Temas
- Detalles
- Escrito por: Félix A. Correa Álvarez
- Categoría: Temas
- Visto: 945
En una época de reglas, ellas seguían las propias...
Orgullo y Pasión ha destacado por su capacidad para mezclar una narrativa envolvente con una reflexión sobre las diferentes aristas del feminismo. A través de sus personajes y tramas, la telenovela ofrece una representación multidimensional de las luchas femeninas, a partir del abordaje de temas como la autonomía, la resistencia social, la transformación personal, y la búsqueda de la igualdad. Esta telenovela no solo narra historias de amor y pasión, sino también de empoderamiento y superación de las mujeres ante una sociedad que sigue imponiendo restricciones de género.
Uno de los personajes más interesantes es Elisabeta Benedicto, quien representa una mujer decidida a luchar por su autonomía y autodeterminación. En un contexto donde las mujeres son presionadas para cumplir con los ideales tradicionales de matrimonio y familia, Elisabeta desafía estos roles al priorizar su independencia.
Su negativa a casarse por conveniencia refleja una clara postura feminista que reivindica el derecho de las mujeres a tomar decisiones sobre sus propios cuerpos y destinos. Elisabeta se convierte, así, en una figura que no solo cuestiona las expectativas sociales, sino que actúa sobre ellas
Este tema de autonomía se ve reforzado por Julieta Betancourt, una mujer poderosa conocida como la “Reina del Café”. Julieta ha construido su propio imperio en un mundo dominado por hombres, lo que la convierte en un ejemplo de empoderamiento económico. Su carácter, fuerte y calculador, responde a las adversidades que ha tenido que enfrentar, y su lucha interna entre su ambición profesional y su rol de madre resalta el dilema de muchas mujeres que buscan equilibrar sus aspiraciones con las expectativas de la vida familiar.
Julieta demuestra que las mujeres pueden ser líderes excepcionales sin tener que renunciar a sus sueños o adaptarse a los roles tradicionales de género. Su historia es una manifestación del feminismo de resistencia, que busca romper con las limitaciones impuestas por una sociedad patriarcal.
La serie, sin embargo, no solo se enfoca en las mujeres que desafían las expectativas de género desde una posición de poder, sino que también presenta una diversidad de experiencias femeninas. Jane Benedicto, la hermana de Elisabeta, busca el amor verdadero y la realización personal, pero no por ello se desvincula de la ideología feminista. De hecho, su historia muestra cómo el feminismo también debe incluir la posibilidad de elegir un camino tradicional, como el matrimonio, siempre y cuando esta elección sea hecha libremente y sin coerción.
Por otro lado, Mariana Benedicto representa la lucha constante por los derechos de las mujeres dentro de una sociedad patriarcal, que la convierte en un modelo de resistencia activa. Juntas, las hermanas Benedicto encarnan distintas facetas del feminismo, desde la autonomía personal hasta la lucha por la igualdad y el respeto.
Charlotte Williamson, otro personaje central, encarna el feminismo intelectual y social. A través de su inteligencia y educación, Charlotte desafía las injusticias de género, exigiendo ser reconocida y respetada en una sociedad que constantemente subestima las capacidades de las mujeres. Su personaje, inspirado en figuras feministas históricas, subraya la importancia de la educación y el conocimiento como herramientas de empoderamiento femenino. Charlotte utiliza su intelecto para cuestionar las normas y visibilizar las desigualdades, como demostración de que el feminismo también se construye a partir de la mente y la capacidad de transformar la sociedad a través del pensamiento crítico.
Ema Cavalcanti, amiga cercana de Elisabeta, atraviesa una evolución profunda en su personaje. Aunque inicialmente se muestra conformista con las normas sociales, la crisis que enfrenta en su vida la obliga a reconsiderar su rol dentro de la sociedad y en sus relaciones personales. Ema representa el feminismo de transformación personal y social, un camino que, aunque desafiante, permite a las mujeres redefinir sus valores y sus prioridades. Su cambio es un testimonio de cómo las mujeres pueden reinventarse y encontrar nuevos caminos hacia la independencia emocional y la igualdad en las relaciones, pues el feminismo también implica una transformación interna.
La telenovela de igual forma resalta el empoderamiento femenino a través de la solidaridad entre mujeres. Esta sororidad, que une a personajes como Elisabeta y Ema, demuestra que el apoyo mutuo es clave para avanzar en la lucha por la igualdad. Las mujeres en Orgullo y Pasión se apoyan y se ayudan en su camino hacia la autodefinición y la liberación, como una representación poderosa de lo que significa resistir juntas.
Finalmente, Cecília Benedito, con su pasión por la literatura y su lucha por encontrar su lugar en un mundo que no comprende su sensibilidad, representa el feminismo creativo y emocional. Su relación con Rómulo le sirve de lección para aprender a defender sus propios deseos y a no conformarse con menos de lo que merece. Cecília destaca la importancia de la autoexpresión y la autenticidad, y como las mujeres pueden ser fuertes al seguir sus pasiones y sueños, sin someterse a las expectativas impuestas por la sociedad.
A pesar de que Orgullo y Pasión se desarrolla en un contexto de época, su mensaje sigue siendo profundamente relevante para la sociedad actual. Las luchas, desafíos y triunfos de sus personajes, especialmente en torno a la autonomía femenina, la igualdad de género y la redefinición de los roles tradicionales, reflejan cuestiones que continúan siendo esenciales en la lucha por los derechos de las mujeres en la actualidad.
La telenovela demuestra que, aunque los tiempos cambian, las barreras sociales y culturales que enfrentan las mujeres siguen siendo, en muchos casos, las mismas. A través de sus historias, invita a una reflexión sobre el progreso logrado y las batallas aún por librar, con un claro mensaje: lucha por la igualdad y el empoderamiento femenino es atemporal y universal.
- Detalles
- Escrito por: Lety Mary Alvarez Aguila
- Categoría: Temas
- Visto: 453
En 1950 la televisión irrumpía en Cuba. Un joven publicista de la firma norteamericana Pepsi Cola descubrió el nuevo medio de comunicación y se interesó por ingresar, de manera voluntaria, al naciente Canal 4. Transcurrieron los años y de aprendiz pasó a maestro, de asistente de cámaras a productor, de utilero a prestigioso director. Su nombre, Jesús Cabrera. En sus 96 años atesoró una vida prolífica, creativa, pues dotó de grandes hitos al patrimonio audiovisual cubano.
La obra de Chucho, como cariñosamente le llamaban, resulta tan extensa que se pudiera escribir una decena de crónicas al respecto. ¿Cuántas experiencias debió vivir quien captaba tras el lente a la inolvidable Nitza Villapol en Cocina al minuto? ¿Cuánto debió admirarse a quien inauguró la televisión en Colombia, Angola y Nicaragua? ¿Qué dosis de entrega y profesionalismo tendría el decano fundador de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA)? No existen dudas sobre la versatilidad de Jesús y su aptitud extraordinaria para dominar las distintas tipologías de programas televisivos. Desde Palmas y cañas, comedias y dramatizados hasta el Noticiero Nacional de Televisión. Pero fue la consagración al género policíaco lo que eternizó su huella en el imaginario popular y, asimismo, lo reafirmó como un referente notable en el medio artístico.
Entre las primeras series policíacas de origen cubano figura Sector 40, en la que introdujo temas como el espionaje y los grupos terroristas. Destaca, además, Móvil 8, recordada por el rol protagónico del ya desaparecido actor Rogelio Blaín. En ambas producciones, Chucho Cabrera trabajó de conjunto con la guionista Nilda Rodríguez, otro nombre a tener en cuenta si de policíacos nacionales se trata. A finales de los años 70, con motivo del vigésimo aniversario de la creación de los Órganos de la Seguridad del Estado, Cabrera lanzó un audiovisual que paralizó a la nación. Se trata de la que probablemente haya sido su serie de mayor impacto: En silencio ha tenido que ser. A partir de este seriado se derivaron El regreso de David y Julito el pescador, una suerte de spin-off con escenas memorables que se basó en un personaje real.
Por estos días, la televisión cubana retransmite La frontera del deber, donde una vez más el sello de Jesús Cabrera se hace sentir. Otros títulos como Brigada Especial, El capitán Rolando y Tras la huella integran el legado del Maestro de Juventudes y Premio Nacional de Televisión, cuya impronta hoy «mata la nostalgia de los más viejos de casa». Si bien las formas de realización audiovisual han cambiado con el tiempo, habrá que regresar siempre a esa raíz fundacional y legendaria, la que marcó una época, la que hizo historia.