La primera temporada de Calendario paralizó a la audiencia cubana con sus 13 capítulos. ¿En qué consistió su éxito? Quizás en que fue producto cuidado estéticamente al extremo, un elenco actoral de lujo o por tocar temas viscerales de la sociedad que conectaron desde el primer momento con el público.

La serie ─dirigida por Magda González Grau y escrita por Amílcar Salatti─ terminó y dejó al espectador sediento de la poesía que traía intrínseco las clases de Amalia, de más peripecias de los alumnos del 9no 3 o de develar esas zonas grises detrás de los conflictos internos de cada uno de los personajes.

La primera temporada finalizó y los muchachos del 9no 3 crecieron y ahora vuelven vestidos de azul, en el preuniversitario, en una segunda temporada, con problemas más oscuros y crueles como la adicción a las drogas o la muerte del hermano pequeño de Leonardo. Amalia detrás, detectando esos problemas y cargando con los suyos, acompañando a sus estudiantes e intentando inyectarles una dosis de sensibilidad.

El salto en el tiempo, la salida de algunos de los actores que encarnaban los roles principales y el paso de Amalia de profesora de secundaria a un preuniversitario, fueron quizás las mayores preocupaciones de una audiencia hipercrítica como la cubana, que juzga con mayor fuerza a los productos audiovisuales del patio.

No obstante, el guion se concibió de forma magistral y desde el primer capítulo se introdujeron los nuevos personajes y se concatenaron las situaciones de ambas temporadas en un hilo que se mantiene lineal (hablando de historias que estaban y otras que surgen).

¿Qué trae de nuevo la segunda temporada de Calendario?

“Desde el punto de vista de la realización audiovisual, la única diferencia entre una temporada y la otra es que cambiamos al director de fotografía y asumió esa tarea Ana María González. No obstante, tratamos de que se pareciera a la primera para mantener una unidad estética y coherencia”, asegura Magda González Grau en entrevista a Cuba Joven. “Hay algunas diferencias porque a Ana María le gusta trabajar más la fotografía contrastada”, agrega.

Asimismo, si bien cambiaron los especialistas encargados del diseño de vestuario, intentaron defender la misma línea en la estética de los personajes que continuaron.

“El resto fue igual. Mi concepto de realización es bastante realista. Mi estética no es parecida al videoclip y trato de mover constantemente las escenas. Estoy convencida de que la comunicación se establece con una realización que sea atractiva, pero que funcione a partir de la dramaturgia de esas escenas”, explica.

Para Magda, es una premisa contar bien desde el punto de vista de la fotografía, del sonido, de la banda sonora, lo que está escrito y actuado. “Hago un guion técnico─ trabajo previo a la grabación─, y luego la puesta en escena con los actores. Tratamos de mantener una coherencia que tiene que ver con mi estética y con la manera en que creo que debe contarse la ficción”.

A criterio de Magda, en la primera temporada hubo un intento, que al final resultó fallido, de contar una historia en cada capítulo. “Por ejemplo, el dos se centraba en el Nagüe, el tres en Orestes, el cinco en Maritza, el siete un poco en Maykel… Fueron experimentos aislados de centrar en cada capítulo un conflicto. El uno fue Amalia, pero el cuatro, el seis, el ocho y el nueve eran capítulos corales.

“¿Qué pasaba? Y eso nos lo reprocharon y me preocupó muchísimo, que los conflictos se presentaban, se resolvían y después ese personaje se quedaba en un segundo plano y no tenía una historia fuerte para seguir respirando hasta el final. Eso nos pasó con el tema de Noemí y la adicción a los celulares, por ejemplo.

“Cuando estábamos planeando la segunda dijimos que lo haríamos diferente y que queríamos que fueran conflictos más fuertes porque los muchachos estaban en el PRE. Además, por la acogida que había tenido la serie y el reproche que nos hacían de que no habíamos profundizado en algunas tramas, sabíamos que la única manera de hacerlo es que en toda la temporada se mantuvieran vigentes todos los conflictos”.

La apuesta del equipo de realización fue plantear los problemas de cada personaje desde el primer momento, y después irán creciendo en toda la serie hasta que tengan su resolución en los capítulos finales. “Es mucho más efectiva esta estructura. Fue difícil porque cada rol en la medida en que pasa el tiempo se vuelve más intenso. Lo único que necesitamos es un espectador que esté todo el tiempo atendiendo”.

La directora cree que esa nueva manera de contar en la serie es un logro y una fortaleza porque no decae la atención. “Son capítulos de casi cincuenta minutos y la gente dice que se les fue enseguida, que duran muy poco. ¡Qué bueno que el público quiera ver más!”.

Segunda temporada de Calendario. Foto: Tomada de las redes sociales del elenco.

-Ahora que ve el producto terminado, ¿qué hubiera hecho diferente?

-Si bien cuando uno está viendo la serie siempre encuentra cosas que haría diferente, estoy muy satisfecha de las actuaciones, con el casting. Hubo personajes como Inés, Leonardo, Sofía, que en la primera temporada eran más flojos y en esta tienen conflictos muy fuertes y los actores han sabido defenderlos muy bien.

“Estoy contenta con trabajo de Jacqueline Arenal, Natacha García…Siempre soy muy crítica conmigo misma cuando veo los capítulos desde la edición. No es que me arrepienta, pero digo ‘esto lo podía haber hecho mejor o haberle dado más tiempo’. Gajes del oficio. No obstante, estoy satisfecha de como lo está asumiendo la población porque se han reenganchadon después de un año.

“Estamos mostrando temas duros, pero sin dar una receta. Queremos probar que, si se mantienen los valores, la esencia de los seres humanos, se puede vivir mejor y sortear todos esos conflictos. La humanidad, la generosidad, la honestidad, son cualidades que hacen que los seres humanos podamos sobrevivir a las peores cosas. La serie va por ahí y eso la gente lo siente.

“Una serie de ficción no es la realidad misma, sino un reflejo. Eso quiere decir que todo pasa por el espejo del realizador. Amílcar Salatti tomó situaciones cotidianas y luego las pasó por su sensibilidad para que podamos aprender de eso y ser mejores seres humanos. Ese es el objetivo de Calendario. Estamos satisfechos si con eso podemos hacer que la gente reflexione sobre su conducta, sobre cómo enfrentar las carencias. Que no sintamos la miseria del otro, sino que nos preocupemos por ser una mejor sociedad”.

***

La tercera temporada de la serie está grabándose. Magda González Grau confiesa que ahora que ve el resultado de la segunda, se está llevando más recio porque va aprendiendo de los errores.

Los temas de la religión y las discapacidades entran en el juego. “El otro día en las grabaciones Clarita García─ que interpreta a Amalia─ me decía que sentía que todas las escenas de la tercera temporada eran muy duras. Si bien es una actriz muy responsable con lo que hace, traté de en todo el plan de rodaje ponerle siempre cada día una escena dura y otras menos.

“Es un cierre y todos sentimos cada vez que hacemos una escena que es la última. Ya no hay más Calendario y eso nos llena de emoción, pero al mismo tiempo nos entristece porque estamos cerrando un ciclo”.

Ahora toca disfrutar de esta segunda entrega, sentir los personajes y hacer nuestros sus conflictos porque, al fin y al cabo, el éxito de Calendario está precisamente en esa capacidad de conectar con el público y de que cada espectador pueda ser uno más de los estudiantes que se sientan en un aula a deleitarse con la pasión de Amalia por la literatura.

Escuche la entrevista a Magda González Grau:

Segunda temporada de Calendario. Foto: Tomada de las redes sociales del elenco.

(Tomado de Cuba Joven)

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