Viernes, 19 de diciembre de 2011, 1:34 am.
Hemos recibido la siguiente réplica a la carta de Dayara Bernal Roque:
----- Original Message -----
From:
Sent: Tuesday, November 22, 2011 9:43 AM
Subject: Re: Esta es mi respuesta a Osmani García
mija, te aconsejamos que si no te gusta te pongas un tapón en los oídos porque hasta a los niños de un año le gusta Osmany García, sino como laura Pausini Apunta y dispara.
Moraleja date un tiro
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Frente a esa culta y democrática respuesta de defensores de la línea "Chupi-chupi", he aquí lo que piensan otros integrantes del pueblo cubano:
Hola Ernesto
Desiderio me ha enviado un mensaje con diferentes interrogantes que usted le hace, tomando como pretexto una nota que circulamos hace unos días por la lista de Criterios y que estaba relacionada con la canción del chupi chupi. No soy un especialista musical pues mi campo de estudios ha estado centrado en el cine o el audiovisual. Soy profesor del ISA en su Facultad de Medios Audiovisuales, pero desde su creación he estado en los jurados del Premio Lucas, que, como sabe, se convierte en el evento más seguido por los espectadores cada año.
Justamente el video del chupi chupi fue seleccionado entre los mejores en diferentes categorías (producción, edición, fotografía, dirección de arte) y aspira al codiciado premio del público.
En lo personal puedo decirle que yo no voté por él, en ninguna de sus especialidades, pero somos varios los miembros del jurado y en las discusiones internas quedan nominados o premiados los que reciban el voto de la mayoría. No pretendo juzgar a mis colegas, por demás, gente seria y conocedora del lenguaje del clip o el audiovisual contemporáneo. Tomamos decisiones y como todo concurso, evento o festival pueden éstas, resultar polémicas o erradas, según el criterio de los espectadores.
Esta canción que tanta controversia ha generado, no es ni mejor, ni peor que otras muchas que escuchamos cada día en todas partes. No es más grosera, o vulgar que ellas, pues reproduce los mismos tópicos de violencia, sexismo, banalidad, bravuconería y doble sentido que otras. La cuestión está en su extraordinaria difusión mediática que potencia su recepción en millones de personas. Por supuesto, mientras mayor sea la promoción que se haga de una obra, mayor será el impacto que tendrá. Se convierte en un producto de moda y un patrón a seguir. Los medios masivos tienen una gran responsabilidad en esto, crean valores, legitiman “una verdad”, subliman ideas, figuras o conceptos, construyen ídolos o líderes de masas. La preocupación que tenemos muchos en la UNEAC y otros espacios donde se han discutido estos fenómenos sociales o sicológicos que tienen que ver con el gusto y la popularidad, es que se viene aceptando como VALOR, lo banal y superficial. De pronto debemos seguir y aceptar como auténtico, aquello que supuestamente procede del pueblo y de las zonas marginales. Una confusión y peligrosa tergiversación de sentidos que pretende confundir cultura popular con vulgaridad. Los defensores de este tipo de música, donde prima la chabacanería, el lenguaje, discriminatorio o violento, que promueve el abuso sexual hacia las mujeres o su representación como simples figuras de carne, al servicio del macho, guapo y adinerado, esgrimen que ese es el pueblo cubano, esa nuestra identidad verdadera, esa son los pulsos reales de la nación y por tanto las bandas y grupos que interpretan esta música solo son un espejo de la vida real.
Otros defienden estas canciones con el argumento de que utilizan el mismo doble sentido picaresco que ya conocemos desde hace más de cien años, en trovadores, decimistas y soneros, solo que ahora, los textos se adaptan a los nuevos tiempos. Pienso que hay una larga distancia entre la poética del Guayabero, Jorrín, el Benny, Ñico Saquito o Compay Segundo y las actuales letras de los reguetoneros y algunos salseros. El chupi chupi en particular tiene muy poco de doble intención, incluso apenas pueden sus letras, entenderse como parte de nuestro español.
La cuestión no radicaría en censurar, prohibir, multar o perseguir a los que gusten de este género musical. Les asiste un derecho elemental a existir, crear y disfrutar de lo que consideren placentero o necesario para ellos. Una exclusión deliberada no tendría sentido en un mundo donde hay , gracias a las nuevas tecnologías, múltiples formas de conjurar las prohibiciones y límites. Es sabido que mientras más sea desestimada o censurada una obra, mayor curiosidad despertará en los destinatarios. Se trata entonces de darle a los oyentes y aficionados a la música, opciones, puntos de vista, juicios críticos y también promover jerarquías culturales. No todo lo que se produce tiene un valor cultural, cualquiera no puede hacer un filme, una pintura, diseñar un edifico, o escribir un libro. Todo el mundo NO canta. Nuestros medios deben estar al tanto de lo que sucede en la nación o fuera de ella, no deben excluir, prohibir, ni olvidar. La vida es bien compleja y está llena de matices, seres y voluntades. Si nuestra Tv, cine, radio o prensa, pertenecen al Estado y hay una intención de que ellos se conviertan en medios donde nuestra cultura toda encuentre representación ( no creo que lo hayan logrado, lamentablemente) , debemos estar atentos en QUÉ ofrecemos, y a QUIENES promovemos. No debe haber espacio en ellos para que un tema y video tan vulgar, sea escuchado una y otra vez. Poco favor les estaremos haciendo a la cultura cubana, a nuestra identidad y al concepto de lo popular, si aceptamos obras como ésta bajo el manto de lo auténtico y legítimo.
Si esa va a ser la medida de nuestro arte, entonces esteremos perdidos definitivamente. Si esa es la CUBA de hoy, habrá que reinventar otra y pronto.
Un saludo
Gustavo Arcos.
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