No digo que he escuchado todos los discursos, ni he visto todos los recibimientos, pero gracias a la televisión y a Cubadebate he estado en la segunda conferencia de Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC.
La cultura, nivel de información y prestancia de Cristina Escobar y Froilán Arencibia en la conducción de las transmisiones de la cumbre y la reunión de cancilleres, fue un broche adecuado a las imágenes de una sala moderna, bella, funcional y sobria.
Si se le añade los pases con Yosley Carrero, un periodista de pura cepa, que se encargaba de repercusión y otros matices especiales, más otras informaciones o entrevistas, especialmente el reportaje de Gladys Rubio (quien sabe habla bien) en la inauguración de la primera fase de la terminal marítima del Mariel, hay que reconocer que la televisión jugó este desafío con sus mejores bazas.
Ver y oír al presidente Rafael Correa pidiendo que no lo presenten como el excelentísimo para distanciarse del gastado discurso político de la derecha o ser testigos de cómo posaba con dos mujeres que evidentemente se lo pidieron, vestido con una simple camisa blanca, o extasiarse con Nicolás Maduro, con su chaleco símbolo de Venezuela, cuando intercambiaba con los jóvenes participantes en la marcha de las antorchas, lo pude hacer desde mi cuarto a la vez que veía que tiempo demoraba Cubadebate en actualizar.
Este miércoles 29 si en el buscador Google se colocaba la palabra CELAC aparecían 5.050.000 resultados y si se le agregaba el vocablo Habana llegaba a 2.150.000, que significa que en la red de redes el encuentro latinoamericano caminó de una profusa manera.
Escuchar a Raul el texto que declara a América Latina zona de paz, o ver las fotos de Fidel con algunos visitantes, en su mayoría mandatarias, es sentirse reconfortado por la historia de este país que durante tres días ha sido la capital de una América Latina y un Caribe, enlazados no sólo por la geografía sino por la voluntad de integración, que puede hacer de esta parte del mundo una zona floreciente en un planeta patas arriba.
Incluso no puedo dejar de decir que vi a Chavez en la conferencia, riendo, gesticulando como acostumbraba, porque fue uno de los padres impulsores de la CELAC, y nunca hubo un momento mejor para inaugurar un museo en su memoria que cuando sus colegas del continente están en la Habana para avanzar unidos desde la diferencia y el respeto.
Nada, que lo único que siento es que no se hubiera trasladado la programación de Cubavision para Telerebelde (no hay beisbol) y que en varias oportunidades no pude acceder a Cubadebate porque la demanda sobrepasaba la oferta. De todas formas, gracias por esta posibilidad de ser testigo del cumplimiento de uno de los más caros sueños de Simón Bolívar y José Martí.