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- Escrito por: Soledad Cruz Guerra / La Jiribilla/Imagen: Tomada de Internet
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Desde el nacimiento del Instituto Cubano de Radiodifusión —luego Instituto Cubano de Radio y Televisión y hoy parte del Instituto de Información y Comunicación Social—, el gran empeño fue fomentar una radio y una televisión que se distanciaran del sensacionalismo, la crónica rosa, la crónica roja, de las tendencias a fomentar edulcoradas expectativas, de estimular el morbo por la violencia, la crueldad, la muerte.
La nueva propuesta se planteaba encaminar sus programaciones a cultivar a los televidentes y radioyentes en el disfrute de cuentos, teatros, películas —cubanos y universales— de valores artísticos, y contaba para ello con un numeroso grupo de artistas, realizadores, técnicos con experiencia, televisiva desde los años cincuenta y radial desde 1922, que no abandonaron el país después de 1959.
En ese sentido, el cambio, en el afán de procurar una ventana abierta a mayores posibilidades de apreciación estética, fue fuerte: sin anuncios comerciales, sin novelas jaboneras, sin descripciones sensacionalistas de accidentes, asesinatos, crímenes pasionales, estilos a los que estaban acostumbrados buena parte de los públicos que se podían permitir el tener un aparato de radio y los —todavía más privilegiados— que poseían un televisor, porque esos medios no eran mayoritarios, aunque se podían adquirir a plazos y, donde no había electricidad —la mayor parte del país—, funcionaban con baterías.
En el primer periodo especial, de los años 60 —en tiempos de guerra, porque las agresiones, atentados, invasiones, alzados en los lomeríos, eran prácticamente cotidianos—, se produjo la desaparición de las mercancías procedentes de Estados Unidos y llegaron las rusas y las del resto de los países socialistas, entre las que figuraban radios y televisores que comenzaron a ser distribuidos por los sindicatos con facilidades de pago a plazos, lo cual fue dando verdadero sentido masivo a esos medios comunicacionales.
“…el cambio, en el afán de procurar una ventana abierta a mayores posibilidades de apreciación estética, fue fuerte: sin anuncios comerciales, sin novelas jaboneras, sin descripciones sensacionalistas de accidentes, asesinatos, crímenes pasionales, estilos a los que estaban acostumbrados buena parte de los públicos…”
Lo cuento por experiencia propia. En la zona rural de Río Lázaro, donde vivía mi familia, había un único radio en la casa de un vecino a la que se caminaba casi un kilómetro en la noche para oír las noticias, la novela y a Radio Rebelde trasmitiendo desde la Sierra Maestra. Mis padres compraron un viejo radio tan pronto se establecieron en Florida, permitiendo que mi relación con ese prodigio sonoro comenzara temprano en la infancia. Mi primer televisor, ruso, por supuesto, en blanco y negro, me lo gané como periodista de Juventud Rebelde por allá por 1974, y enseguida comenzaron mis inconformidades y mis gratitudes con aquella llamada caja tonta que, al igual que el radio, se convirtieron en ventanas abiertas a posibilidades educativas y culturales.
A 60 años de creado el ICRT, el 24 de mayo de 1962, a la radio y la tv yo misma les he señalado, y lo sigo haciendo, incongruencias, falta de creatividad en algunos aspectos, enfoques estéticos poco atractivos, carencias informativas, pero no puedo dejar de reconocer sus valores en lo concerniente a ofrecer programas sobre los más diversos saberes: artísticos, científicos, del mundo natural y las nuevas tecnologías, ofrecer posibilidades de conocimientos de idiomas, cursos de Universidad para Todos, clases que permitieron mantener vivo el aprendizaje durante los más duros años de la pandemia, posibilidades de informarse mediantes cadenas televisivas internacionales como Telesur y Rusia Today.
“A 60 años de creado el ICRT, el 24 de mayo de 1962, a la radio y la tv yo misma les he señalado, y lo sigo haciendo, incongruencias, falta de creatividad en algunos aspectos, enfoques estéticos poco atractivos, carencias informativas, pero no puedo dejar de reconocer sus valores en lo concerniente a ofrecer programas sobre los más diversos saberes…”
La radio, cuando cumple cien años este 2022, ha crecido en emisoras, es muy importante en el mantenimiento de la memoria musical, trasmite todo género de programas, aunque, al igual que la tv, a pesar de la modernización, de la presencia en Internet, no tiene suficientes espacios dedicados a la crítica artística, a la polémica sobre temas candentes de la realidad nacional que interesan a toda la población y pueden contribuir a la participación popular, a la cultura del diálogo. A pensar, en tiempos en que urge provocar el debate, cómo enfrentar las tentaciones de la frivolidad y la banalidad, que son tendencias junto a la falta de esfuerzo para discernir las complejidades de las actuales circunstancias mundiales.
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- Escrito por: Valia Valdés/Fotos tomadas del perfil de Facebook del ICRT y de Valia Valdés
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Cada año se entrega la Condición Artista de Mérito como justo reconocimiento a aquellos que, obteniendo notables resultados, se han consagrado a la labor de estos dos medios de comunicación
El pasado 24 de mayo se conmemoró el aniversario de la creación del Instituto Cubano de Radiodifusión, posteriormente ICRT. En el marco de esta celebración, cada año se entrega la Condición Artista de Mérito como justo reconocimiento a aquellos que, obteniendo notables resultados, se han consagrado a la labor de la radio y la televisión.
La entrega de la Condición Artista de Mérito tuvo lugar este pasado 31 de mayo en el Memorial José Martí, de La Habana; acto que comenzó con un respetuoso minuto de silencio dedicado a la memoria del director, realizador de sonido, profesor, documentalista y acucioso investigador musical, Felipe López Morfa, el cual, premiado en los Festivales Cubadisco y de la Radio en numerosas ocasiones, participó en importantes proyectos artísticos, ganándose el cariño de sus compañeros que lo añoran.
Una gran amiga, Rosa María Rivero, recibió la acreditación de la Condición Artista de Mérito, de la que Felipe Morfa fue merecedor, y evocó ante esta periodista la manera mágica en que llegó a la radio, su cualidad de archivo de la música popular, cómo por medio de su creación audiovisual logró realizar un documental a su cantante favorita, Beatriz Márquez, y la peculiaridad de encontrar constantes analogías entre las letras de las canciones y la vida.
Entre los 16 artistas de la televisión que recibieron la Condición Artista de Mérito, se encuentra Edith Massola, Premio Pequeña Pantalla 2019. Actriz versátil, conductora del espacio 23 y M, que dirige y escribe desde hace algunos años. Con estas palabras expresó sus sentimientos al Portal de la Televisión:
“Casi mi vida entera he estado en la televisión, es la familia que me ha visto crecer, que me formó y completó el camino de mi carrera, iniciada en el cine y el teatro musical. De forma ininterrumpida, la televisión me ha dado el espacio para desarrollarme y encontrar la realización artística. Este reconocimiento lo han merecido nombres paradigmáticos de nuestros medios. Te confieso: me siento rara al recibirlo, pero estoy feliz; pienso que no hago nada extraordinario, solo responder a la necesidad de trabajar, de hacer lo que me gusta”.
Resultó una peculiaridad en este acto, que los presentadores del mismo fueran: Rafael Serrano y Agnés Becerra. Ambos, como titulares del Noticiero Estelar, dejaron un grato recuerdo en los espectadores y en esta ocasión, en la que el ICRT los convocó como maestros de ceremonia, Agnés recibió la Condición Artista de Mérito, atendiendo a su excelencia profesional y los 33 años dedicados a los medios, de ellos 27 en el Sistema Informativo de la Televisión.
El periodismo deportivo tuvo su representante distinguido en Carlos Alberto Hernández Luján, anfitrión de programas tan populares como: “Bola viva” y “Cubavisión Deportes”, a los que suma su participación radial en la COCO, y una larga lista de espacios informativos dedicados a esta temática, buscando siempre expresar profundidad en los análisis y una visión imparcial, muy necesaria en un género que despierta tantas pasiones. Al ser entrevistado, el periodista rememoró sus inicios en las prácticas pre profesionales en los medios, las cuales le permitieron emprender el camino, recorrido sin ayuda, hasta encontrar un estilo propio.
Otras homenajeadas en este acto fueron: Sonia Castro, directora y guionista de “Entre tú y yo”, entre otros espacios, y Nohemí Cartaya, directora de dramatizados como: “Historias de Fuego” y “El Rostro de los días”. Ambas, también ganadoras del Premio Pequeña Pantalla, han ganado el respeto y la admiración de sus colegas gracias a la inteligencia y el talento artístico con que han defendido sus obras.
Las emociones y el agradecimiento de los 27 compañeros que recibieron la Condición Artista de Mérito de la Radio y la Televisión, fueron expresados por el locutor de Radio Reloj, René Romero Oramas. Con 44 años en los medios, laureado en varios festivales de la radio y merecedor del Micrófono de la Radio, Romero Oramas mencionó la feliz coincidencia de cumplirse este año los 100 años de la radio, el próximo 22 de agosto, y los 72 de la Televisión, el 24 de octubre, y se refirió a la nueva misión del organismo como rector de la información y la comunicación social, ofreciendo la humilde experiencia de los premiados a los que llamó:” Aun aprendices”.
Con la interpretación musical y la simpatía de Martha Campos culminó la velada, evocadora de tantos esfuerzos por alcanzar producciones radiales y televisivas de primer nivel.




