Las telenovelas brasileñas son adictivas entre nosotros, y cuando se les mete bisturí originan reacciones de rechazo a la crítica, que van desde el atrincheramiento fanático, que no admite ni el más mínimo rasguño, hasta los que apelan a que es mejor no meterse con un producto sin otra pretensión que enganchar al telespectador medio

Adriana Esteves, Camila Pitanga y Gloria Pires, protagonistas de Mujeres ambiciosas (Babilonia). Foto: Dossier Rede Globo

Entretener al espíritu en medio del confinamiento, averiguar cómo se resuelven las tensiones románticas, suspirar junto a los amantes, lanzar imprecaciones a quienes no entienden u obstaculizan el desenlace esperado, y freír a fuego lento a la villana protagonizada en una sola pieza, con caritas malvadas, por la bella Paola Oliveira, hizo soportable la puesta en pantalla de A través del tiempo durante meses.

Las telenovelas brasileñas son adictivas entre nosotros, y cuando se les mete bisturí originan reacciones de rechazo a la crítica, que van desde el atrincheramiento fanático, que no admite ni el más mínimo rasguño, hasta los que apelan a que es mejor no meterse con un producto sin otra pretensión que enganchar al telespectador medio.

Pero puede uno entretenerse, engancharse, no exigir pretensiones que escapen al alcance de la propuesta y sentarse tres noches a la semana frente al televisor para desconectar neuronas, sin que por ello tenga que admitir pasivamente lo que no funciona. En A través del tiempo la progresión dramática fue demasiado dilatada, sobre todo en la primera parte, como si se mordiera la cola; podían dejarse de lado capítulos enteros sin menoscabo de la comprensión de la trama. Eso fue un desliz profesional, extraño a las rutinas productivas de Rede Globo. Como tampoco cuajó, por forzado, inverosímil y filosóficamente disparatado, aun dentro del canon espiritual inspirador –creencias en la reencarnación, el karma y la metempsicosis–, el viaje de los personajes de una época a otra, por mucho que en la segunda parte hubo más de un intento por fundamentar el tránsito temporal.

A pesar de ello, Rede Globo vendió bien el resultado y, todavía a estas alturas, en sus promociones asegura que la libretista Elizabeth innovó al escribir dos novelas en una con lo que marcó un hito en la historia reciente del género. Está por ver.

Lo cierto fue que en enero de 2016, cuando culminó la transmisión en Brasil, hubo un clima de aceptación. Ahora bien, ese mismo público habituado al consumo de culebrones, un año antes recibió sin contemplaciones la novela que ahora comenzó por Cubavisión. Babilonia, que en la versión en lengua española se titula de manera explícita Mujeres ambiciosas, no se recuperó nunca de los menguados índices de audiencia en el horario estelar, lo cual llamó más la atención por tratarse de una producción que festejaba el cincuentenario de la poderosa corporación mediática.

Debo aclarar que un factor decisivo en la debacle inicial tuvo que ver con el clima político imperante en el gigante sudamericano y no con la factura artística en sí misma. La relación lésbica mostrada en el primer capítulo desató la furia de parlamentarios fundamentalistas evangélicos que atacaban a la presidenta Dilma Rousseff y al Partido de los Trabajadores por el supuesto «debilitamiento moral de la sociedad» y ya apostaban por secundar al ultraderechista Jair Bolsonaro en su ascensión al poder, con Michel Temer como comodín intermediario.

Cierta prensa luego se explayó en la exacerbación de aspectos trágicos y ansias de venganzas en el argumento. Ricardo Linhares, uno de los guionistas con méritos acreditados por ser el autor de Piedra sobre piedra (vista en Cuba con el pésimo título de Te odio mi amor) e Insensato corazón, describió la descalificación como una acción «oscurantista y dictatorial» y una evidencia de «discriminación e intolerancia» por parte de un sector político influyente.

El televidente cubano tendrá que juzgar con cabeza propia y prestar más atención al argumento y la forma de presentarlo. Entre las expectativas está el fichaje de tres actrices harto conocidas aquí en los papeles protagónicos: Gloria Pires, Adriana Esteves y Camila Pitanga. Las dos primeras han dejado entre nosotros algunas huellas imborrables como villanas de altura: la Fátima de Vale todo y la Carmiña de Avenida Brasil. Por cierto, Esteves, en marzo pasado, saltó a la opinión pública por oponerse al nombramiento de su colega Regina Duarte como ministra de Cultura en el gabinete de Bolsonaro, en lo que consideró una traición a los principios éticos de una artista que se respete.

A Camila Pitanga la recordamos por su Bebel en Paraíso tropical y la Isabel de Lado a lado. En su país destaca por el activismo en favor de la igualdad de derechos de la mujer, la batalla contra la violencia de género y el activismo ambiental.

Babilonia dará que hablar, pues tiene mucha tela por donde cortar. Y muchos estamos en casa obligados a carabina ante la propuesta televisual que nos viene de Brasil.

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