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- Escrito por: Victor Fowler
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Espectadores y comentaristas se han preguntado si el relato de ficción que presenta la serie Juego de Tronos está relacionado con acontecimientos “verdaderos”
Pertenezco a la legión de espectadores televisivos que, hay que aceptar que en rara mezcla, experimentamos sensaciones de horror y complacencia durante la emisión del noveno capítulo de la tercera temporada del serial Juego de Tronos, adaptación televisiva de las novelas que –escritas por G. R. Martin– integran la saga novelesca Canción de hielo y fuego. El capítulo al que nos referimos, titulado “Las lluvias de Castamere”, mejor conocido entre los seguidores como aquel en el que tiene lugar la llamada “boda roja”, es uno de los episodios más auténticamente fuertes de un conjunto que en tal modo destaca por el manejo de la violencia que, entre quienes seguíamos la obra, se convirtió en un chiste decir que si te caía bien un personaje, entonces lo más seguro era que muriese asesinado antes de concluir la temporada. La “boda roja” es el asesinato de Robb Stark, su madre Catelyn Stark y Talisa Maegyr, su bella esposa embarazada, en una secuencia diseñada y filmada de manera espectacular; unos minutos en los que todo transmite significado: las puñaladas, el color de las vestimentas, la suciedad del ambiente, la iluminación, los rostros sin afeitar, las burlas ante los que mueren, los ángulos en los que es colocada la cámara, etc. Como instantes de especial horror quedan el momento en el que Talisa recibe varias rápidas cuchilladas en el vientre, para que mueran ella y la criatura, así como la expresión de dolor y enajenación de Catelyn cuando ve morir a Robb, su hijo.
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- Escrito por: Paquita Armas Fonseca Fotos tomadas de la TV
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De todo como en botica, tiene LCB: la otra guerra (II). Mi memoria busca alguna trama en la que el racismo furibundo se haya dado entre personas capaces de morir por la Revolución y no la recuerdo, quizás ha existido, pero no viene a mi mente.
El guajiro Valentín (Hilario Peña) y el miliciano citadino Nene (Jorge Enrique Caballero), en un duelo entre padre y pretendiente, en el que brillan los actores en sus personajes, nos muestran como un hombre puede defender a su país y no admitir que su hija sea novia de un joven, revolucionario, inteligente y audaz pero…negro.
No me cansaré de decir que esas escenas como otras de La otra guerra, verosímiles totalmente, se alcanzan cuando el audiovisual se levanta sobre un guion sin fisuras. Eduardo Vazquez ha demostrado con creces que escribiendo de y sobre Historia es un excelente guionista (La isla y el tiempo, Lo real maravilloso, Dos ríos, el enigma, Duaba, la odisea de honor y LCB La otra guerra I).