Resultó una experiencia que atesora con cariño y que lo introdujo al retador mundo de la actuación en pantalla.
Pero el teatro siempre ha ocupado un lugar especial en él; describe al arte de las tablas como una “adicción” de la que no puede desprenderse. Desde su graduación en 2004, ha mantenido un nexo inquebrantable con el escenario, considerándolo una “agridulce agonía” que lo hace sentir completo. La adrenalina única de actuar en vivo, escuchar los aplausos y sentirse afortunado por ser actor, son experiencias que lo mantienen conectado a esta disciplina artística que lo apasiona. Acerca de su más reciente trabajo en Argos Teatro, comenta:
“Kilómetro cero ha sido una de las obras más significativas de mi vida. Fue dirigida por Liliana Lam, quien, además, es mi hermana desde que nos conocimos en Tierras de fuego, la primera telenovela en la que trabajamos juntos. Mi personaje en esta obra es una mujer trans, y realmente ha marcado un antes y un después en mi carrera teatral.

Frank Andrés interpreta a Clara en Kilómetro Cero. Foto: Revista Alma Mater.
“Además, ha generado una polémica importante en torno a la prostitución masculina en Cuba, un tema que se conoce poco. Esta obra es un llamado de alerta para que las personas comprendan que la vida no es solo en blanco y negro; tiene una amplia gama de colores y que existen diversas razones por las cuales, algunos jóvenes, terminan en las calles prostituyéndose. Ha tenido un impacto significativo, y espero que se pueda llevar a otros escenarios teatrales del país”.
En El derecho de soñar, Frank Andrés Mora nos regala a Pascual, un personaje singular cuya discapacidad intelectual no es un obstáculo para soñar, como lo sugiere el nombre de la propia telenovela. Mora, con su inigualable talento, trae a la vida a un personaje que desafía estereotipos y demuestra que los sueños no conocen límites.
El actor comparte que obtuvo el papel a través de un casting. Previamente, había colaborado con Alberto Luberta (hijo) en la primera temporada de una serie, aunque no lograron coincidir para LCB: La otra guerra debido a un viaje que tenía programado en ese momento. Sin embargo, su deseo de volver a trabajar juntos, persistía. Finalmente, la oportunidad llegó, cuando lo convocan para el rol de Pascual. En el proceso de selección, Mora hizo el examen junto a Yaité Ruiz, Clarita García y Ray Cruz, y, con suerte, los cuatro obtuvieron un personaje en la telenovela.
¿De qué elementos te valiste para construir el personaje?
–Es realmente complicado salir airoso de personajes como estos, ¿sabes? Existe el riesgo de caer en la caricatura y en los estereotipos. Son los que, en la actuación, suelen considerarse “personajes tipos”. Lo primero que hicimos fue tomar la historia muy en serio, a pesar de que María Luisa y Pascual también tenían un lado cómico. Nos tomamos en serio la responsabilidad y el compromiso con las personas con discapacidad intelectual. A partir de ahí, Yaité y yo trabajamos juntos.
“Recibimos asesoría especializada del doctor Vera, una autoridad en estos temas. Tuvimos dos reuniones con él para planificar cómo abordar los personajes. Acordamos que yo representaría un tipo de discapacidad más leve o moderada, mientras que Yaité asumiría un grado de discapacidad más severo. Desde entonces, trabajamos, arduamente, en casa, para encontrar la verdad de nuestros personajes.
“Mi esposa desempeñó un papel fundamental en este proceso, ya que en ocasiones le hablaba como Pascual o intentaba hacer un esbozo del personaje. Sin embargo, ella me decía que no lo encontraba creíble. Esto me llevó por diferentes caminos hasta que, finalmente, encontré el correcto. En realidad, creo que el personaje de Pascual cobró vida en el set de filmación. Aunque hubo algunas escenas que al principio no me sentía satisfecho con ellas, afortunadamente fueron pocas. Trabajamos en estrecha comunicación con el director y con Yaité, y a medida que avanzábamos en la interpretación, se nos ocurrían ideas y detalles que mejoraban el personaje”.
¿Crees que hubiese sido posible lograr a Pascual sin una “Muñeca” como Yaité Ruiz?
–Siempre menciono en todas las entrevistas que trabajar con una actriz talentosa, humilde, comprometida y disciplinada te facilita, enormemente, la interpretación de personajes tan complejos como estos. Yaité y yo vivimos una experiencia inolvidable, compartimos un amor que se reflejaba en escena, respeto mutuo y, sobre todo, una gran admiración, mientras encarnábamos a estos personajes. A medida que comenzamos a admirarnos y a “enamorarnos” como dos actores profesionales, todo se hizo mucho más sencillo. La mirada en la actuación es esencial.
“Yaité me dijo algo durante el casting que se mantuvo presente en todo el proceso: ‘Pipo, yo contigo y tú conmigo’. Esto significa que nos debíamos compenetrar lo suficiente en escena para que las personas sintieran que nuestro amor era creíble y auténtico.
“Creo que este amor perdurará, ya que adoro a Yaité y sé que ella también me aprecia. Espero que tengamos la oportunidad de trabajar juntos nuevamente, y ojalá que pueda colaborar con actrices del calibre de Yaité Ruiz en el futuro, porque para mí, ella es un ejemplo y un referente”.

Yaité Ruiz y Frank Andres Mora; María Luisa y Pascual en la telenovela que lunes, miércoles y viernes transmite el canal Cubavisión. Foto: Revista Alma Mater.
¿Qué valor le confieres a la representación de personajes como Pascual y María Luisa en una telenovela?
–Es fundamental representar a las minorías de la sociedad que sienten que no reciben la atención adecuada. Este compromiso se refleja cuando logramos llegar de manera efectiva al público y despierta debates positivos. Esto es esencial porque hace que las personas reflexionen sobre la vida cotidiana compartida con personas con discapacidades, ya sea físicas o intelectuales, donde a menudo pasamos por alto esta convivencia.
“Creo que visibilizar a personajes como estos es beneficioso, especialmente para la sociedad cubana, que debe adaptarse a un enfoque verdaderamente inclusivo. La inclusividad no debe ser solo una palabra, debemos sentirlo y practicarlo en nuestra vida diaria.
“Recientemente se creó la Asociación Cubana de Personas en Situación de Discapacidad Intelectual (Acpdi), que está trabajando progresivamente, aunque todavía falta mucho. Reconocemos los desafíos que enfrenta nuestro país, pero con la colaboración de madres como Mamacita (mamá de María Luisa en la ficción) y personas comprometidas que desean ayudar a estos discapacitados, espero que podamos lograr avances significativos. El derecho de soñar ha abierto una puerta pequeña, pero importante, ya que no se ha visibilizado tanto en otras novelas la situación de estas personas, que también tienen derechos y merecen una debida atención en nuestra sociedad”.
El derecho de soñar es un tributo al medio radiofónico y sus hacedores. ¿Crees que mediante estos personajes se hace, también, un homenaje a los oyentes?
–¡Claro! Estos personajes tienen una fuerte conexión con la radio. Luberta se inspiró particularmente en Alegrías de sobremesa, un programa de radio escrito y dirigido por el inolvidable Alberto Luberta (padre). Muchas personas con discapacidad intelectual amaban y siguen amando la radio. Este medio les brinda un espacio para soñar, ya que, como dice el eslogan, es “sonido para ver”. La radio estimula la imaginación y la creatividad y te transporta a un mundo de sueños. Eso es precisamente “el derecho de soñar”, para quienes escuchan la radio.
“Con ellos, homenajeamos a esas personas con discapacidad intelectual que contribuyeron al mundo de la radio con su amor y entusiasmo, aunque ya no haya tantos programas en vivo a los que puedan asistir. Su influencia dejó una huella perdurable en la radio de nuestro país. Como Pascual y María Luisa, ellos también tienen el derecho de soñar”.

Escena de "El derecho de soñar" junto a Irela Bravo y Yaité Ruiz. Foto: Casa Productora de Telenovelas.
¿Cómo ha recibido el público al personaje?
–Imagínate, estos personajes causaron un gran impacto cuando aparecieron en el capítulo siete. La reacción del público fue tan explosiva y en su mayoría positiva que, desde el primer capítulo, me preocupé por la dirección que estábamos tomando. Pero esperaba que las personas lo aceptaran de manera positiva.
“Hubo algunas reacciones negativas, especialmente en las redes sociales; momentos en los que los personajes y, por ende, la discapacidad intelectual, fueron objeto de críticas, lo cual me frustró mucho. Incluso publiqué un mensaje en Facebook para explicar algunas consideraciones sobre la discapacidad intelectual y el respeto que merecen estas personas.
“Sin embargo, con el tiempo, la gente comenzó a conectarse con María Luisa y Pascual de una manera increíble. La controversia se ha transformado en una conversación respetuosa, y considero que han ganado el cariño y admiración de la mayoría de las personas que ven y siguen a estos personajes.
“En las redes sociales, recibimos muchas muestras de cariño, lo cual agradezco sinceramente. Y en la vida cotidiana, en la calle, todos nos saludan con mucha amabilidad y respeto hacia nuestro trabajo. Estoy realmente feliz”.
¿Es Pascual el personaje más complejo que te ha tocado interpretar en tu carrera?
–Creo que todos los personajes son complejos; no existen personajes simples. Su complejidad radica en la medida en que no tengas la experiencia para entenderlos plenamente. A mis 38 años, no soy gay, pero he interpretado a un personaje homosexual; no soy pederasta, pero he interpretado a un pederasta; a pesar de no considerarme una persona machista, he interpretado a personajes machistas, como Javier, en Cuando el amor no alcanza, y Víctor, en Tierras de fuego. Creo que, con técnica, disciplina y el compromiso diario, los personajes pueden cobrar vida.
“Sin embargo, Pascual es un personaje particularmente complicado, debido al compromiso que conlleva. Él representa a personas que han sido marginadas en nuestra sociedad, y esto exige un rigor aún mayor. No podemos permitirnos cometer errores, ya que podría transmitirse un mensaje equivocado. Aunque a veces las polémicas, como la relacionada con el tema de la ‘semillita’ (bebé que esperan María Luisa y Pascual), pueden surgir. Por eso, debemos prestar especial atención a ciertos personajes, ya que pueden tener un gran impacto”.
Tu actuación en la serie Libre cambio, del policíaco Tras la huella, tuvo muy buena acogida. ¿Cómo recibiste el resultado cuando llegó a la pantalla?
–Te confieso que, normalmente, no suelo tener participaciones en Tras la huella. No es que no me gusten los policíacos, sino que no me atraía la dirección que había tomado esta serie durante un tiempo. Creo que el nivel había disminuido bastante, y por eso no solía hacerlo. Este es mi primer papel importante que hago en Tras la huella, aunque en el pasado había tenido pequeñas participaciones en una escena o dos, hace muchos años, precisamente con Luberta.
“La asistente de dirección Belkis Quintero y Marta Recio, con quien había trabajado antes en Tierras de fuego, me llamaron para ofrecerme el papel y me dieron la libertad para darle vida. Cuando un director te brinda esa libertad creativa en un contexto tan desafiante como Tras la huella, es realmente motivador.
“Además, este es un personaje con el que muchas personas en la calle me reconocen, me dicen: ‘¡Flaco!, ¡camina pollo!’, y no conocen a Pascual. Tras la huella es un programa muy popular que llega a una audiencia amplia. Estoy muy contento de haber interpretado al Flaco en estos tres capítulos de la serie”.
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En la mirada de Frank Andrés Mora descubrimos a un artista que va más allá de las tablas y las cámaras. Su energía inagotable, actitud positiva y espíritu inquieto caracterizan, también, a quien es fuera del set de grabación. Este actor, siempre en movimiento, lleva su autenticidad a todas partes, hace bromas y disfruta de la vida con el “chucho diario” de cualquier cubano.
Sin embargo, en su casa, se transforma en un hombre tranquilo y dedicado a la vida familiar, al compartir las tareas hogareñas. Es un lado más introspectivo y comprometido para mantenerlos con decoro, un sueño que alimenta con su trabajo y talento. Sus aspiraciones son sencillas pero profundas: encontrar la felicidad en el esfuerzo y en ser el mejor esposo y padre que pueda.
Su camino en la actuación avanza y tiene emocionantes propósitos en el horizonte. Repite el papel de Clara en Kilómetro cero, en un monólogo diseñado junto a Liliana Lam especialmente para el personaje, con planes de estrenarlo, a principios de diciembre, en la sede del proyecto Habana Espacios Creativos. Y, para el venidero año, guarda, en secreto, otras propuestas.
Frank Andrés Mora, el actor, y el hombre detrás de la actuación, nos inspira a seguir nuestros sueños y a apreciar la belleza de la vida cotidiana. Su historia es un recordatorio de que la autenticidad y la pasión resultan imprescindibles, para alcanzar el éxito en el mundo del arte y más allá.