El título no es un trabalenguas. Es verídico: los martes seguiremos Rompiendo el silencio, con la retrasmisión de la primera temporada, aquella que nos puso frente a frente a la  violencia hacia las mujeres y las niñas.

Entonces escribí “Aplausos para Rompiendo el Silencio, pero queremos más”, lo reprodujo Cubadebate el 31 de Diciembre del 2016, y apuntabaLa vida demuestra que no bastan leyes y acciones frente a los ofensores si no existe una sanación para las sobrevivientes. Incluso sanación también para los violadores del derecho humano de la mujer a vivir en armonía y con equidad dentro de la sociedad.

Buscando información sobre la serie topé con los criterios de la experta Alda Facio, abogada, feminista, consultora de las Naciones Unidas, que ha luchado desde las leyes y el activismo social por una sociedad en que la mujer tenga realmente un status igual al hombre.

Ella afirmó en una entrevista: “A la gente se le olvida que la violencia contra las mujeres no era considerada una violación a los Derechos Humanos, era una cuestión privada y lo privado no entra en la esfera de los Derechos Humanos, sólo para las cuestiones que pasaban en lo público”.

En uno de sus textos Alda razona “Pero donde se ha hecho relativamente poco es en lo que se refiere a la obligación más general de prevención de la violencia contra las mujeres, en particular la obligación de transformar las estructuras y los valores patriarcales que perpetúan y consolidan esta violencia sexista. Trabajar la violencia como un problema que puede ser resuelto por la vía penal, únicamente, es un grave error. Porque la vía penal, además de ser ineficiente y androcéntrica, está centrada en el castigo de los perpetradores, no en la restitución, rehabilitación o el resarcimiento de las víctimas. Y, más importante aún, no en el cambio de las estructuras sociales y mentales que mantienen y hasta promueven esta violencia.”

No puedo decir que me acuerdo de los capítulos, pero si apunté  que en algunas oportunidades  los finales no estaban resueltos. Alabé su canción tema (Amaury Ramirez Malberti y Telemari Diaz) “porque sitúa al televidente en  lo que verá en cada capítulo que está concebido de forma independiente”.

Del guion se encargaron Lucía y Rolando  Chiong  y este último de la dirección junto  a Legna Pérez, y también tuvo “un buen y variado elenco tanto generacional como racial, que muestra el mosaico ese, que es  Cuba”.

La revista Miradas sin excusas, dirigida por Elena Palacios y conducida por la Dra Beatriz Torres, acompaña también la reposición de Rompiendo el silencio: “La idea fue crear un programa por cada capítulo de Rompiendo el silencio incluso cuando la revista no tiene por qué salir ni antes ni después del capítulo, la revista tiene 20 programas, de ellos 11 están dedicados a la nueva temporada y nueve a la primera”, me dijo Elena.

 

Beatriz explicó “Tuvimos 58 comparecencias, de acuerdo a las características de los temas, hubo expertos que participaron en más de un panel en varias ocasiones. Estuvieron representados Psicólogos, Sociólogos, Juristas, Periodistas, Antropólogos, Pedagogos, Médicos, Historiadores, Realizadores, Comunicadores y Profesionales de la Fotografía, entre otros. Se logró un trabajo de equipo y lo más importante a mi juicio, es que se persiguió ilustrar a la población sobre estos temas, ver las señales de la VG, sus causas, repercusiones en la familia, la sociedad, las diferentes alternativas para afrontarla y dónde se pueden encontrar puntos de inflexión en las diferentes situaciones que se presentan, para no reproducir la violencia y lo más importante prevenirla”.

La segunda temporada, que terminó el martes cuatro de mayo, con el capítulo Concausa ha sido una muestra de buen  guion con un empaque adecuado. El último, una historia espeluznante (no inverosímil) pertenece a Mariela Lopez Galano, que vio muy bien defendido sus personajes por Linda Solano y Luis Alberto García.

Pero el resto de los capítulos, todos con temas fuertes, fueron una muestra de que se puede hacer buena televisión y con  temas que no tienen que ser susurrados, como si fueran prohibidos. Por primera vez –en la tv cubana- hubo unos gay que se besaron en la boca, y no ocurrieron manifestaciones callejeras.

El equipo de realización estuvo integrado por Tony Sánchez (director de fotografía), Amaury Ramírez Malberti (música original), Maikel Pardini (en esta ocasión se ocupó de la banda sonora), Marisel Pestana (asesora dramaturga), Mareelen Díaz (asesora especializada), Daniel Diez Jr (editor) y Rubén Gómez (musicalizador). Trabajaron en los guiones Lucía Chiong, Mariela López y Yasmín de Armas, además de los directores.

El elenco contó con reconocidos profesionales de la actuación entre los que se encuentran Tahimí Alvariño, Bárbaro Marín, Irela Bravo, Cristina Obín, Cruz Pérez, Rubén Breña, Daisy Quintana, Rolando Chiong, Carlos Solar, Roly Chiong, Sandra Castillo, Yuny Bolaños, Armando Miguel, Ingrid Lobaina, Jennifer González, Yerlín Pérez, Julio César Ramírez, Yazmín Gómez, Armando Valdés, Edith Massola y Jacqueline Arenal que, con ese papel, retornó a la televisión cubana.

Una vez más digo que volveré sobre el tema.

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