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- Escrito por: Eduardo Vázquez Pérez/Cubadebate
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Es común, que las obras que reflejan hechos históricos, despierten la curiosidad sobre, qué sucedió tal cuál se presenta y en cuáles otros aspectos los autores se han tomado libertad creativa. LCB. La otra guerra no es una excepción, mucho más, cuando miles de combatientes de esa contienda viven y juzgan desde sus propias experiencias. Intentaré responder algunas de esas inquietudes.
Partimos de que LCB. La otra guerra es una obra de ficción inspirada en hechos reales. Así lo vimos junto con Alberto Luberta, desde su doble desempeño de director y coguionista de la primera temporada. Así continúa siendo en esta segunda etapa.
Nos interesaba compartir la imagen de lo que fue esa lucha, con los códigos y la emoción que facilita el arte, no la exactitud histórica. Como en una ocasión dijo Fidel refiriéndose a la batalla de Playa Girón: “Lo importante es la esencia que nunca debe ser alterada. Los detalles son de especial significación para los historiadores.”
Con numerosas piezas de la realidad, fragmentos a veces minúsculos, construimos una historia que responde a códigos de la ficción. O sea, todo lo que se muestra sucedió en la realidad. Sin embargo, visto en el conjunto es ficción. ¿No quedó muy claro, verdad? Entonces hagámoslo de otra manera.
¿Qué queda de la historia en esta ficción?
Quedan los hechos. Cada uno de los crímenes que se presentan ejecutados por las bandas son verídicos, aunque sustituidos los nombres originales y, en algunos casos, con alteración en la cronología.
Por ejemplo, la muerte de los niños Yolanda y Fermín, conocido como El Crimen de los Niños de Bolondrón, fue presentado de manera muy apegada a la historia real. Los alzados fueron guiados por José Rodríguez Díaz, conocido como Cheo el miliciano, primo del padre de los niños. En la obra lo encarna Alain Aranda. El hecho ocurrió el 24 de enero de 1963, en la finca La Juanita, barrio Galeón del municipio Bolondrón.
¿Dónde aparece la ficción en este hecho? En la relación de la mayor de las hijas de Goyo (René de la Cruz) con el miliciano Isaac (Andro Díaz).
Isaac es una creación de los guionistas, basado en tragedias semejantes sufridas en la Cuba de esos años. Quizás la más conocida es la de la familia Tartabull, que vivía en Cumanayagua.
José Esteban Tartabull, murió como miliciano en una acción contra los alzados. Su hermano Javier era oficial de la LCB y su otro hermano, Evangelino era miliciano. Pero, el otro, Rigoberto Tartabull fue jefe de una banda.
En el capítulo 6 la banda de Felo Sánchez hace mata a tres miembros del Departamento de Orden Público de Jagüey Grande. Los hechos ocurrieron de manera similar el 26 de enero de 1963 en la finca Las Bóvedas aproximadamente a un kilómetro de Jagüey Grande. Ese día murieron Evelio Valenzuela Plasencia jefe del DOP (Departamento de Orden Público) en Jagüey Grande), Antonio Ramón Horta (también miembro del DOP), y José Rivera Montes de Oca. Resultó herido Reynold Rodríguez Pérez, quien salvó la vida porque se hizo pasar por muerto (cómo Isaac). Con Reynold conversamos en su casa situada a la salida de Jagüey Grande.
El detalle del papel con una falsa ruta dejado por los bandidos, también es real.
Los dos milicianos del batallón de Pinar del Río que mueren el mismo día es verdad. Pero sucedió en otra operación.
El tractorista que se cruza con una banda y luego informa a las autoridades es real. No tuvo que ver con el grupo del Sheriff, sino el de Campito, José Campos Linares.
El Sheriff existió. Fue responsable directo de varios asesinatos. Lo interpreta, como bien dice Pedro de la Hoz en su crítica, “por un muy maduro Luis Ángel Batista”. En la serie aparece uno de sus crímenes. Al campesino Alberto Molina González, presidente del CDR, lo estrangularon y el Sheriff le clavó una bayoneta en el cuello. Para los descreídos, esto sucedió el 26 de enero de 1963.
Esos hechos sucedieron en la semana del 24 de enero al 1 de febrero de 1963. El saldo de sangre fue de 9 personas muertas (entre ellas los dos niños) y 5 heridos.
Ficción y realidad en los bandidos
Quienes conocen esas historias verán en Felo (Jorge Treto) la encarnación de Perico Sánchez. Hombre muy peligroso que actuó en las zonas de Jagüey Grande y Agramonte. Felo es una síntesis de varios jefes de bandas, aunque en los 10 primeros capítulos, su desempeño se corresponde con Perico Sánchez.
El personaje de Ana Luisa, la mujer alzada, no tiene nada que ver con Zoila Almeida, conocida como La Niña de Placeta. Ana Luisa está basada en otra mujer alzada en Matanzas. Es real que había sido mensajera del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra. Por eso el capitán Hugo la conoce. También esto se ajusta a la realidad. El capitán Lizardo Proenza la había conocido en la Sierra.
El Pucho Carratalá, de Aramís Delgado, es claro reflejo del Pichi Catalá, jefe del bandidismo en Matanzas. Es cierta su reunión con un agente de la CIA. Es cierto que ordenó esa semana de terror y también es fidedigno que tenía junto a él, alguien en quien confiaba desde el punto de vista religioso. En la serie se llama Calunga, interpretado por el actor guantanamero Uri Rodríguez.
La captura de Calunga responde al hecho histórico, así como su resistencia a declarar y como finalmente ubica donde está Pichi Catalá y otras dos bandas. En la serie se sintetizó en dos fincas. En la operación murieron 17 bandidos y 3 colaboradores y otros 3 contrarrevolucionarios fueron capturados. Las fuerzas revolucionarías tuvieron una baja mortal y 2 heridos.
Las operaciones llamadas Pilotos se efectuaron de esa manera, sólo que, por supuesto, no las propuso Mongo Castillo, que es un personaje de ficción. Dicho sea de paso, magistralmente interpretado por Osvaldo Doimeadios. La primera, como se presenta en el serial fue en Murga-Sinú.
Pienso que esto da una idea de cómo nos planteamos los nexos entre historia y ficción. Exponer la imagen de una lucha, una época, desde el punto de vista de hombres y mujeres de pueblo.
Personajes de ficción en medio de la historia
Captura de la serie, cortesía de Alberto Luberta.
Aprovecho para aclarar, una vez más, sobre qué hay detrás de la soberbia actuación de Fernando Echevarría. El Gallo, es un personaje de ficción creado para la serie, no es El Caballo de Mayaguara. Comenzando porque el Caballo nunca operó en Matanzas.
De Gustavo Castellón tomamos el carácter, su manera de actuar, acciones acometidas por él y hasta el gesto de virarse la visera de la gorra. Aunque lo más importante fue considerar cuánto podía interesar a la juventud un personaje como este. Más allá de la historia, El Caballo de Mayaguara es una de las leyendas de la lucha contra bandidos y, las leyendas, como una vez dijo Guillén, es la expresión poética de la historia.
La escuadra protagónica
La escuadra de miliciano es un protagonista coral. Todos son ficción y a la vez, son reales, porque existieron miles de milicianos como ellos, que un buen día se despertaron soldados y vivieron la violencia de la guerra más sangrienta que ha tenido lugar en Cuba después del triunfo de la Revolución. Como Fidel le dijo a Ignacio Ramonet, “nos costaron más vidas las luchas contra los bandidos que la propia guerra [contra el régimen de Batista].”
Hombres que se codearon diariamente con la muerte y hoy, ni sus vecinos saben que hizo ese viejo que va delante de ellos en la cola del pan.
De cómo Yeyo engordó
Quizás interese está curiosidad del proceso de escritura.
En el inicio, el personaje Yeyo era un poco torpe, supersticioso y chismosón, pero no gordo. La presencia del carismático actor Rolando Rodríguez nos lo hizo remodelar. Sumamos entonces un modesto homenaje al Lorenzo Peña, el personaje de Eduardo Heras León en el cuento “La caminata”. Un hombre que no está preparado para la guerra. Jamás logra ser el primero, pero siempre está ahí.
Paradoja
Las opiniones de los televidentes y la valoración de la crítica nos satisfacen. Pero, ¿por qué la prensa (plana, radial, televisiva) y los centros educacionales, no se han servido de ese material? No para hablar del serial, sino utilizarlo como motivación. Los periodistas para realizar trabajos testimoniales o históricos; la educación, para acercar a los jóvenes a esa época terrible que vivieron sus abuelos.
La divulgación de la historia nacional no puede responder sólo al llamado de una campaña. Se hace en el día a día con pasión, estudio e inteligencia.
Necesidades de la ficción
La dramaturgia pide síntesis, tensión y conflictos humanizados. No es asunto exclusivo del audiovisual. Tampoco cuestionamiento de la contemporaneidad. Hace cuatro siglos Shakespeare se lo planteó: “Creo que, los que no han leído la historia –dice el autor de Hamlet—me permitirán que los instruya, y en cuanto a los que la han leído, les ruego humildemente tomen con benevolencia este resumen de fechas, cifras y sucesión histórica de los acontecimientos que no pueden presentarse aquí en su vasta y viviente realidad”
Y si el maestro de los maestros, pensó esto, que queda para nosotros humildes mortales.
Nota: La información que ofrezco en este artículo y la serie toda, tiene una deuda de gratitud con muchas personas, pero, en especial, con Pedro Etcheverry, subdirector del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado.
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- Escrito por: Paquita Armas Fonseca
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Primero anuncié la telenovela Entrega, luego la comenté cuando aún Beatriz, la sorda, no había aparecido, ni el asesino en serie fuera un buen gancho. Entonces dije “Si por obligación veo desde el capítulo uno hasta el último de cada telenovela, y la mayor parte de las veces lo hago por obligación, en el caso de Entrega, la espero y disfruto”.
Por suerte ha seguido siendo un espacio esperado no sólo por mí, sino que una buena parte del público televidente sigue y disfruta la propuesta.
Estas no son las líneas conclusivas, la telenovela anda por los capítulos 50 y son 72. Ahora quiero apuntar algunos de los aspectos que han hecho de Entrega un buen producto:
- El guión: Amilcar Salatti logra hilvanar múltiples tramas de una manera tan coherente que lo inverosímil lo hace real. El nudo central, el maestro y sus parejas, se relacionan con las otras historias sin que exista un empaste desagradable. A esas suptramas, insertas en nuestra cotidianidad, incluso le incorpora un asesino múltiple, vinculando a un policía de carme y hueso, sin que la “casualidad” moleste, todos son ensartes con lógica.
- La dirección de actores: Osvaldo Doimeadios, él mismo un actor fuera de serie (recordar su Santa Cecilia o disfrutarlo en La otra guerra), con un minucioso trabajo de mesa ha guiado al elenco a lo que se espera de cada personaje. En Entrega la actuación de todos es, por lo menos, aceptable, y existen interpretaciones sencillamente brillantes.
- La dirección general de Alberto Luberta Martínez con Loysis Inclán como co-directora, tiene en el equipo a Orestes Martínez Castro, editor, Juan Palomino, director de fotografía, Yolanda Rosario, producción general, Carlos Pérez y Yuri Betancourt en el sonido directo; Kiki Corona, en la música y Tony Quiñones en la dirección de arte, entre otras importantes especialidades, que trabajaron durante meses en la preparación de las locaciones, todas en exteriores, para conseguir una puesta en escena digna.