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El secreto mejor guardado de la segunda temporada de Calendario, fue develado al fin para los últimos minutos del episodio de hoy: un Bruno de regreso a su tierra, y “sin sacudirse el polvo del camino”, llegó con una amplia sonrisa a la morada de su profe Amalia. Fue este el momento idóneo para devolvernos a un personaje tan entrañable, ahora que todas las tramas se han acomodado y esta segunda entrega se ha apoderado de las audiencias. 

 

Pero mucho más pasó hoy en Calendario. Un primer beso entre Raúl y Amalia, seguido de confesiones relacionadas con el pasado del hombre y el futuro que quisiera construir junto a ella, sacaron a relucir el costado amoroso de la profe, aunque las decepciones de antaño la hagan dudar y resistirse. Este nuevo amor la convidó a disfrutar sin miedo de cada momento antes que todo desaparezca, pues al final la vida está hecha de instantes, y es de tontos negarse a disfrutar de ellos. 

 

Las despiadadas y antiéticas actitudes de Natalia, más la sed de venganza de Inés, activaron las alarmas de Amalia, consciente de que tomar la justicia por nuestras manos no es la solución. 

Una relación tejida más allá de lo sexual, ha comenzado a establecerse entre Vladimir y la curadora “temba”. La inexperiencia y premura del joven, sumada a la sabiduría brindada por los años de la mujer, contrastan favorablemente y dotan a la serie de momentos muy tiernos y disfrutables.

 

La tensa escena del almuerzo en casa de los padres de Noemí, bastó para entender los motivos por los cuales la madre de Orestes cayó presa. Cada vez más, el nuevo padrastro del muchacho, va asomando su verdadero rostro y haciéndonos entender las terribles implicaciones de su  “negocio”.

 

Hoy vimos a un Ernesto Codner preciso, concentrado , con una energía escénica impresionante. En esta temporada Orestes ha crecido desde el guion, y el joven actor aprovecha cada nuevo rasgo y costado psicológico para brillar en todas sus intervenciones. 

 

Lo mismo pasa con Ingrid Lobaina en la piel de Noemí. Esta vez, el personaje anda más ligero de temores e inseguridades; ahora se nos presenta como una joven valiente, dispuesta a tomar sus decisiones, a equivocarse y aprender de esos errores. La actriz le imprime seguridad, fuerza y un entendimiento cabal de los textos. 

 

Iván Balmaseda sigue demostrando el crecimiento que ha sufrido su personaje en esta temporada. El veterano actor pone a disposición de la escena su saber estar ante las cámaras, su buena colocación vocal y un estudiado trabajo con las atmósferas. El actor sabe crear climas tensos, llevarlos al límite, y arrastrar junto a él a sus otros compañeros de escena. 

 

En este cuadro actoral no puede faltar la encomiable participación de Iris Pérez; una actriz intelectiva, mesurada, que equilibra con su actuación la postura intolerante y violenta de Balmaseda. Entiende que su personaje es una madre mediadora, con prejuicios adheridos a su piel, pero a los que está dispuesta a desterrar por el amor que le tiene a su hija. 

 

Este fue un capítulo equilibrado, con tendencia al reposo y al uso de diálogos reflexivos y oportunos. Por momentos se extraña ese aire de cierre temático que los capítulos de la primera temporada lograban, pero aun así Calendario cala en los corazones de quien lo ve, y enternece. 

 

Con la reaparición de Bruno, la serie apunta a tratar el tema de la migración de ida y vuelta, no siempre abordado de manera inteligente en los medios; ya veremos si Salatti sabe sacarle lascas de la forma en la que nos tiene acostumbrados. 

 

Por lo pronto hemos de quedarnos con esas palabras martianas para el final y el poema de Baquero, esa sonrisa amplia del muchacho y el abrazo infinito entre alumno y maestra. Bruno es la muestra de que no importa la distancia ni los nuevos caminos que uno tome: lo que se aprende desde el alma es imborrable.