Mi entrevistado, Ovidio Cabrera García, no es un improvisado en los medios de comunicación. En 1962 colaboró con el diario El Socialista de Pinar del Río, fue director del Noticiero Provincial de Cadena Occidental de Radio en esa región y editor de un periódico quincenal.

Ha sido locutor, director de programas informativos,  productor de un noticiero semanal en la Televisión Nacional Cubana (llamado Girón en el año 1966); fundador, director, redactor y presentador de un programa diario de información y variedades, de una hora de duración, Camagüey Año Uno, en Radio Cadena Agramonte, en la Provincia de Camagüey (espacio dedicado a la Columna Juvenil del Centenario, de 1968 a 1970); y  subdirector del periódico Juventud Rebelde de circulación nacional, por espacio de 6 años, de 1972 a 1978.

De 1978 a 1985 fue director del Noticiero Nacional de la Televisión Cubana, en ese tiempo dirigió el paso del NTV en blanco y negro a color y de la utilización de la película de celuloide en el informativo a video tape; fundó y dirigió el primer estudio a color de la TVC, que fue dedicado a la información; fundó la cadena de Telecentros en el país; creó los Servicios Informativos de la TVC; e introduce la participación por primera vez de la mujer como presentadora del NTV y la de los periodistas en cámara, reportando en la calle.

Fue vicepresidente a cargo de la Televisión, del Instituto Cubano de Radio y Televisión de Cuba, desde 1996 hasta el mes de marzo de 2005; así como fundador, director adjunto, vicepresidente y representante de Cuba y jefe de los cubanos en esa misión, en el Canal internacional Telesur, de 2005 hasta abril de 2011.

A su regreso continuó fundando…y hoy es asesor de la Dirección General de la TVC. Con él he discutido, he coincidido, sé que hay personas del ICRT que no lo miran bien, si todos lo hicieran habría que preguntarse el por qué. Es un hombre que ha vivido y vive para la televisión:

Cuándo sacaste al aire La Esclava Isaura, ¿pensaste qué sería un acontecimiento? ¿Cómo llegó a tus manos?

-En el verano de 1983, Tele Rebelde, su canal compañero, recién se estrenaba como señal nacional y buscábamos tener programas que pudieran impactar por sus contenidos y atracción. Yo había asumido la dirección de ese Canal, en aquel entonces Informativo-Deportivo que fue como nació, además de seguir dirigiendo el Noticiero Nacional de Televisión y los espacios que hacían los Servicios Informativos, como Panorama, dedicado al sector de la Cultura artística, realizado por el director de TV, Roberto Ferguson, Telecierre que salía al final de las transmisiones y otros espacios casuísticos de información.

La estructura de este canal descansaba en la de los Servicios Informativos, que después se convertirían en Sistema, a la cual, le añadimos algunos cargos más, necesarios para su funcionamiento.

Una de sus especialidades era la de atender la programación extranjera. Israel González Peña, ya fallecido, un gran revolucionario, de vasta experiencia en esas lides y en el trabajo de la Radio (había sido director de Radio Rebelde) y de la Televisión, era quien asumía esa responsabilidad y siempre andaba buscando ofertas; era una hormiguita, se apareció como a las nueve de la noche en mi oficina con un casete Umatic que contenía un demo de La Esclava Isaura, con el propósito de que lo viera.

Yo estaba a punto de salir, después de un día entero de trabajo desde las 8 de la mañana, complicado como todos, y le digo, González lo vemos mañana. Pero me respondió que si miraba los primeros planos me iba a quedar enganchado. Entonces para decidirme o no, las preguntas de rigor: cuál es el contenido, qué género, de dónde es. Es una novela sobre la esclavitud en Brasil. El término novela me frenó, la Televisión no había puesto y no ponía novelas extranjeras, solo algunas series cortas. Los prejuicios aún no habían sido borrados. Sin embargo, lo de la esclavitud en Brasil me llamó la atención.

Una de las razones por las que no se transmitían, radicaba en que todas ellas transitaban por temas banales, no es como hoy que, aunque giran sobre aspectos de mucha intimidad de parejas, tienen otras sub-tramas de carácter social y la Esclava sí tenía esa condición.

Por tanto, me decidí a ver fragmentos de prueba de la novela. Efectivamente, quedé enganchado y le pedí ver en ese momento el primer capítulo completo, que había venido con el demo. Cuando terminé de verlo ya estaba seguro de que de ponerla sería un acontecimiento.

Ahora la lucha era cómo introducirla y que fuera aprobada.

De inmediato la mandé a poner en la parrilla de programación del verano de nuestro Canal Tele Rebelde, que en unos días debía realizar una conferencia de prensa para informar los materiales que ofrecía.

Me fui a ver a Nivaldo Herrera, presidente del ICRT en ese entonces. Le expliqué mis intenciones, argumentando que era un programa de bastantes capítulos, pero que su contenido estaba relacionado con la esclavitud en Brasil y que sería una buena opción. Con mirada de duda y de suspicacia me dijo, sería la primera novela extranjera que pondríamos y el perfil de Tele Rebelde no es ese. Después de darle múltiples razonamientos, concluyó, veremos.

Como yo conocía su forma de proceder, sabía que no había ninguna negativa y que me daba la posibilidad de experimentar. Horas antes de la conferencia de prensa, lo llamo para informarle que íbamos a anunciar La Esclava Isaura en la programación de verano. Bueno, allá tú, ese es un problema del director del Canal. Lo dijo de buena forma, entre la duda y el apoyo. Cuando él consideraba que algo era no, lo decía muy seguro en el momento.

En horas de la tarde, en la conferencia de prensa que realizamos en la sede del ICAP, en calle 17, informamos que se iba a transmitir.

La pusimos en el horario de las once de la noche, de lunes a viernes para que no chocara con la programación habitual, sobre todo del canal Cubavisión, en ese momento canal 6, que conciliamos con Enrique González, jefe de Programación de nuestro Canal, con Martha Díaz, de ese equipo y otros compañeros, tratando de no molestar a nadie en lo más mínimo. Tenía 76 capítulos de unos 42 minutos, protagonizada por Rubens de Falco y Lucélia Santos, con un estelarísimo elenco de artistas brasileños blancos y negros.

La novela La Esclava Isaura constituyó de inmediato un sunami en la programación de verano de ese año. No imaginábamos ni el 10 por cien del impacto que produjo, cuando nos arriesgamos a poner una novela extranjera al aire, en el segundo canal con cobertura nacional. Recordar que Tele Rebelde se constituye con la unión del Canal Dos, que llegaba solo hasta la provincia de Camagüey, y de Tele Rebelde Santiago de Cuba, que transmitía a las provincias orientales, del cual tomamos su nombre.

La extraordinaria atracción de los públicos latinoamericanos por la novela de televisión se demostraba de nuevo en Cuba y era superada con creces, con un producto bien hecho, bien actuado, en colores y sobre todo con buen contenido pese a sus inconsecuencias.

Líneas de aviones que retrasaban su horario de salida, reuniones interrumpidas, conciertos suspendidos, picos de programación elevadísimos, ajustes de los horarios de electricidad para que no hubiera apagón a esa hora, citas pospuestas, visitas canceladas, apuro por llegar a tiempo a casa para sintonizar Tele Rebelde a las once de la noche, esfuerzos del otro canal nacional para competir. Todo eso, lo indecible y más, ocurrió con la puesta de La Esclava Isaura.

Dado ese gran impacto de la novela en la población, de un Canal que empezaba con nuevos propósitos, informativo-deportivo, el primer gran antecedente de otro proyecto grande, el Canal Caribe, decidimos en coordinación con el Instituto Nacional de Turismo, invitar a Cuba a sus principales actores y, terminado el verano, al final del mes de octubre, estaban en La Habana, Rubens de Falco, Lucélia Santos y su esposo y Ângela Leal, la conocida conejita de la novela, a los que recibí en la losa del aeropuerto Internacional José Martí y hospedamos en el hotel Riviera.

Esta visita constituyó otro acontecimiento. En todos los lugares que visitaron, cuando eran detectados por la población inmediatamente se creaba un molote de gente para vitorear y ver a los actores.

Fueron recibidos por René Rodríguez, presidente del ICAP en ese entonces, en cuya sede se realizó un pequeño recital con la presencia de Luis Carbonell y la animación de Germán Pinelli; también fueron recibidos por Nivaldo Herrera, presidente del ICRT, en ese Instituto, donde pasamos muchos trabajos para poder sacarlos del edificio, por la cantidad de público aglomerado. Cuando intentábamos salir por M, la gente corría para M, cuando lo hacíamos por 23, todos acudían a 23. Al fin pudieron salir dentro de un apretado grupo de personas tratando de tocarlos y hablarles.

En el hospital Hermanos Ameijeiras pasó otro tanto, al punto que, en el forcejeo por salir, Rubens de Falco perdió un zapato.

Julio García Espinosa y Silvio Rodríguez conversaron con ellos en Varadero, en un ambiente de mucha cordialidad.

La visita de los actores brasileños sin dudas constituyó un agradable gran revuelo en el país, donde la prensa toda, desempeñó un importante papel.

El colofón, por supuesto, ante la realidad del movimiento de masas que generó, lo puso Fidel, al recibirlos en el Palacio de la Revolución, donde entabló con ellos un diálogo muy amistoso. Habían pedido verlo y se fueron muy satisfechos por esa atención. Tiempo después se les hacían llegar las fotos del encuentro.

El vigor que había dejado su estancia aquí lo aprovechamos cuando nos dimos cuenta de que solo habían sido invitados los actores blancos, de una novela que versaba su contenido sobre la esclavitud; se hubiera podido catalogar como un acto racista.

Con tal esclarecimiento, recurrimos a que vinieran los principales intérpretes negros y dos más que tenían importantes papeles y que no pudieron hacerlo la primera vez. En esa oportunidad fueron acompañados por el director y actor de ese país, Milton Gonçalves do Nascimento. Su estancia de igual manera fue muy bien recibida y concluyó con un espectáculo musical, transmitido por Tele Rebelde y animado por ellos.  

De tu época en Cubavisión, ¿qué espacios recuerdas con más placer?

-A mí me designaron como vicepresidente del ICRT para atender la Televisión a finales de 1995, después de participar en la vuelta a la tierra junto a la Delegación que encabezó el Comandante en Jefe, Fidel Castro, y que comenzó por Europa, pasó por la República Popular China, Vietnam, Japón e hizo una escala técnica en Canadá.

Esta nueva responsabilidad no me era ajena porque desde el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido, donde estaba, atendía la Radio y diez años antes había dirigido el Noticiero Nacional de TV y el Canal Tele Rebelde. Sin embargo, había que enfrentarse a situaciones nuevas y muy complejas, como son todas las de la Televisión en cualquier época.

Durante más de nueve años en esta labor, imagínate cuántas cosas pasaron y programas se hicieron. Comenzamos en dos direcciones: fortalecer el equipo de dirección con buenos especialistas y que además pudieran dirigir adecuadamente, y emprender el camino de la iniciativa, la creación de nuevos espacios que respondieran tanto a los buenos contenidos como al entretenimiento y el interés, teniendo en cuenta las experiencias de los que antes pasaron por ahí.

Yo le doy mucha importancia a la satisfacción y al interés que cualquier programa pueda despertar en los públicos. Sin él, no hay teleaudiencia. Por supuesto, no fueron pocos los obstáculos que hubo que sortear, sobre todo dos de los que siempre permanecen: las incomprensiones y la falta de recursos.

Pero antes de ir a lo específico que me preguntas, quiero expresar una satisfacción política adquirida en este trabajo de la televisión y el ICRT. Se trata del apoyo que en esa etapa se dio a todo el movimiento de la Batalla de Ideas que encabezó Fidel: las Mesas Redondas diarias, Tribunas Abiertas, aquellos actos multitudinarios por el regreso de Elián González y su llegada a Cuba, y sobre todo la presencia del Jefe de la Revolución en su bregar diario haciendo y dirigiendo el proyecto socialista que defendemos.  

Rescatar el concurso de música Adolfo Guzmán y haberlo realizado varios años, es algo que se puede recordar con agrado; allí pusimos a concursar a muchos compositores y cantantes haciendo música cubana. El Guzmán era todo un acontecimiento, desde que comenzabas a pensar y conformar el jurado, hasta el espectáculo final e incluso después lo disfrutabas, pese al intenso y cuidadoso trabajo que había que hacer y lo que implicaba su repercusión positiva o negativa. Irma Larín y Julio Pulido, como director del programa, eran sus ejecutivos más importantes. Sara González, Lucía Huergo, Geidy Igualada, Liuba María Hevia, Ariel Alfonso y el Tosco, entre otras personalidades conformaron alguna vez el jurado. José Luis fue en varias oportunidades su director musical. Rememoro y satisface hacerlo, el Gran Premio al tema de Pedro Romero, Mariposa, que interpretó Beatriz Márquez o el Premio a la Popularidad a Qué Hago con la Canción, del mismo autor que cantó Vania Borges, en uno de los Guzmanes.

En el sector de la música hay muchas cosas más que sentaron pauta y que hoy aún se mantienen. Hecho en Cuba, programa de Video-Clip, antecedente de Los Lucas, idea del director Orlando Cruzata, que nos costó esfuerzos para ponerlo al aire por incomprensiones. Teníamos razón. Después se convirtió en lo que es hoy, el magnífico espectáculo de los Premios Lucas.

23 y M, dirigido en aquel entonces por Julio César Leal, Lo bueno no pasa, de Gloria Torres, Piso 6, por Joel Guillian, Ultra Casual, antecedente de Cuerda Viva, de Ana Rabasa, que también se convirtió en un Festival de Música Alternativa, Bravo, del director Roberto Ferguson, dedicado al Ballet y la Danza en general, que cumplió recientemente 25 años,  Bailar Casino, de Víctor Torres, quien además organizó junto conmigo las grandes fiestas de fin de año que se realizaban en los barrios habaneros con las mejores orquestas. A veces eran hasta más de 10 puntos en la ciudad y todas estaban varias veces en vivo en la transmisión de la Televisión, porque esas presentaciones bailables para el pueblo, constituían un gran espectáculo en su conjunto.

Los programas musicales de cierre y apertura de la programación de verano. A estos les dimos un realce que no habían tenido nunca, donde propiciamos que participaran realizaciones de los Telecentros y llegaron a tener decenas de espacios en esas parrillas estivales. Con ellos organizamos, por primera vez, los Festivales Nacionales que llegaron a tener una prominente repercusión. Gratos recuerdos.

La gala al Comandante Juan Almeida, en el 45 Aniversario de La Lupe, los Festivales del Caribe, realizaciones bien hechas, Fiesta Boricua, programa de boleros en coordinación con productores de ese país, coordinado por Cari Rojas, al frente de la Redacción de Musicales en ese tiempo, Roxy Bar, paquete de programas para un verano realizado en Cuba por el periodista y presentador italiano de TV, Red Ronnie, con cantantes cubanos y de Italia, entre otros que sería larga la lista.

Pero si quiero, por último, en lo que se refiere a música, recordar, aunque a algunos les moleste, tres programas que hicimos con Alfredito Rodríguez y que fueron de alta teleaudiencia, dos sobre boleros y otro de canciones, todos de música cubana, la nuestra. En Familia con Alfredo, se ganó a la inmensa mayoría del público televidente, por su escenografía, la forma de hacerlo, lo novedoso en aquel momento, sus entrevistas. El contenido, nada en contra de la Revolución, al contrario, su música cubana toda. A las 12 del día, con una hora de duración, se alcanzó el 95 por ciento de teleaudiencia en todo el verano de ese año. Las banalidades que pudo haber tenido no le hicieron sombra a su éxito. La respuesta está en que todo lo que se hace hay que proyectarlo, organizarlo, discutirlo y prepararse para cada momento. 

La Sombrilla Amarilla, fue un proyecto de excelencia como se demostró después. Estaba engavetado. Cuando me hablaron de él, me quedé ganado. Realmente nos dio trabajo, pero al fin salió y tuvo éxito. Fue el antecedente de Claro Carita. Hubo otros, pero sería largo referirlos.

En los dramáticos había una crisis de guiones para hacer sobre todo novelas, como ha sido característica siempre. Se pagaba poco por un trabajo muy acucioso y responsable y los escritores no lo asumían. Magda González Grau, en ese entonces jefa de la Redacción de Dramatizados y yo desplegamos un ingente esfuerzo que nos dio algunos resultados, insuficientes por supuesto.

De ahí surgieron Las Huérfanas de la Obra Pía y si mal no recuerdo La cara oculta de la luna, entre otras, con un buen contenido, objetivo claro que teníamos en vincular ese aspecto medular con los resortes tradicionales que definen este tipo de programa.

En lo referido a la novela extranjera tratamos de diversificar y no solo remitirnos a las novelas de O Globo, muy atractivas por cierto como Roque Santeiro, Vale todo e incursionamos con Café con Aroma de Mujer, de Colombia y Ochín, de Japón.

Asimismo, hay que destacar el vuelco que le dimos al teatro en televisión, que hasta ese momento lo que se hacía era filmarlo en los escenarios para la TV. Comenzamos una producción de grandes obras con realización para la televisión que nos resultó muy bien. Recuerdo Andoba, dirigida por Mario Balmaseda y María de los Ángeles Jauma, Las Brujas de Salem, por Moya, Aire Frío, por Mirtha González. También recuerdo La Casa de Bernarda Alba, entre otras.

En esa etapa surgió en el género humorístico, Sabadazo, dirigido por Julio Pulido, que fue un extraordinario acontecimiento televisivo y más tarde Jura Decir la Verdad, con Ulises Toirac, que también constituyó un hito televisivo en ese género.

No podemos dejar de mencionar a Entre tú y Yo, que cubrió la urgente necesidad de informar sobre la vida televisiva y sus producciones.

Hubo otras apariciones de programas relacionados con la vida social, histórica y política del país, fue una etapa muy prolífera, de mucho trabajo y éxitos, donde estuvieron presentes también desaciertos y sin sabores, pero no es el caso ahora. Lo que sí está claro es que impulsamos la necesidad de buscar ideas buenas y hacer creaciones de interés.

 

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