La decepción es un sentimiento frustrante. A finales de agosto del 2013 en el texto Televisión ¿atrapada entre dos congresos? escribí “La otra propuesta de dramatizados S.O.S. Academia, estrenada en el verano tiene una atractiva puesta en escena, buenas coreografías y aceptables actuaciones, pero evidentemente es una mezcla caribeña de El internado y Un paso adelante, series españolas aceptadas y aplaudidas especialmente por los adolescentes ¿por qué entonces la versión cubana se transmitió a las diez de la noche?.”
La he seguido martes y jueves, me he molestado, lo he comentado con amigos y amigas, he tenido que aceptar los reproches de quienes me criticaron la defensa inicial que realicé de S.O.S Academia porque evidentemente no basta con intentar romper la rutina televisiva en los dramatizados televisivos, todo el mundo no es Rudy Mora que sí lo sabe hacer.
¿Por qué me siento frustrada? En primer término porque es una propuesta para jóvenes y adolescentes por lo tanto debió ubicarse en la franja del anochecer. Supongo que la dirección de la televisión decidió programarla en el horario nocturno por el grado de violencia gratuito que tiene S.O.S Academia y además la cantidad de problemas de los once muchachos que sólo son apuntados: violación, orfandad, “hijitas de papá”, diferencias económicas, virginidad, y otros tantos males para esas edades, que no se pueden resolver en 42 capítulos de manera edificante, sino, como se hizo, en forma totalmente epidérmica.
Con una burda mezcla de El internado y Un paso adelante además de El coro entre otros productos para jóvenes, con un fuerte ingrediente musical, el guion se queda sólo en las intenciones. Si cada uno de los estudiantes representa en sí mismo el caos, los profesores tampoco son los modelos para esas muchachas y muchachos que atraviesan por una edad difícil y además están llenos de una existencia disfuncional por diversas causas. Hay una maestra con fuego uterino, otra cleptómana, y un director que parece sacado de las cárceles hitlerianas por situar algunos ejemplos.
¿Es una serie de misterios?. Tampoco así funciona, porque el movimiento de la cámara, de uso tan manido en las piezas de terror, no se corresponde ni con los desempeños, generalmente sobreactuados en tales escenas, ni con los hechos que narra.
Pero más allá de todas estas insatisfacciones ¿son así las escuelas de arte? ¿nunca triunfan el talento, la entrega, la disciplina?. Si se ubica en Cuba ¿por qué situar hechos que no ocurrirían como “militarizar” una compañía de danza o encerrar a los participantes en un castillo vigilado?.
Creo que el uso de las luces, una buena parte de las coreografías y la música, a pesar de no ser lo ideal, hubieran podido hacer de S.O.S. Academia una propuesta atractiva aunque fuera polémica. Es más, en lo personal, siempre espero por autores que se atrevan a realizar un producto televisivo diferente, alejado de aquello que por costumbre se lleva a la pequeña pantalla. Y nada mejor para hacer esto que un musical cuando en Cuba, MÚSICA es lo que abunda y danza también. Pero si no parecerse a nada fue la intención de S.O.S Academia lo logró: no tiene que ver con las series extranjeras que imitó ni con los productos cubanos que han roto lo común por su puesta en pantalla, es una pieza incalificable que se queda en lo que pudo ser.
Es una verdadera lástima que un proyecto “distinto” terminara así. Los defensores de una televisión vieja, como se hacía cinco décadas atrás, están de plácemes. “¡Eso no es televisión!”, dicen y razón tienen porque algo que pudo ser revolucionario terminó siendo una propuesta que para colmo, cada capítulo culmina con el logo de las series juveniles y se transmite de diez de la noche en adelante. ¿No pudieron quitarle ese pedazo? ¿Era mucho trabajo?. Por acciones de ese tipo se banaliza un medio que no sé en otros países, pero en Cuba está llamado a difundir cultura.