Una mirada a villanos y preceptos fílmicos

“Cada personaje es un nuevo desafío, nunca me confío en lo aprendido”, reconoció Benicio del Toro.Los cambios más significativos que se han producido durante la última década en el sistema mediático forman parte de una red global de comunicaciones, por las cuales circulan con facilidad la televisión y los nuevos medios. Esto conlleva transformaciones en programas, contenidos y dinamiza los sistemas de producción.

La experiencia estética en el audiovisual se produce mediante lo visual y lo sonoro; en él, la noción realidad social tiene múltiples connotaciones, por ello es preciso considerar determinados preceptos dramatúrgicos en la sintaxis narrativa.

“No introduzcan un rifle cargado en un escenario si no tienen la intención de dispararlo”, recomendó el escritor ruso Antón Chéjov (1860-1904), maestro del relato corto, al aludir a los elementos superfluos en una historia.

Este consejo lo olvidan algunos guionistas empeñados en decirlo todo; pierden de vista que en la ficción carece de importancia la anécdota per se. Lo que se cuenta debe tener la perspectiva cósmica de una galaxia, nunca puede apresarlo todo. De ahí la importancia de fragmentarla; para ello resulta esencial una estructura que violente de manera creativa el tiempo y el espacio.

Cada relato exige en la dinámica de la acción dramática el enfrentamiento entre el intento y la oposición que da lugar al cambio de equilibrio; en consecuencia produce la catarsis de personajes o tipos.

Realizadores de diferentes países recrean en series y filmes exhibidos en la Televisión Cubana el amplio catálogo de malvados de William Shakespeare, para quien una manera de entender el mal y desarmarlo, es jugar con él, representarlo. Este dramaturgo de la literatura universal revela en sus obras esencias e interioridades del alma humana, y una codificación moral formulada en la época medieval que privilegia males desmedidos, como la ira y la soberbia.

Conscientes de que el diseño de tales malvados sigue vigente y con la intención de oponer las fuerzas antagónicas del bien y el mal, lo asumen realizadores de las series estadounidenses, Castle, Expedientes X y Sin límites (Multivisión).

En diferentes casos policiales contraponen actitudes humanas, secretos, sentimientos reencontrados. En algunos capítulos ocurren hechos insólitos que el televidente acepta o no de acuerdo a sus expectativas.

Situaciones, conflictos, atmósferas, malos entendidos e incomprensiones, se reiteran en estas tragicomedias, ninguna es inocente; sus episodios mantienen el juego con las expectativas sin otra aparente intención de entretener, siempre generando nuevas tensiones en acciones violentas que naturalizan la brutalidad.

De acuerdo con Harold Bloom, “nada es más americano, ya sea catastrófico o amable, que la fórmula de Emerson referente al poder: reside en el momento de transición de un pasado a un nuevo estado, en cruzar velozmente un abismo, en lanzarse a por un objetivo”.

No por azar en las series estadounidenses se insiste en un drama humano que denota implicaciones morales y políticas, tanto en el discurso narrativo como en el perfil de los personajes tipo y sus trayectorias.

Desde su intrínseco poder persuasivo y condición de verdad, el espectáculo televisivo tiende puentes de entendimiento con una realidad-otra; recuerda que aún los discursos en apariencia banales tienen una teoría implícita. De ahí, la importancia de interpretar el texto audiovisual, sus estrategias de enunciación y obsesivas certezas que dicen mucho más, cuando se leen con espíritu crítico.

En tal sentido, hace algún tiempo, me comentó el actor y productor Benicio del Toro, durante un encuentro en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba:

“Los personajes me han educado de muchas maneras. Con ellos luché contra la violencia, las drogas y la maldad, entre otros males. Trato de que mis villanos sean interesantes; no repetitivos, como suele ocurrir. La disciplina, el estudio y el esfuerzo me acompañan para lograrlo”.

Los factores emotivos culturalmente conformados, en los que influyen series y telenovelas, constituyen importantes mecanismos de orientación social. Resultan decisivos al influir en gustos y actitudes estéticas, las cuales se forman en el individuo como parte de un proceso creativo de su existencia en el que son decisivos los medios de comunicación y el lenguaje audiovisual. En este predominan signos de seducción que exigen la inteligencia lectora y la activa participación de los públicos expuestos a contenidos y formas, los cuales demandan una mirada participativa, sagaz, en la era digital de la sociedad conectada.

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