Quizás el elenco más diverso de figuras del espectáculo convocado jamás en Cuba se da cita en , telenovela dirigida por Lester Hamlet, que inicia su postproducción tras casi dos años de accidentado rodaje

Invariablemente la noticia deja al público en ascuas: acaba de concluir el rodaje de , quizá la producción más publicitada en la historia de la televisión cubana dentro del emergente escenario de las redes sociales y que asoma la cabeza con un cúmulo de estimulantes promesas, entre ellas la de poner tras las cámaras del espacio a un experimentado realizador cinematográfico de la Isla: Lester Hamlet.

Para nadie es secreto que en los tiempos que corren los medios audiovisuales (cine, televisión, internet, video) y sus respectivos lenguajes extravían cada vez más las fronteras. No es de extrañar que las interferencias entre unos y otros se tornen cotidianas y que los creadores busquen y encuentren posibilidades de expansión en cualquiera de ellos.

Lo cierto es que ya sea dinamitando sus cimientos, que rindiendo homenaje a lo mejor de la tradición melodramática, el evento de marras le viene como anillo al dedo a un género usualmente proclive a la anemia expresiva y argumental, también afectado en Cuba (con honrosas excepciones), justo por la precariedad económica e imaginativa que ha rondado a la industria del teledramatizado seriado durante los últimos años.

Osadía a prueba de balas

De carácter invariablemente lúdico, el aura creativa de Hamlet parece apuntalar una obra marcada en sus cuatro costados por la singularidad. Respaldan esta vez el talento de los libretistas Amilcar Salatti y Yoel Infante, quienes desde su propio argumento ya parecen lanzarse en busca de lo extraordinario al abordar el mundo de la otorrinolaringología, especialmente el tema de los implantes cocleares que les devuelven la audición a los niños, según ha declarado Hamlet, un centro sobre el cual gravitan cientos de emociones.

Paradójicamente, en sugerente contraste con el tema, la preeminencia de la música dentro del universo fictivo de la obra parece que pondrá las cotas de riesgo e innovación bien altas, estrategia que arranca con el convite a figuras del panorama melódico del patio al nivel de Haila María Mompié, Telmary Díaz, Luna Manzanares, y hasta la cantante lírica María Eugenia Barrios, para hacer gala de sus aptitudes histriónicas con intervenciones puntuales dentro de la trama.

En esa cuerda algunos de los actores también se aventurarán a incursionar en la música. Ya han circulado instantáneas de Bárbaro Marín en un set presto a interpretar rancheras, o de Alicia Hechavarría, una de las protagonistas, grabando canciones del compositor Polito Ibañez, cuya obra tendrá al parecer un espacio de relevancia dentro de la serie.

La novela de todos 

Desde el propio logo de la telenovela que reproduce las líneas de un cubanísimo vitral, hasta las connotaciones directas del título,  no disimula su interés en convertirse en espejo de la compleja y diversa realidad, tanto por sus imágenes que devuelven un retrato insular, donde no se discriminan edades, razas, ni sectores sociales, como por sus emociones que pendulan entre la risa y el drama intenso, ese amplísimo diapasón emotivo que apuntala nuestra idiosincrasia.

Su propio trabajo de casting entronca con dichos presupuestos al hacer confluir desde noveles talentos de la actuación, entre ellos Gabriel Wood (quien completa la dupla protagónica), Yasbell Rodríguez, Leo Benítez o Gretel Cazón, con iconos de la interpretación nacional a la altura de Isabel Santos, Luisa María Jiménez, Nestor Jiménez, Fernando Hechavarría, Aramis Delgado, Daisy Granados, algunos presentes gracias a un subrayado trabajo de reciclaje luego de largas ausencias como Carmencita Ruiz (nuestra Teresita Prieto) o Ana Nora Calaza, por apenas mencionar algunos en una lista inabarcable de excepcionales artistas donde aparecen hasta los representantes de la locución cubana Marino Luzardo, Dielcy Jiménez o la actriz y conductora Edith Massola.

Los implicados no dejan de agradecer la experiencia en cada espacio público o virtual. La aventura creativa al parecer ha dejado huellas. Las imágenes hablan de intensidades y sutilezas pocas veces rozadas por el género en Cuba, así como del rigor en cada una de las especialidades técnicas. El arte y las musas como siempre "se soltaron" y el milagro de  ya ronda la puerta.

TOMADO DE TRIBUNA DE LA HABANA

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