El hombre viaja por el aire en un caballo que desafía las nubes. La música interrumpe el sueño, nombres extraños: Schubert, Beethoven, Bach, lo espabilan

,se acomoda en su montura para disfrutar del espectáculo: la Orquesta Sinfónica Nacional visita lo más intrincado de la Sierra Maestra con los instrumentos encima de un camión, que escoltan precipicios a cada lado del camino.

Imposible olvidar tantos días de gloria no bajada de los cielos, sino hecha en la tierra, con el fuego de una joven revolución triunfante, que desde su génesis se propone: “Desarrollar el arte y la cultura, precisamente para que el arte y la cultura, lleguen a ser un real patrimonio del pueblo”, argumenta Fidel en Palabras a los intelectuales, en 1961. Las relaciones sociales construidas por el nuevo proyecto privilegian la cultura como derecho y oportunidad individual y colectiva.

La evolución acelerada de la tecnología instaura un nuevo discurso dominante, comunicación y cultura son piezas clave en el complejo universo actual, donde imperan desterritorializaciones, hibridaciones, otras formas de sentir, de ver.

El sentido de los públicos ha cambiado. La cultura de masas se transforma en una cultura segmentada; espectadores diversos, activos, son portadores de variados gustos y modos de consumir.
En nuestra televisión, de carácter público, la cultura debe formar parte de todos los contenidos y géneros, no siempre desde intenciones explícitamente didácticas, que afectan la polisemia del arte; se trata de ampliar conocimientos, lograr pleno disfrute, influir en el gusto estético, “propiedad relativamente estable de la personalidad, en la cual se fijan por medio de la información estética las normas objetivas y las preferencias subjetivas, que sirven de criterio personal para una valoración estética”, según el diccionario pedagógico.

No existe lo que no se escucha, lo que no se ve, lo que no alcanza la percepción festiva, “cuando la conciencia entrelaza lo sensorial, lo sensitivo, lo estético interviene con más fuerza y su lectura es obviamente consciente”, apunta el crítico de arte Juan Acha (Perú 1916- México 1995).

¿Por qué limitar ciertas músicas y géneros solo a programas especializados: Un palco en la ópera (Canal Educativo, Jueves, 10:00 p.m.), La danza eterna (CE, Miércoles, 10:05 p.m.) y Bravo (CE,  Lunes, 10:00 p.m.), entre los más relevantes? Sin duda, su eficacia repercute en el conocimiento del espectador interesado en dichas manifestaciones, y en el que, tal vez por azar, sintonizó las emisiones referidas u otras, como De la gran escena, (Cubavisión, Jueves, 8:30 p.m.), en el cual lidera lo culto de lo popular. El confinamiento de la música sinfónica, lírica, del ballet, de la danza contemporánea, en algunos programas, origina estancos, reduce la posibilidad de interesar a no conocedores o poco habituados a esas expresiones artísticas.

Más allá de crear espacios, hay que aprovechar los existentes en diferentes horarios, se logra con Paréntesis (Canal Educativo 2, Domingo y Miércoles, 8:30 p.m. y 7: 30 p.m., respectivamente).

La vanguardia del joven movimiento artístico y literario del país debe estar presente en el amplio ámbito televisual.

Aciertos notables logra el Canal Educativo 2 en programas que, mediante acuciosas investigaciones, revelan historias de vida, aportan análisis esclarecedores sobre culturas, músicas, artes plásticas, estéticas, y acercamientos al pensamiento filosófico, social. Algunos, en apenas 15 minutos, aprehenden esencias indispensables para el conocimiento y la espiritualidad del ser humano: Signos (Viernes, 7:45 p.m.), Iguales y diferentes (Jueves, 7:45 p.m.) y Vivir 120 (Martes, 7:30 p.m.). Varios espacios del segmento nocturno, a las 8:00 p.m., merecen ser retransmitidos por sus contenidos e interesantes diseños: Sur (Martes), A Capella, (Viernes), y Música del mundo (Domingo), este último, por fortuna, forma parte también de Canal Habana (Viernes, 9:30 p.m.).

Mantener opciones en los canales, seguir perfeccionando la estrategia de programación, contribuirá a fortalecer el concepto de la cultura como proyecto integrador, en función del gusto estético de los televidentes. Hacer más con lo que tenemos, favorecerá el espectáculo mediático, habida cuenta del lugar estratégico de la televisión en las dinámicas de la cultura cotidiana de la mayoría de los públicos.

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