Entre tu y yo
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- Escrito por: Lizbet García Romero/Bohemia
- Categoría: Entre tu y yo
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La actriz Anabel Arencibia ofrece una entrevista a BOHEMIA acerca de Inés, el personaje que interpreta en la popular teleserie Calendario
Llega al aula con la mirada perdida, evita el contacto con los que antes eran sus amigos y recaen sobre ella burlas constantes. Esa Inés que vimos en la primera temporada de Calendario, se esfumó. La amarga vivencia que marcó su trayectoria, llega a la pantalla para visibilizar una violencia latente. La actriz Anabel Arencibia comenta sobre su experiencia en la piel de Inés:
-¿Cómo fue la preparación de esta segunda etapa?
–De los personajes que he hecho durante mi corta carrera como actriz, este es el que más ha requerido de mi preparación y estudio. A diferencia de la primera temporada de Calendario, tuve que despejarme de mí y encarnar la piel de una persona con una situación muy compleja.
Acudí a referentes visuales en primera instancia: obras de cine que tienen la violación como conflicto principal. Con imágenes crudas pude entender lo que pasa por la mente de alguien que ha sufrido este tipo de violencia. Tuve asesoría del Centro Nacional de Educación Sexual y a raíz de ello pude buscarle un hilo al personaje. Ciertamente hay que estar en el pellejo para saber qué tipo de reacciones se pueden tener. Es demasiado oscuro.
-Inés, la zombi…
-La comparación está dada porque, tanto en dibujos animados, como en películas, se ha mostrado a los zombis como seres sin luz, de ritmo muy lento, con rostro triste y desganado; vagan por la vida y ni siquiera se sabe si logran expresarse, no se les entiende lo que dicen.
Con sentimientos escondidos, sumergida en sí misma; no sabe cómo expresar lo que tiene guardado dentro. Su vista cambió, su actitud, esa adolescente activa y risueña que era antes. Es una Inés opaca: así son los zombis.
-¿Hasta qué punto fue determinante el acercamiento entre Amalia y Anabel?
-Quiero hacer un señalamiento importante: a pesar de que había pasado un año y ella estaba totalmente distinta, las personas que la rodeaban no se aproximaron en ningún momento para indagar en la causa de su cambio radical.
Fue relevante el acercamiento definitivo de su amiga Anabel, que prefirió encararla, llegar a su casa sin avisar y buscar algún tipo de excusa para sacarla, aun sin saber qué le había sucedido. Después de tanto tiempo, Anabel fue aquella persona en la que ella tal vez encontró la manera de desconectar, sin imaginarse que una vez que acompañara a su amiga a casa de Amalia, iba a suceder el encuentro con el violador.
La reacción que tuvo Inés fue evidente. Su profesora Amalia, que siempre ha sido esa persona inmersa en los problemas de los alumnos, comenzó a sospechar. Inés no iba a hablar con nadie, había que acercarse a ella. Estaba totalmente cerrada, bloqueada, con un montón de pensamientos negativos.
Anabel y Amalia fueron quienes le hicieron romper la barrera; luego el personaje empieza a florecer un poco más.
-¿El caso de Inés en las redes sociales?
Cuando Natalia hace público el problema de Inés, ella se sintió totalmente avergonzada. Es muy duro para las personas que han pasado por una situación así, sacarlo a la luz de esa manera. Aterra, de repente, ser el centro de atención de una escuela completa.
Inés estuvo de acuerdo después, al ver la reacción de los muchachos del grupo y las posteriores consecuencias para la imagen de Marcel. Sola no hubiese podido “hacer justicia” y vio esta alternativa como una venganza. Todavía le resulta difícil, no quiere ir a la policía, pero pasará en algún momento porque eso no se puede quedar así.
-Calendario: la serie idónea…
Calendario es un espacio que ven muchísimas personas de todas las edades y géneros. Estos son temas muy delicados, con una sensibilidad fuerte, nada mejor que hacerlos visibles en un programa tan popular.
Uno de los éxitos de la serie ha sido que toca tanto los temas complejos como los más ligeros de una manera que identifica a la audiencia. El caso de Inés no debe estar oculto porque el mundo no es color de rosas y sí suceden a menudo ese tipo de cosas, incluso, peores. Hay que hacerlas saber.
-Un mensaje para las Inés…
Solo puedo decir que hay más vida y personas que están para ayudarnos: confiar en nuestra familia y amigos, que tal vez sean la solución para romper el silencio. ¿Hay que llorar? Sí, desahoga muchísimo, y aunque no se llegue nunca a superar del todo, por lo menos podemos quitarnos un pedacito de dolor sabiendo que la justicia existe.
FOTO
Inés encontró consuelo en sus seres queridos para superar la situación.
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- Escrito por: Roberto Chile/Cubaperiodistas
- Categoría: Entre tu y yo
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«No haces fotografía sólo con la cámara, la haces con todas las imágenes que has visto, con todos los libros que has leído, con toda la música que has escuchado, y con toda la gente a la que has amado»
Ansel Adams
Una cosa es el tiempo y otra es la vida. Cuando un hombre entregado a su oficio, sirve, lucha y persevera, su espíritu no envejece y el cuerpo -cargado de años- se muestra enhiesto y firme. Eso le pasa a Juan Manuel Muñoa, quien con 88 años sigue en pie, dibujando el tiempo con su mirada y su latir.
Mi mayor aporte es haber estado en el momento y el lugar adecuado y haber podido perpetuar momentos que quedarán para la historia.
Han sido tantas las experiencias, misiones dentro y fuera de Cuba, momentos y emociones vividas por este fotorreportero, que harían falta cientos de cuartillas para rememorarlas todas. Basten unas breves palabras suyas y un puñado de fotografías escogidas casi al azar, para asomarnos a su trayectoria en el periodismo cubano.
Medio siglo, se dice fácil, pero ha sido un camino largo.
El tiempo pasa. La vida no. Esa queda eternizada en una obra que más que una vida es muchas vidas, infinidad de instantes, historia vívida.
En 1965 comenzaste a trabajar como camarógrafo en el Noticiero Nacional de Televisión. ¿Cómo llegaste a esa plaza?
Llegué a la televisión en el año 1961. Comencé como auxiliar de estudio, que viene siendo un “utility”. Me fui superando y poco tiempo después me evalué como boom man, que es el que conduce el micrófono en los estudios de cine o televisión. Más tarde pasé a trabajar en el departamento de kinescopio donde aprendí a operar las cámaras de cine. Hasta que me presenté a una convocatoria para trabajar como camarógrafo en el Noticiero Nacional de Televisión. Eso fue ya en 1965, cuando integré el grupo que atendía las alocuciones del Comandante Fidel Castro y otros dirigentes del Gobierno Revolucionario.
Siete años más tarde, en 1973, entraste en Prensa Latina como fotorreportero. ¿Por qué decidiste cambiar la cámara de televisión por la fotográfica?
Porque en medio de todo aquel ajetreo descubrí la fotografía y me cautivó. Entonces comencé a trabajar como fotorreportero en Prensa Latina, agencia a la que he dedicado los mejores años de mi vida y donde aún permanezco.
Este año cumplirás 50 años de trabajo ininterrumpido como fotorreportero de Prensa Latina. Allí has cumplido incontables misiones. ¿Qué sientes cuando miras atrás y repasas todos esos años?
Siento una gran emoción. Han sido 50 años de trabajo continuo, acompañando a Fidel y otros dirigentes y personalidades en actos y recorridos, cubriendo eventos nacionales e internacionales, captando imágenes de momentos históricos en Cuba y otros países donde cámara en mano cumplí con rigor y responsabilidad mis deberes profesionales. Medio siglo, se dice fácil, pero ha sido un camino largo.
Fidel y Torrijos. Fotografía: Juan Manuel Muñoa
De todas tus imágenes ¿hay alguna sobre la cuál quisieras disertar o simplemente reflexionar?
Para mí, todas las imágenes que pude captar en mi vida tienen un significado particular, pero las que le tomé al Comandante en distintos momentos y diferentes sitios del país, cobran una relevancia especial, porque en cada una de ellas siento que lo estoy volviendo a ver. Por ejemplo, ésta en la que levanta sus dos manos al mismo tiempo -fíjate en los dedos de una mano y de la otra casi en perfecta simetría- es una de mis preferidas. Cuando miro esta foto, no solo veo su rostro y sus manos, también lo oigo, lo siento, me traslado a aquel momento en el que, como tantas veces, le habló al pueblo. Recordar es volver a vivir.
Fidel Castro le habla al pueblo. Fotografía: Juan Manuel Muñoa
¿Qué momentos de los tantos vividos te han dejado recuerdos más profundos?
Fueron muchos momentos en Angola, Nicaragua, Etiopía, Benín, donde di cobertura a conflictos armados que allí acontecieron a veces con riesgo para mi vida. Y claro, en Cuba.
Mi mayor aporte es haber estado en el momento y el lugar adecuado y haber podido perpetuar instantes que quedarán para la historia.
A punto de cumplir noventa años y tan largo camino recorrido en la prensa cubana. ¿Qué te queda por hacer? ¿Has pensado ya en colgar los guantes?
Si, yo creo que llegó la hora de colgar los guantes y dar paso a los más jóvenes. Es la ley de la vida. Pero no pienso ni está en mis planes, abandonar la fotografía. La cámara me llena de vida y me da fuerzas. Como mismo me ayudaron a mí algunos compañeros en mis inicios en el medio, yo he ayudado a mis compañeros más jóvenes, motivándolos a que se superen, como lo hice con Oseni, Amores, Tomasito (el cangrejo), Duma y otros. Es lo mejor que uno puede hacer, apoyar y orientar a los que vienen detrás, para que la obra continúe y se perfeccione.
¿Te animas a transmitirle un mensaje a los fotorreporteros de hoy y a los de mañana?
Les diría que trabajen siempre con pasión y esmero. La Revolución le brinda oportunidades a todos y esas oportunidades no se pueden despreciar, todo lo contrario, hay que aprovecharlas para crecer. En estos tiempos modernos la tecnología avanza aceleradamente, y aunque las raíces de la profesión son las mismas, se hace imprescindible superarse técnica y estéticamente para evolucionar y lograr fotografías cada vez mejores. Que estudien, experimenten, que rompan esquemas y traten de ser cada vez mejores profesionales, y por encima de todo, mejores seres humanos.
GALERÍA DE FOTOGRAFÍAS DE JUAN MANUEL MUÑOA





