Entre tu y yo
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- Escrito por: Valia Valdés
- Categoría: Entre tu y yo
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Entrevista a la destacada actriz María Antonia Román, la Ángela de Asuntos Pendientes
Transcurren los primeros capítulos de la telenovela Asuntos Pendientes y algunos de los personajes escritos por Yaima Suárez permiten avizorar conflictos que eclosionarán en breve. Uno de los caracteres contradictorios de la trama es Ángela, interpretado por la actriz María Antonia Román.
María Antonia no identifica a Ángela con un demonio, pero algunas de sus actitudes pueden generar dudas que serán dilucidadas en el transcurso de la historia. La actriz camagüeyana, conocida del público gracias a telenovelas, policiacos y aventuras, se refiere a su vida profesional en una charla amena, amistosa, como ella siempre es.
¿Cuándo surgió su interés en el mundo del arte?
«En mi familia no había artistas. Viví de pequeña lo que muchas niñas, me ataba una toalla a la cintura y me movía con todas mis fuerzas de pies a cabeza. Mis padres se divertían y auguraban que yo sería una exitosa bailarina de circo y ya con eso me sentía realizada. En la enseñanza primaria, mi madre me puso a entrenar tenis de campo pues fui una niña inquieta. Para asistir a esa actividad todos los días tenía que pasar por la Escuela de Arte. Yendo y viniendo, escuchaba el sonido de algunos instrumentos musicales y eso me atrajo, aunque no era la música mi mayor interés.
«Un día dije que quería ser actriz y tuve la suerte de que, cuando terminaba 9no grado, salió la convocatoria para la especialidad de Artes Escénicas en la escuela provincial de arte. Me presenté y fui seleccionada.»
¿Cómo llegó a estudiar en la capital?
«Inicié los estudios de Actuación en Camagüey, pero al poco tiempo se cerró la especialidad por cuestiones técnicas de la escuela. Por ese motivo, los estudiantes fuimos transferidos para la Escuela Nacional de Arte de La Habana (ENA). Como estudiante asistí a muchos ensayos de grupos de teatro profesionales. Mi primera experiencia en un colectivo profesional fue con el grupo teatral Bertolt Brecht.»
¿De qué manera debuta en televisión?
Mi primera experiencia en TV fue como estudiante de 4to año de la ENA, en la serie En silencio ha tenido que ser, dirigida por Jesús “Chucho” Cabrera. Fue la primera vez que sentí una cámara delante de mí, resultó impresionante y lo continúa siendo hasta el día de hoy.»
Ha cultivado una larga carrera como profesora, ¿qué significación le concede al magisterio?
«Cuando me gradué en la ENA nació mi hijo deseado. Al año me vinculé a la docencia a través del Centro Nacional de Escuelas de Artes. Comencé como profesora de Actuación en la Escuela de Instructores de Arte donde estuve por dos cursos. Tuve maravillosos alumnos, de los cuales algunos son mis colegas.
«Luego pasé a la Escuela Nacional de Teatro donde trabajé como profesora de Voz y Dicción, una delicia de asignatura que disfruté mucho y me hizo superarme en otro elemento de vital importancia para el actor. En unos años volví a ser profesora de Actuación en la misma escuela y así fui dedicando mis conocimientos a la docencia. Entregar, enseñar y crear con entusiasmo, te va llenando la vida.
«El magisterio me aportó exigencia, rigor… Cuando se está frente a un aula de estudiantes de Actuación tienes que ser capaz de sacar todo lo mejor de cada alumno para que pueda desarrollar y educar sus aptitudes como actor. Enseñar constituyó una gran escuela, me hizo mejor porque también aprendí de ellos.»
¿Por qué siempre preservó su labor como actriz a pesar de dedicarse a la docencia?
«Ser parte del claustro de profesores de una escuela de arte te obliga a no perder el vínculo con la actuación. Si vas a enseñar a actuar, tienes que mantenerte activo. Cada que vez que existió la posibilidad de hacer algo en teatro y televisión ahí estuve, aunque me fue atrayendo cada vez más la televisión. Su magia me cautivó.»
¿Mencionaría algunas de sus más importantes experiencias en el audiovisual?
«Todas mis experiencias con la televisión han sido importantes, pero recuerdo algunos títulos inolvidables que marcaron mi carrera: la serie Su propia guerra -conocida popularmente como El Tavo-, donde hice el personaje de Santa, la mujer del “ripiado”; y muchos otros capítulos del espacio policíaco Día y Noche. También la serie El Cucumí se despierta los domingos. En el espacio Aventuras participé en El tesoro del Mallorquín, El Conde de Montecristo, El Caballero del Rey. En telenovelas mencionaría: Si me pudieras querer, Aquí estamos, La otra esquina, La sal del paraíso y la actual Asuntos Pendientes. Además, he participado en tantos otros programas inolvidables como: Cuando una mujer, Encuentro con la virtud, Hablemos de salud, La dosis exacta y Cuidemos al amor.»
¿Cuáles son los directores que han incidido de forma significativa en su labor televisiva?
«Hay directores que van marcando el paso en la carrera del actor, en ese sentido tengo que mencionar a Jesús “Chucho” Cabrera y Abel Ponce -maestros de muchos-, Germán Navarro, Rafael Acosta, Rafael “Cheito” González, Noemí Cartaya, Ernesto Fiallo – que fue mi alumno en la ENA-, Omar Alí, José Víctor Herrera…
«Tamara Castellanos también fue mi alumna, mi colega en actuación y ahora me ha dirigido en Asuntos Pendientes. Vivir esas tres etapas en el desarrollo de un profesional es grandioso. Por último, este año he tenido la experiencia de trabajar con un maravilloso director, Felo Ruíz, y me siento satisfecha, dichosa...»
¿En qué medida valora la relación con sus colegas actores?
«Disfrutosiempre esa relación. A pesar de los diferentes caracteres, hay una integración tan dedicada al trabajo que puede superar rotundamente cualquier diferencia. Todos luchamos por nuestro personaje, entregamos la vida. Se trabaja tan intensamente con los sentimientos, que toda relación se hace linda, sincera y de mucha pasión, aun cuando una está frente al actor que interpreta el personaje antagónico. Cada ocasión en la que formo parte de un proyecto siento que el sentido de la vida me cambia para bien, mi ritmo se agita, me siento feliz…
«Afortunadamente, al pasar de los años, he compartido trabajo con algunos actores y directores que fueron mis alumnos y te confieso que han sido experiencias maravillosas. Es inmenso lo que se siente cuando en pleno set de rodaje un colega o un director te dice profe. A todos los que han defendido su pasión por el arte los admiro, quiero y respeto.»
¿Qué consejos regalaría a los jóvenes que llegan al medio profesional?
«Mis recomendaciones para los jóvenes actores siguen vigentes para todos los tiempos: exigencia, rigor, esfuerzo y disciplina. Los jóvenes egresados conocen muy bien la frase que te voy a decir: “Un actor sin disciplina es un actor sin talento”. Nunca olvido que nuestro maestro de Actuación en la ENA, el gran Raúl Eguren, nos decía que un actor tenía que ser distinguido dentro de una multitud.
«Me gustaría recordarles a los jóvenes actores que no solo se actúa con el cuerpo; la voz y la dicción son parte esencial de para decir, transmitir y proyectar los sentimientos. Me preocupa el descuido en el decir.»
¿Puede referirse a su participación en la telenovela Asuntos Pendientes?
«Asuntos Pendientes fue como un renacer en mi vida después de unos cuantos años sin poder trabajar en una telenovela. De verdad te digo que fue como una inyección de vida, a pesar de que aún no hemos podido ver el resultado total. Ha sido de las experiencias más disfrutadas que he tenido. Fue un trabajo consagrado con los directores, en los ensayos y en el rodaje; como una escuela en la que se trabajó cada escena, cada texto, hasta la médula. Agradezco infinitamente a los directores Felo Ruíz y Tamara Castellanos por haberme dado la oportunidad de ser parte de esta hermosa obra.»
Ángela, el personaje que interpreta, ¿es un ángel o un demonio?
«No puedo hablar sobre el tema. No quiero caer en la trampa de adelantar nada sobre la historia de la telenovela. Solo decir que cuando me leí el guion no simpaticé con Ángela, pero cuando empecé a entrar en la piel de esta mujer logré adorarlo.»
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- Escrito por: Félix A. Correa Álvarez
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Agnes Becerra y Marino Luzardo son dos consagrados locutores de la televisión, un medio al que ambos agradecen y sienten como su casa.
Agnes, en 1993, hizo su primera prueba de cámaras en Cubavisión Internacional; desde entonces, abrazó la locución y con su esfuerzo, vocación y profesionalismo escaló hasta el de vanguardia de las locutoras del Noticiero Nacional de la Televisión Cubana. Para ella, su quehacer en la pequeña pantalla ha sido una aventura:
“El ICRT ha sido mi único centro laboral. Con 19 años entré a la radio y nunca más dejé la magia de los medios. Luego llegó la televisión y decidí que ese sería mi camino. Después de tantos años entrando al mismo edificio, siempre me digo lo mismo: ¡Cuánto tiempo ya! De manera que este medio forma parte de mi vida y de la de mi familia también. Ha sido una experiencia única, enriquecedora, abarcadora y retadora.
“Tanto la televisión como la radio son medios muy tentadores y hermosos. Una vez que conoces su magia es difícil sustraerse del encanto que te proporcionan las cámaras. Pero exige disciplina, fundamentalmente cuando inicias tu carrera con las enseñanzas de grandes profesionales que, en mi caso, me educaron en la ética y el respeto no solo al oficio, sino a nosotros mismos.
“Es necesario tener seguridad, confianza y conciencia real que somos un referente para los telespectadores. En televisión hasta el maquillaje es un código, como un movimiento de manos, una mirada…; por lo que hay exigirse mucho. Entrar a cada hogar es un compromiso moral que hay que asumirlo, siendo consecuentes con lo que se piensa y siente.
“Los profesionales de la televisión deben mantener siempre el compromiso de repensar de forma consciente y práctica sus maneras de hacer, escuchar a los más veteranos que aún están con nosotros y velar porque esta no pierda su esencia, su glamour y sus valores. Que eduque y fortalezca sus mensajes, que sea más dinámica y efectiva, aunque siempre existirán críticas. También es esencial prestar atención a los jóvenes y trabajar para ellos y con ellos, pues sus ideas oxigenan y alegran.
“Yo adoro mi oficio y agradezco a la televisión infinitamente la oportunidad de haber logrado mis sueños, de haber hecho una vida profesional y también crecer como ser humano. Gracias siempre a los que han ayudado en este empeño; muchos no están físicamente, pero su labor fue decisiva para que hoy estemos aquí.”
Los inicios y la impronta de Marino Luzardo en la televisión no difieren mucho a la de su colega, este reconocido locutor comenzó su carrera en Radio Progreso, su primera gran escuela. Tiempo después la televisión le abrió las puertas y Marino, cuyo estilo sobrio, siempre desde una sólida preparación cultural, supo encontrar en esa línea el justo puente comunicativo entre invitados, locutores y televidentes:
“Entro en la televisión en 2004 como sustituto de Laritza Camacho en el programa Todo Listo del Canal Educativo 2, gracias a su recomendación. Luego, de manera estable, apareció De tarde en casa, espacio en vivo de mucha aceptación popular en el cual permanecí por 12 años. Ahí compartí primero con Miosotis Parapar y después con Rakel Mayedo, disfrutando mucho de sus compañías.
“A partir de entonces he asumido disímiles trabajos en la televisión a lo largo de mi carrera como locutor, pero sin dudas, ha sido Medio Día en TV –hoy Al Mediodía– el de mayor trascendencia y en el que he estado durante los últimos 13 años de manera ininterrumpida. Es un programa que me ha ofrecido la oportunidad de echar mano de mis conocimientos y herramientas como locutor, en un medio donde cada día te das cuenta de que nunca estás lo suficientemente preparado y en el cual tienes la oportunidad de codearte con profesionales de las más disímiles esferas.
“La televisión es mi casa, lo siento así. Ha significado para mí un mayor acercamiento al público, del cual siempre he recibido innumerables muestras de cariño. Sin embargo, esta popularidad –por decirlo de alguna forma– lleva también un alto grado de compromiso y de coherencia a la hora de enfrentar los proyectos en la pantalla. Es algo que sus hacedores debemos tener siempre presente.
Ambos artistas son hoy un referente para las nuevas generaciones que se inician en la locución; para la televisión dos de sus más notables exponentes; y para el pueblo su voz y compañía. ¡Dos grandes de nuestra pantalla chica!