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- Escrito por: Paquita Armas Fonseca
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Primero anuncié la telenovela Entrega, luego la comenté cuando aún Beatriz, la sorda, no había aparecido, ni el asesino en serie fuera un buen gancho. Entonces dije “Si por obligación veo desde el capítulo uno hasta el último de cada telenovela, y la mayor parte de las veces lo hago por obligación, en el caso de Entrega, la espero y disfruto”.
Por suerte ha seguido siendo un espacio esperado no sólo por mí, sino que una buena parte del público televidente sigue y disfruta la propuesta.
Estas no son las líneas conclusivas, la telenovela anda por los capítulos 50 y son 72. Ahora quiero apuntar algunos de los aspectos que han hecho de Entrega un buen producto:
- El guión: Amilcar Salatti logra hilvanar múltiples tramas de una manera tan coherente que lo inverosímil lo hace real. El nudo central, el maestro y sus parejas, se relacionan con las otras historias sin que exista un empaste desagradable. A esas suptramas, insertas en nuestra cotidianidad, incluso le incorpora un asesino múltiple, vinculando a un policía de carme y hueso, sin que la “casualidad” moleste, todos son ensartes con lógica.
- La dirección de actores: Osvaldo Doimeadios, él mismo un actor fuera de serie (recordar su Santa Cecilia o disfrutarlo en La otra guerra), con un minucioso trabajo de mesa ha guiado al elenco a lo que se espera de cada personaje. En Entrega la actuación de todos es, por lo menos, aceptable, y existen interpretaciones sencillamente brillantes.
- La dirección general de Alberto Luberta Martínez con Loysis Inclán como co-directora, tiene en el equipo a Orestes Martínez Castro, editor, Juan Palomino, director de fotografía, Yolanda Rosario, producción general, Carlos Pérez y Yuri Betancourt en el sonido directo; Kiki Corona, en la música y Tony Quiñones en la dirección de arte, entre otras importantes especialidades, que trabajaron durante meses en la preparación de las locaciones, todas en exteriores, para conseguir una puesta en escena digna.
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- Escrito por: Sahily Tabares Foto: JORGE VALIENTE
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Con audacia e imaginación los documentalistas se inspiran en hechos y personajes para perpetuarlos.
El desafío de contar un relato no ficcional motiva a guionistas y directores, quienes comparten la pasión de contar vivencias, angustias, recuerdos, sentimientos, urgencias, estas inquietan a los humanos en cualquier lugar del planeta.
El maestro Leo Brouwer protagoniza un cálido testimonio sobre su vida y obra.
En el siglo XXI las tácticas expresivas del documental se desplazaron hacia ámbitos en apariencia extraños a las formas canónicas, mediante ellas se abordan la exploración del inconsciente, la auto-representación, el video diario, la exploración del inconsciente, entre otras, en busca de la hibridez manifiesta en la ficción y la docu-animación.