Desde el helicóptero, el azul de la costa contrasta con el verde de las montañas orientales. Al principio parece sencillo el trabajo: solo hay que sostener la cámara con seguridad para que el movimiento no sea un problema y se pueda obtener lo mejor de las imágenes. Pero Frank Michel ve descender el aparato y meterse poco a poco entre las montañas. “Miedo no: esto no es miedo”, se dice y recuerda la vez en que se aventuró a conocer el paracaidismo tandem. “No le temo a las alturas”, se repite, agarra la cámara y se concentra.
Mientras vuela entre las moles rocosas, produciendo lo que los pilotos llaman “el efecto montaña”, ya el camarógrafo de 31 años –atento a cualquier cambio brusco- se va acostumbrando al movimiento y capta las imágenes aéreas más hermosas que necesitan para la presentación de una nueva serie histórica cubana: Duaba, la Odisea del Honor, actualmente en pantalla.
“Enfrentarme a una cámara dentro de un helicóptero fue complicado, sobre todo con estas que son un poco incómodas porque se operan de forma manual: hay que ir cambiando el objetivo sobre la marcha”, cuenta Frank Michel Batista García, graduado de fotografía en el Instituto Superior de Arte (ISA) y camarógrafo de Telecristal.
En tierra, pasado y presente se mezclan entre cargas al machete, tiros, marchas a pie o a caballo y las voces de atención de Oscar Feria, director de fotografía, y Roly Peña, director general de la serie. Conversan, intercambian ideas y poco a poco una parte casi desconocida de la historia de Cuba para muchos, va tomando cuerpo entre actores y escenarios reales.
Las cámaras con las que trabajan son pequeñas, nada parecidas a las que manipulan en los estudios de televisión. Esta novedad hace que Feria verifique cada detalle, asegurándose de la limpieza de las tomas.
“La Televisión Cubana no podía darnos las cámaras que necesitábamos mientras estuviéramos en Guantánamo. Por eso, la producción alquiló una 600D y dos 550D, modelo Canon que tienen un resultado en la imagen muy favorable porque son de alta definición; pero desde el punto de vista operacional nos traían varios inconvenientes porque había que cortar y definir si grabábamos todo con sol o lo hacíamos con sombra.
“Las temperaturas eran muy elevadas y hubo un momento en que tuve que coger un paño frío y ponérselo al cuerpo de la cámara, por temor a que nos fuera a interrumpir la grabación”, explica Oscar Feria, quien es reconocido más allá de las fronteras holguineras por su participación en 14 películas cubanas, entre ellas Madrigal y Martí, el ojo del canario.
Feria se mueve de un lado a otro, buscando los mejores ángulos para obtener imágenes impecables. De pronto, comienza el combate. En medio del tiroteo, las tres cámaras van captando el trozo de realidad que está a su alcance. En los escenarios no solo hay cámaras y actores. También, equipos inventados por el propio Oscar para facilitar las grabaciones.
“Teníamos un dolly fabricado con ruedas de patineta, con tubo metálico estructurado para funcionar con un soporte construido artesanalmente. El steadicam fue conformado a partir de muestras de Internet. También hice los soportes para operar la cámara; una jirafa o especie de grúa para todos los movimientos necesarios; y una pequeña cabeza caliente (o grúa), todos hechos por mí”, vuelve a explicar el director de fotografía.
Es pleno medio día en la zona más oriental de Cuba. Acaban de llamar a actores y personal técnico para comenzar la grabación. Hace calor y Oscar se viste con los atuendos de Incera, el hombre que se atrevió a atentar contra la vida de Antonio Maceo en Costa Rica. “Omarito”, el tercer holguinero que participó en la serie, también se caracteriza con su vestuario y deja a un lado los espejuelos. Los dos van a escena, pero detrás de las cámaras, a sus puestos habituales. Comienza el rodaje y llaman la atención esos camarógrafos vestidos de época, como si quisieran estar a tono con lo que está aconteciendo en las locaciones.
“A Roly Peña se le ocurrió involucrar a la mayor parte del equipo técnico en actuaciones secundarias –comenta Feria-. Me tocó disparar y después me matan de un balazo, pero lo poco atractivo de la experiencia fue que me pasé todo el día vestido con un personaje que vine a interpretar casi a la una de la madrugada. Y lo peor, ¡haciendo de camarógrafo!”
“Trabajamos el día entero haciendo cámara con aquella vestimenta, con zapatos que ni siquiera nos servían. A Baracoa llegamos a las dos de la tarde y mi personaje se vino a realizar a las 12 de la noche. Para mí, que uso espejuelos, no me fue fácil hacer todas las escenas sin ellos”, cuenta Omar.
“Lo más difícil de mi personaje, que era un capitán de barco, fue dejarme la barba casi un mes completo; pero lo mío no es estar delante de las cámaras”, asegura Frank Michel.
Oscar Feria, el más experimentado de los tres, mira a sus dos muchachos como un padre y se siente orgulloso. Fue él quien los incluyó en su equipo de fotografía y no le han fallado. Todos les admiran por su disciplina y su interés de superación. Es tarde en la noche y mientras todos duermen “Omarito” pone a descargar las imágenes en la computadora y se recuesta un rato, hasta que el proceso haya terminado y pueda descansar de verdad.
“Me llamaron para que trabajara como video-asistente, que es recopilar las grabaciones diarias y hacer pruebas de edición en el terreno. Pero cuando comenzó el trabajo, estuvo claro que hacía falta grabar con tres cámaras por la cantidad de pirotecnia. Entonces, a tres días de comenzar las filmaciones, ya era el tercer camarógrafo de la serie”, contó Omar Cruz Saavedra, quien cursa el último año de la especialidad de fotografía en el ISA.
Durante toda la serie han enfrentado obstáculos tecnológicos o naturales: subir kilómetros montaña arriba, simular que llueve o que los expedicionarios navegan, aunque el barco esté encima de un muelle.
“Cuando hicimos el efecto de lluvia en Guantánamo, tuvimos los carros cerca de un río. De él las turbinas tomaban el agua y se producía la lluvia. Pero en Baracoa hicimos unos planos donde supuestamente venía la expedición y ahí tuvimos otra dificultad. Al principio íbamos a utilizar los bomberos exclusivamente para producir efecto de lluvia, pero no nos permitieron que el barco con que filmamos estuviera dentro del agua porque habría marejadas y se corría el riesgo de que chocara contra la orilla. Por eso, nos montaron el barco encima del muelle, pero debía parecer que estaba en el agua. Entonces hicimos unas olas encima del piso, pusimos una luz en contra e obtuvimos el efecto como si fuera el agua la que estuviese en el piso, aunque realmente era el piso falseado”, explica Feria.
Grabar de día y simular que era de noche; lograr que la luz de los candiles y las velas parecieran reales aunque en verdad se grababa con luz artificial fueron algunos de los otros trucos audiovisuales del que fue cómplice este equipo de fotografía holguinero.
Después de una jornada agotadora, algunos duermen y otros hacen chistes o se relajan a su manera. Pero en la habitación de estos tres holguineros no reina el silencio. Poco a poco llegan Roly Peña y otros miembros del equipo. Es algo habitual, una especie de tertulia cinematográfica, lo que acontece en medio de la madrugada. Entonces, cuando parece que la magia de la tecnología languidece, otra vez se prende la llama y todos en el cuarto intercambian, en medio de una hoguera imaginaria, por dónde anda el mundo del audiovisual y algunos comparten sueños.