El desaparecido director de televisión y cine Eduardo Moya (Mientras tanto, Lo comandos del silencio, De tu sueño a mi sueño, Sumbe) contó a los alumnos de un curso de Guión —del cual yo formaba parte— que, cuando salió a la luz la inolvidable teleserie Algo más que soñar (1985), dirigida por él, la historia de los personajes de Carlos Manuel (Patricio Wood) y Ana (Aida Hernández) suscitó una polémica inesperada.
A sus oídos llegaron opiniones nada agradables —e incluso algunas se las dijeron personalmente—, por parte de personas que no aprobaban la relación amorosa entre ambos personajes. No entendían cómo «un muchacho tan lindo» como Wood iba a fijarse en ella y preferirla por encima de Marina (Beatriz Valdés), la otra pretendiente.
Muchos recordarán que Ana era joven, negra y en la vida real gimnasta de alto rendimiento del equipo Cuba, cuyo rostro encajaba perfectamente en los llamados cánones de belleza modernos. El propio Moya la describía como una «Diosa de ébano», pero, de todos modos, los inconformes no concebían que el chico de ojos azules —por demás de «buena familia» en la serie, o sea, de envidiable posición económica (casa enorme, carro, glamour…)— se fijara en ella y no en la, años después, protagonista de La Bella del Alhambra.
Una historia parecida se repite a la distancia de casi cuatro décadas. Tal pareciera que parte de la sociedad cubana se quedara estancada en cuanto a la eliminación de prejuicios, estereotipos, cánones y aceptación de los demás tal como son.
Ahora los pretéritos conceptos y opiniones resurgen ante la trama protagonizada por Yanara (Yessica Borroto) en la muy comentada y polémica telenovela TÚ, pues hay a quienes no les cabe en la cabeza que la muchacha —también como Ana, joven, negra, y en la vida real modelo profesional— tenga «locos» a tres hombres detrás de ella. Lo consideran casi inconcebible o una herejía.
Aquí se imponen un grupo de interrogantes. ¿Cómo es conceptual, biológica, fenotípica y hasta biométricamente una persona bella? ¿Quién(es) designan quién es bello(a) o no? ¿Una persona catalogada como bella tiene que gustar a todos por igual? ¿Una persona catalogada como No bella ha de ser rechazada por todos por igual? ¿El color de la piel o un determinado tipo de cabello determina quién es bello(a) y quién no?
Por otra parte, ¿por qué aquella Ana no podía ser preferida, atraer y enamorar a un apuesto joven blanco, de ojos azules y familia acomodada? ¿Por qué Yanara no puede poner a sus pies a tres hombres diferentes y atractivos? ¿Quién explica convincentemente, con argumentos sólidos, que eso no sea posible?
Posiblemente las respuestas sean tan diversas, diferentes e infinitas como estrellas haya en las galaxias. No obstante, no puede negarse que muchos de los que no consideran bellas a estas actrices (hay quienes a modo de defensa acotan que solo se refieren a los personajes ¿?) se encuentran influenciados por una enorme cuota de prejuicios y falsos estereotipos que, desafortunadamente, no pueden extirparse de nuestra sociedad de la noche a la mañana.
También, sobre la polémica alrededor de Yessica Borroto se han hecho interesantes reflexiones exponiendo que Anabel —interpretado por Alicia Hechavarría— también en la telenovela tiene a tres hombres interesados en ella, y no ha suscitado la tormenta de adversas opiniones que se han destapado en el caso de Yanara. ¿Por qué una sí y la otra no?
Acerca del tema hay mucha tela por donde cortar y rasgar. Aunque pensar que las opiniones negativas solo derivan de gustos personales, y no de un profundo y complejo fenómeno de cánones prestablecidos y prejuicios enraizados, sería pecar de ingenuos. Aún queda mucho por reflexionar, analizar, hacer, luchar, educar y cambiar dentro de nuestra compleja, aunque en el fondo humana sociedad, para derrumbar esos arcaicos pensamientos.
Solo sabremos que hemos avanzado al respecto cuando las muchas Ana y Yanara existentes no sean contempladas con extrañeza por atraer hombres, sino que sean vistas como seres humanos, dignos, plenos y en su total dimensión, con todo el derecho de amar y ser amadas.