¿Qué sabor te dejó Patrulla 444?

Muy bueno. Lo primero que voy a decir es que en las condiciones actuales que está la televisión cubana, creo que ese tipo de proyecto es lo que se debe hacer: coproducir.

Vamos a hablar de producción porque el dinero vale siempre. Aquí el ICRT puso el dinero, puso la técnica, y todo el dinero que el ICRT no tiene lo puso el MININT. ¿Quieres que te diga una cosa? Increíblemente fueron más receptivos los compañeros del MININT que los del ICRT. Creo que le daban más importancia. También es una obra que tiene que ver con su trabajo, pero fueron más receptivos, más considerados, más respetuosos con el trabajo que el propio ICRT.

Y el policíaco… ¿cómo lo haces en un patrullero si él no investiga? Eso es parte del policíaco: la investigación. Si el patrullero tiene el área limitada, cinco cuadras, no puede hacer persecución. El patrullero no está para meterse en una bronca ni maniatar a la gente. ¿Cómo haces un policíaco en un patrullero? Ese fue el primer reto, y dijimos: vamos a

hacerlo. Entonces lo que hicimos fue una coordinación con varias áreas del MININT y ver de qué manera le dábamos salida sin que no tuvieran instructor. Le empezamos a inventar sucesos a este patrullero bajo condiciones de la ley de la policía donde ellos puedan participar, y les tocamos entonces un poco el tema personal. Tú sabes que la telenovela parte de ese chisme.

Al tocarle su vida humanizas al policía, que era una gran crítica que tenía la población; y ahí sacamos el policíaco. Hicimos un mejunje de elementos que podían funcionar sin hacer estrictamente los códigos del policíaco, porque no hay maneras de hacer un policíaco en un patrullero. En esto hay contradicción en las investigaciones: la policía no llega hasta que aparece un patrullero, aunque haya 10 policías en el lugar. La población, cuando llega un patrullero, dice: llegó la policía.

Me asombré de la cantidad de documentales que tienes hecho. ¿Cuántos son? ¿Por qué el documental? En todo esto que me has dicho, ¿cómo aparece el documental?

Es un problema de justicia. Con el documental quiero rendir respeto a los que nos antecedieron; porque por ejemplo, tú me vas a hablar algo de Alberto Luberta, y no tiene un documental hecho; me vas a decir algo de Erick Kaupp, de Manolo Galván… Hice el de Antolín el Pichón que después de un estudio consideré que era el único humor criollo que existía, gústele a alguien o no. Parte de ahí, de una opinión personal mía, de mi tiempo; porque el documental es también muy subestimado a la hora de producir; nadie lo quiere producir. La gente no le da el valor ni la importancia que tiene, porque una ficción sí pasa de época, un documental no.

Una novela que fue un éxito en 1970, usted la pone ahora y no funciona; ahora, un documental con las palabras de un gran escritor que grabó el ICAIC, con una cámara fija y él hablando nada más, lo pones hoy y tiene la misma función de ayer. De esa misma época vamos a buscar una telenovela, la ponemos y no pasa nada. El documental tiene la fuerza histórica.

En una ficción son muy pocos, muy contados los casos que tienen una fuerza histórica; pero el documental no solo eso, pues hasta me deja contar cómo se vestía la gente en la época, cómo vivía… Usted pone las cosas de Colina hoy y el público, que nunca vivió esa época, lo disfruta porque encierra todo eso, más unas condiciones sociales, situaciones… Eso tiene el documental. Y cuando hablamos de personalidades, Galván se murió y ahí está el documental de Galván; y de Erick Kaupp una nueva generación lo conoció entonces. Creo que el documental, primero, es muy productivo, lleva poca técnica, poco equipo de gente, y dice más que una ficción, porque además no tiene que engañar, no está obligado a engañar. La ficción sí tiene que engañar para poder llegar al público, para poder tener 80 capítulos tiene que inventar cosas, pero el  documental no. Entonces el documental es un tema puramente personal.

¿Cómo llegaste a Dos Ríos, el enigma?

Yo estaba buscando temas de documentales. Eduardo Vázquez y yo nos habíamos propuesto hacer dos documentales: la clandestinidad en La Habana y la masonería en la primera revolución, en la de 1868. Tú sabes que todos los líderes eran masones. De eso se ha hablado poco. Estábamos en la Sociedad Cultural José Martí donde investigamos…y ya Eduardo había tenido idea hacía tiempo del tema de Dos Ríos, y dijimos: como mismo estamos trabajando otros proyectos, también vamos a mover este, y salió Dos Ríos, el enigma, de un grupo de documentales, que uno mueve, busca colaboración y empieza a ver por dónde se pueden hacer.

El primero que salió fue Dos Ríos, el enigma, porque se interesó de inmediato la Sociedad Cultural José Martí y Armando Hart, dentro de una propuesta de 10 documentales. Ahora, por ejemplo, estamos trabajando en los amores de Martí.

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