Entre tu y yo
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- Escrito por: María Regla Figueroa Evans / Fotos: Cortesía de la entrevistada
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La actriz Ingrid Lobaina comparte su recorrido por la televisión, el cine y el teatro, un camino que define como un “viaje actoral alineado a sus propósitos”.
Para la joven actriz, la actuación es una parte fundamental de su vida, estrechamente vinculada a una sensación de seguridad y vitalidad. Es un camino que se ajusta a sus objetivos y a la certeza de que está aquí por una razón.
Su incursión en las artes escénicas comenzó a los siete años, a través de un taller derivado de la compañía infantil de teatro La Colmenita. Tras la disolución de este espacio y por recomendación de su líder, Ingrid pasó a la Colmenita Central, donde conoció a Carlos Alberto Cremata (Tin) y al resto del equipo.
Permaneció en el teatro de manera ininterrumpida hasta los quince años, cuando ingresó en la Escuela Nacional de Arte (ENA), donde continuó profundizando en el arte escénico. Al graduarse, se unió por un tiempo a Teatro El Público, bajo la dirección de Carlos Díaz. Finalmente, decidió ingresar en la Universidad de las Artes, en la Facultad Arte de los Medios de Comunicación Audiovisuales (FAMCA).
Durante los cinco años de su formación en la FAMCA, se mantuvo alejada del teatro y solo realizó algunos trabajos en televisión. Uno de ellos llegó gracias a Rolando (El Chino) Chong, quien, en su segundo año de carrera, la contactó para interpretar a una mujer transgénero en la serie Rompiendo el silencio.
Tiempo después, ya en quinto año y en plena producción de su tesis, “El Chino” Chong volvió a convocarla para participar en la segunda temporada de la serie, esta vez en un nuevo personaje.
«Son incontables los aportes de la actuación a mi vida personal. Uno de los más importantes ha sido ayudarme a superar la timidez al expresarme en público», confiesa Ingrid.
«De hecho, antes de salir al escenario, siempre atravieso pequeñas crisis de pánico, pero he aprendido a controlarlas gracias a los ejercicios de actuación y al trabajo psicológico. Son terapéuticos», concluye la actriz.
Muchos televidentes admiraron tu trabajo en Calendario ¿Cómo llegaste a formar parte de esta aclamada serie?
«A Calendario llego gracias a Magda González, directora de la serie, quien fue mi profesora de dirección en la FAMCA. Fue muy gracioso porque muchos de mis compañeros en la escuela desconocían mis vínculos con la actuación debido al tiempo que estuve alejada de ella. Me preguntaban: ‘¿De dónde saliste?’, mientras otros decían: ‘¡Mira a la muchachita nueva!’ o ‘¡La actriz nueva!’».
¿Cuáles eran tus expectativas al llegar al casting de Calendario?
«En realidad, llegué sin expectativas porque, en ocasiones, los criterios de selección se basan en aspectos muy específicos. Apegarse demasiado al resultado de un casting puede ser perjudicial e incluso desmotivador para cualquier artista.
«Por eso me presenté sin creer que obtendría el papel, pero feliz por la oportunidad de hacer la audición, de que me vieran y, finalmente, de haber conseguido el rol».
¿Qué representó Calendario para alguien que no era ampliamente reconocida en la televisión debido a sus escasas incursiones en ese medio?
«Calendario me cambió la vida por completo. Después de la serie, sentí que la gente me conocía y reconocía. Fue un fenómeno interesante, una transición de ser una actriz inadvertida a convertirme en una referencia para los televidentes.
«Me detenían en la calle para hablar sobre mi trabajo y sobre la serie en general, para debatir, lo que resultó una experiencia novedosa. También lo noté en las redes sociales, donde el número de seguidores aumentó considerablemente».
Desde el punto de vista actoral, ¿cuáles fueron los mayores retos que te impuso el personaje?
«A nivel interpretativo, fue un desafío dar vida a un personaje con diez años menos de los que yo tenía cuando comencé la serie.
«Fue un reto tanto en términos de caracterización física como psicológica, lo que me llevó a agradecer profundamente a Magda por confiarme esta gran responsabilidad».
En El derecho de soñar interpretaste un personaje completamente diferente al de Calendario. ¿Cómo llegaste a esta novela?
«A El derecho de soñar no llegué exactamente por azar, porque siempre hay personas clave que determinan tu entrada a un proyecto.
«Fui convocada por Yailín Coppola, mi profesora de actuación en la ENA, quien me explicó los detalles de la novela y me propuso hacer un casting».
¿Cómo calificas esa experiencia?
«Fue espléndida. Tuve la oportunidad de compartir escena con actores de la talla de Rubén Breña —quien ocupa un lugar muy especial en mi corazón—, Jorge Martínez y Roberto Perdomo, entre otros grandes de la actuación».
¿Qué criterios crees que tuvo Luberta al asignarte el personaje?
«Pienso que su decisión estuvo basada, sobre todo, en su intuición y seguridad al elegir el reparto. Más allá de cualquier preocupación por la apariencia, confió en su capacidad para dirigirme en un proceso enriquecedor, no solo por el resultado en pantalla, sino también por lo vivido detrás de cámaras».
Eres muy versátil en tus roles. ¿Utilizas algún patrón para transitar por distintas zonas actorales?
«Cada actor, más allá de su formación académica y teórica, va construyendo poco a poco su propio método.
«En mi caso, no me atrevo a mencionar una escuela específica como guía. A veces, siento que lo más importante al conformar un personaje es la flexibilidad y la capacidad de adaptación a las circunstancias.
«No todos los actores, directores y proyectos son iguales. Tener ideas preconcebidas no siempre funciona, porque cada producción tiene su propia dinámica. Por eso, mi enfoque es trabajar desde la sinceridad».
Dentro de tu carrera, ¿qué rasgos consideras más relevantes?
«Destacaría la diversidad en la edad y características físicas de los personajes que he interpretado. Esto me ha permitido vivir muchas vidas, ya que siento que una sola no me alcanza para hacer todo lo que deseo.
«A través de la actuación, puedo explorar otras épocas, espacios, cuerpos, géneros y orientaciones sexuales, lo que enriquece enormemente mi experiencia artística y personal».
Sé que en el thriller Nora, próximo a entrar en posproducción, asumes el papel protagónico. Háblame de esta nueva aventura.
«Es un largometraje de acción dirigido por Roly Peña, con un discurso narrativo centrado en la historia de una mujer infiltrada en una red de espionaje en Estados Unidos.
«La trama comienza cuando varios espías, al igual que ella, son capturados mientras cumplían sus misiones. A pesar del peligro, Nora decide seguir adelante con su encargo».
Durante el transcurso del filme, tu personaje se enfrenta a diversas situaciones que, desde el punto de vista actoral, demandaron mucha preparación.
«Sí, tuve que entrenarme para escenas de combate cuerpo a cuerpo, manejo de armas de fuego y conducción de automóviles en situaciones de persecución. También realicé algunas escenas peligrosas, incluso bajo el agua, lo que me llevó a aprender a nadar».
¿El personaje solo exigió destrezas específicas o también implicó cambios físicos?
«También hubo modificaciones físicas. Seguí una rutina de ejercicios y una dieta para aumentar de peso, con el objetivo de lograr la apariencia y resistencia necesarias para el personaje.
«Fue una experiencia que cambió mi vida y la percepción que tenía de mí misma. Derribé muchas creencias limitantes, me sorprendí haciendo cosas que nunca imaginé.
«Este proyecto fue un gran desafío: me empujó a superar mis límites. Aunque por momentos sentí mucha presión, también fue una experiencia gratificante, sobre todo porque logré hacer la película».
¿Quiénes te acompañaron en esta experiencia cinematográfica?
«Héctor Noas, Aramís Delgado, Patricio Wood, Clara García, Reytel Oro, entre otros.
«La película está completamente centrada en mi personaje y en los obstáculos que enfrenta para cumplir su misión y regresar sana y salva a su país. Por esta razón, no tuve tantas interacciones con el resto del elenco, salvo en algunas escenas puntuales.
«Además, debido a los entrenamientos y la intensa preparación para el personaje, pasé mucho tiempo sola. Sin embargo, esto me ayudó a profundizar en el mundo interior de Nora y a conectar con la soledad que ella misma experimenta a lo largo de la historia».
El público siempre tiene la última palabra. ¿Qué esperas de esta propuesta?
«Espero que la reciban con el mismo amor con el que la hice. Por ahora, la espera me genera curiosidad y nervios, porque no sé cómo reaccionará el público.
«Nora es un filme que no sigue los patrones habituales del cine cubano, lo que añade un elemento de incertidumbre».
¿En qué otros proyectos has trabajado recientemente?
«El año pasado trabajé con la compañía Teatro Aire Frío, dirigida por Eduardo Eimil. Él tradujo y adaptó la película Magnolias de acero para llevarla a escena como la obra Magnolias, en codirección con Yaite Ruiz.
«También participé en el largometraje Calle 232, de Rudy Mora, donde tuve la dicha de conocer a Jorge Alí».
Trabajar con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) es una experiencia maravillosa. ¿En qué momento te vinculaste a esta organización?
«Mi relación con UNICEF comenzó hace algún tiempo, a raíz de mi participación en la serie Rompiendo el silencio. A partir de ahí, colaboré en eventos de la campaña Mídete, dedicada a la prevención de la violencia en la infancia y la juventud.
«Con el tiempo, empecé a impartir charlas y talleres de manera voluntaria, hasta que finalmente me propusieron encargarme de la parte audiovisual de estas campañas».
En cuanto a estas campañas, ¿qué has logrado hasta el momento?
«Recientemente concluí una campaña sobre la infancia y estamos por finalizar otra. También realizamos unos spots hermosos sobre inmunización infantil y estamos a punto de estrenar otro dedicado a la neonatalidad.
«Además, me siento muy sensibilizada con temas relacionados con la juventud y la adolescencia»
¿Qué trae el 2025 para Ingrid Lobaina?
«Me gusta dejarme llevar por las circunstancias y la providencia. Siempre digo que “los personajes me escogen a mí”.
«A veces vivo un poco ajena a lo que sucede y no siempre me entero de los castings, pero, afortunadamente, suele haber alguien que menciona mi nombre en el momento oportuno y me acerca a los proyectos.
«Por ahora, estoy tranquila, esperando que surja algo nuevo. También estoy dedicando tiempo a planes personales vinculados al mundo de la fotografía y las artes visuales, dos pasiones muy importantes para mí, aunque no sean tan mediáticas como la actuación».
Antes de despedirse, Ingrid Lobaina (Noemí en la serie Calendario, Heidy en la telenovela Tan lejos y tan cerca, y Nora en el largometraje del mismo nombre) deja claro que su carrera se define por la versatilidad y el compromiso con su arte. Como ella misma reitera: «Mi vida es un viaje actoral alineado a mis propósitos».
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Ana Gloria Buduen está catalogada como una de las mejores actrices de la escena cubana, destacándose por su desenfado, calidad actoral y la diversidad de roles que es capaz de asumir. Siente una pasión indescriptible por la actuación, tanto es así que comentó: “Para ser exacta, de no haber sido actriz, hubiera tratado de ser actriz, porque es lo más cercano que sentí desde que tuve conocimiento”.
Desde muy pequeña se involucró con las artes escénicas, sin saber que todo lo que hacía pertenecía a ese mágico mundo. Recuerda que, a los cuatro años, su padre le construyó una carpa con sacos de yute en el patio de la casa de turno, donde los vecinos iban los fines de semana a disfrutar de sus inocentes actuaciones, preparadas por sus tías.
Pasaron los años y Ana Gloria siguió apegada a las artes escénicas, desarrollando una carrera profesional caracterizada por disímiles proyectos audiovisuales, entre los que se encuentran: Cuatro mujeres, de Maité Vera; Desvarío, de Alejandro Gil; La pared de las palabras, de Fernando Pérez; Melaza, de Carlos Lechuga; Sergio y Serguei, de Ernesto Daranas, y Últimos días en La Habana, de nuevo con Fernando Pérez.
Recientemente, la disfrutamos en la telenovela Renacer, interpretando el personaje de Gertrudis, la madre de Luis Manuel, un hombre con una actitud cromañónica y, por supuesto, fuera de contexto. Sobre su rol, la actriz dijo:
“Gertrudis fue una nueva oportunidad de morar debajo de otra piel, de atravesar situaciones por las que no he transitado nunca fuera del set. Ana Gloria jamás se ha visto en los procesos existenciales por los que atravesó nuestra Gertrudis, víctima de su formación doméstica y de un protagonismo opacado que solo podía suceder entre las paredes de otros, como resultado de una época donde el machismo era cotidiano. Lidió con conflictos generacionales, en los cuales el principal afectado era su amado e inocente nieto Darielito”.
¿Cómo se preparó para enfrentar un personaje tan sensible como lo son las abuelas, en este caso inmerso en conflictos y desventuras familiares?
“No necesité preparación, solo apropiarme del espíritu de ese personaje que pulula por todos los senderos del universo con diferentes características y diversos idiomas. Van miles de Gertrudis por ahí, ocultando su frustración y profundo dolor causados por las incomprensiones y las ignorancias.
Soy abuela y, por tanto, solo tuve que pedirle su piel y buscar el momento justo para penetrarla… Entonces, cuando eso sucedió, Gertrudis fue mía y la transité con todo mi amor y desenfado.
Fui feliz cuando pude verla, oírla; fue algo mágico. Sucedió cuando compraba en mi bodega. Hasta allí llegó nuestra Gertrudis, contando sus problemas a una amiga, y al escucharla con atención, para mí fue bien, el milagro se hizo”.
¿En qué medida la actitud asumida por su personaje, algo mediadora, es referente para familias que enfrentan una situación similar?
“Nuestra Gertrudis demostró que no hace falta haber cursado altos estudios universitarios ni poseer una inteligencia superior para resolver conflictos en el seno familiar, y que solo el amor infinito por los suyos es capaz de traer soluciones.
Ninguna acción del personaje durante la novela puso en riesgo la integridad física ni psicológica de su nieto. Este hecho, por sí solo, demuestra su gran sensibilidad humana y resistencia hacia la brutalidad y la injusticia.”
¿Cómo se sintió bajo la dirección de una joven como Heiking Hernández?
“Absolutamente cómoda. Tengo gran confianza en los jóvenes talentos y casi siempre estoy rodeada de ellos; los busco o me buscan, pero siempre estamos juntos retroalimentándonos, en un proceso que disfruto infinitamente.
Los jóvenes que trabajan y crean con amor merecen todo mi respeto y así lo manifiesto. En el caso de Heiking y Molina, realmente estar bajo su dirección fue un placer.”
Renacer fue un caudal de jóvenes. ¿Cuánto aprendió de estos artistas noveles?
“Me sentí reconfortada, fueron capaces de darlo todo, lo que siempre esperé de ellos: profesionalismo, sensibilidad, creatividad y mucho talento.
Las escuelas de arte en Cuba merecen todo mi respeto; poseen un claustro de profesores eminentes. No importa la crisis por la que atraviesa el país, nuestros talentos germinan, dando muestra de la fertilidad del arte cubano en todas sus manifestaciones. ¡Enhorabuena!”
Dentro del universo actoral, ¿quiénes han sido sus referentes?
“Esta pregunta es muy difícil de responder. Temo herir susceptibilidades, pero debo ser justa y reconocer que todas y cada una de las luminarias de nuestro sistema de estrellas, tanto de antes como de ahora, me han aportado mucho.
Desde muy pequeña me fascinaba la televisión en nuestro país y no me perdía ningún programa. ¿Y qué decir de la radio? Aunque suene feo expresarlo, me ‘comía’ clases en la escuela y corría a casa para escuchar la novela de las dos y otros programas.
Ellos, poco a poco, fueron diseñándome como la actriz que soy y fungieron como mis primeros maestros. Les estaré eternamente agradecida.”
Además de la docencia, ¿qué otras labores desarrolla vinculadas al mundo de la cultura?
“Como bien dices, ejerzo la docencia; pero además soy productora y representante, directora artística, instructora de arte y artesana. Todos estos roles los disfruto al máximo.”
¿Qué personaje le gustaría interpretar?
“Todos los que entren en mi radio de acción.”
En una larga carrera, son múltiples los méritos obtenidos. ¿Cuáles recuerda en estos momentos?
“He recibido muchos reconocimientos durante mi carrera artística. Los más sobresalientes han sido: la Medalla Raúl Gómez García, la más alta condecoración que confiere el Sindicato Nacional de la Cultura; la Placa José María Heredia; el Diploma Nicolás Guillén y la Distinción por la Cultura Nacional, como reconocimiento a mi trayectoria creativa y de promoción cultural.”
Ha trabajado en diferentes medios. ¿Cuál es su zona de confort?
“Es única y se establece cuando ocurre un hecho fortuito en un determinado lugar donde yo me encuentre, ya sea física o mentalmente, y logro captar desprevenido al personaje que persigo.
Un hecho motivante puede ser una imagen, un sonido, una frase dicha por alguien, algo que leo en un libro, un verso, una estrofa de alguna canción… En fin, cuando el personaje se descuida, lo atrapo, acabo con su libertad y lo hago mío para siempre. A partir de ahí, se consolida mi zona de confort.”
Sabemos que personas como usted siempre tienen algo en la mira. ¿Existen nuevos proyectos?
“En estos momentos, después de la pérdida de nuestro cineasta Jorge Luis Sánchez, con quien me unía un lindo proyecto cinematográfico, el espacio de proyectos futuros ha quedado en blanco. Ahora solo descanso y me dedico a otras actividades mientras llega otro campanazo de alerta.
Me siento tranquila y segura porque sé que los personajes son espíritus y, al parecer, la nómina de los míos aún no está ocupada. Yo solo espero, totalmente abierta a interesantes propuestas.”