Este lunes 17 de julio se estrenó al fin la esperada telenovela El derecho de soñar, un merecido homenaje a la radio cubana y a los hombres y mujeres que la han soñado y hecho realidad a través del tiempo.
Escrita a cuatro manos por los guionistas Ángel Luis Martínez y Alberto Luberta Martínez, el sugerente título de la entrega, hace un guiño a aquel fenómeno radial de finales de los años 40 del pasado siglo, El derecho de nacer. La radionovela escrita por el más humano de los autores, Félix B. Caignet, funciona como telón de fondo para contar las historias de amor, venganza y redención en las dos etapas en la que se divide el audiovisual.
La primera etapa transcurre en 1948, en plena “guerra del aire” entre las dos emisoras líderes de la época, la CMQ y la RHC Cadena Azul. También se cuentan los tristes acontecimientos de la muerte de la primera actriz española María Valero, y un sinnúmero de historias ficcionadas para aderezar desde el melodrama este regreso -a medias- de las telenovelas de época en Cuba.
Por su parte, la segunda etapa seguirá el quehacer diario de los actuales hacedores de la radio, con historias cotidianas, cercanas al público, pero llenas de misterio y pasión. La protagonista de esta etapa, Daniela, es una joven recién graduada de la FAMCA, sin ningún amor inicial por la radio, pero que se verá obligada a adentrarse en este mundo, y observar de primera mano cómo se vuelve a grabar aquella radionovela fundacional, rodeada de mitos y desgracias: El derecho de nacer.
La novela está dirigida por los experimentados realizadores Alberto Luberta Martínez y Ernesto Fiallo, que se dividieron en dos unidades para acelerar los procesos productivos.
El abultado elenco está conformado por actores de la talla de Yaremis Pérez, Jorge Martínez, Irela Bravo, y a su vez, por jóvenes promesas como Jessica Aguiar, la protagonista de la segunda etapa, o Ángel Ernesto García, que interviene en la primera con un personaje que marcará los derroteros anecdóticos de la fase posterior.
El derecho de soñar aun no comienza y ya se puede adivinar el parteaguas audiovisual que ha de significar este regreso a las novelas de época, al melodrama más puro y a la magia inconfundible de esa radio que amamos y construimos (realizadores y oyentes) todos los días.
A soñar entonces con esta telenovela, pues ese es nuestro derecho y la única vía para seguir creando y entregando lo mejor al público fiel de nuestros medios.