Un actor que ha sorprendido gratamente a la teleaudiencia por la autenticidad con la que interpreta a un adolescente de estos tiempos, cargado de conflictos internos que debe aprender a transformar en puntos de partida para crecer y madurar.
Con Rey Gessa, Camilo —su personaje en la telenovela Regreso al corazón— logra convencer, abrazar, convidar y compartir esa visión clara, casi ingenua, de la actuación que, desde su corta edad, convierte en motor impulsor para futuros empeños.
—¿Ante todo, quién es Rey?
—Sonríe… Pues ante todo, Rey es un chico común que nunca pensó en actuar, porque prefería el canto. Toco guitarra también, y la actuación llegó a mi vida por casualidad. Parece que me tocaba de alguna manera. No provengo de estudios académicos, aunque en estos momentos curso el tercer año de actuación en el Instituto Superior de Arte (ISA)
«Cuando comencé en el ISA, de inmediato me llamaron para el casting de la telenovela Regreso al corazón, y sí, mirándolo ahora, lo puedo decir: tremenda responsabilidad para tan poca experiencia».
—¿Cómo llegas a la telenovela?
—Muy sencillo: me escribieron por Instagram. Yo realmente vi el mensaje a los tres días. Fui al casting, me aprobaron para el personaje de Camilo y fue muy bueno porque, al aceptar, lo próximo fue estar listo para grabar.
«Confieso que en esa etapa yo me encontraba trabajando en el teatro y, de veras, no pensaba hacer televisión porque no me sentía preparado. Mientras veía que otros actores interrumpían funciones para ir a castings de televisión, yo ni siquiera lo pensaba… pero sucedió».
—¿Cuál fue el mayor desafío al encarnar a Camilo?
—Bueno, comenzamos con el hecho de que las dos primeras semanas de filmaciones fueron en una de las locaciones principales del personaje. ¡Qué cosa!
«Tuve que estudiar muchísimo para que todo alrededor de Camilo saliera bien. Fue un trabajo intenso y muy organizado, y eso me dejó un gran sabor de gratitud al ver cómo confiaron en mí y en mi decisión de aprender y crecer. Llegó el momento en que solo tenía que fluir y asumir mis parlamentos como si los conociera de toda la vida. En medio de la intensidad de trabajo se me despertó una chispa que agradezco sobremanera».
—Rey, sin pensarlo te has convertido en referente para muchos jóvenes. ¿Tienes idea de cuánto ha crecido el personaje en la preferencia popular?
—Sí, Camilo ha gustado mucho y nunca lo pensé. Es un personaje que comienza siendo muy homofóbico y machista. Al principio el público lo odiaba, y luego, con la evolución que mostró, terminaron queriéndolo. Alrededor de él se ha creado una relación de amor-odio.
«Hace muy poco andaba por Centro Habana y me encontré con un muchacho de unos quince años que me decía que era fanático mío, que no se perdía la novela para ver qué iba a hacer. ‘Yo me siento reflejado en lo que tú haces… coge mi número’, me dijo. Se tiró una foto conmigo, y cosas como esas me emocionan muchísimo porque muestran la repercusión del personaje en la vida diaria de la gente, especialmente porque ha logrado involucrar emocional y socialmente a muchachos de esa edad”.
—¿Qué personaje estarías dispuesto a enfrentar en estos momentos?
—Sin dudas, un villano, porque estoy seguro de que me seguirán llamando para esos roles, aunque no tengan nada que ver conmigo. También me gustaría interpretar a un chico con discapacidad intelectual, o poder representar a ciertas comunidades, como la de transformistas u homosexuales. De igual manera me sería muy grato encarnar a personalidades cubanas, especialmente de época.
«Me gustaría “meterme” en comunidades en las que ni el propio director me viera venir».
Así nos comparte Rey Gessa sus proyecciones, a las que suma su interés por explorar otras líneas actorales y de comunicación, como crear su propio pódcast, incursionar en la locución y, quizás, unir la actuación con su gran pasión: el canto.
Talento y empeño han quedado demostrados en este joven sencillo y locuaz, que ha convertido a su personaje secundario en un referente para los más jóvenes, desde la absoluta naturalidad de quien está aprendiendo a amar, amando.
Gracias, Rey.