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- Escrito por: Luis Casariego / Fotos: Cortesía de la entrevistada
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Marta López Villalonga inició su vida laboral entre 1969 y 1975, desempeñándose como ilustradora gráfica en el Instituto Cubano del Libro, específicamente en la editorial Pueblo y Educación. Paralelamente, entre 1972 y 1974, cursó estudios en la Escuela de Artes Plásticas de La Habana “San Alejandro”, ya ubicada en su nueva sede en la rotonda del obelisco de Marianao, en 100 y 51. Durante este período también asistió a la Escuela de Artes Aplicadas y se graduó en 1980 como escenógrafa integral y diseñadora de vestuario, área que marcó profundamente su trayectoria profesional.
Participó en varias exposiciones colectivas con ilustraciones de libros de texto diseñados por ella. Integró el equipo que, junto al Consejo de Estado, elaboró los libros “Tania la Guerrillera” y los escritos del Che. También colaboró en la confección de materiales para las becas de los primeros formadores de maestros, en coordinación con el Ministerio de Educación.
Entre 1975 y 1977 trabajó en la Editorial Gente Nueva, donde su calidad como ilustradora le valió integrar una exposición colectiva de libros infantiles en España. Posteriormente, entre 1977 y 1979, se desempeñó como ilustradora en la especialidad de Ciencias Médicas en la Editorial Científico-Técnica, y se incorporó a la Televisión Cubana.
A partir de 1980, comenzó a trabajar como diseñadora de vestuario en el ICRT, participando en toda la programación de la Televisión Cubana y en una amplia variedad de géneros: dramatizados, fantasías infantiles (su gran pasión), musicales y espectáculos diversos. También colaboró con los Estudios Cinematográficos del ICRT. Siempre dentro del ámbito artístico, transitó por distintos caminos, pero el diseño de vestuario fue el eje donde se consolidó por su calidad, recibiendo premios y reconocimientos en diferentes especialidades.
Entre sus distinciones se encuentran:
- Premio de Vestuario por la obra “Roberto Zuco” en un concurso de teatro en Venezuela.
- Premio Especial de Vestuario en el Festival Cine Plaza ’92 por la obra “Boceto”.
- Premio Nacional de Vestuario de Televisión por la obra “La última niebla”.
- Premio de Vestuario de la Televisión Gallega en el centenario del nacimiento de Federico García Lorca por la obra “Un día cubano con García Lorca”.
- “Relatos de Lenin”, Premio en el Festival de la Radio y la Televisión (1985).
- “Una casa colonial”, Premio en el Festival de Cine, Radio y Televisión (1985).
- “Inocencia”, Premio en el Festival de Cine, Radio y Televisión (1987).
- “Esta larga tarea para aprender a morir”, Mención Especial en el Festival de Turín, Italia (1988).
- Premios Caracol de la UNEAC por: “El camino de los juglares”, “Alejandro”, “Cuando el agua regrese a la tierra”, “Inocencia” y “Caminos para Hamlet”.
Con motivo del próximo aniversario 75 de la Televisión Cubana, queremos destacar especialmente sus obras para la televisión. Marta considera que sus trabajos más significativos en televisión, cine y teatro son:
- Novelas: “Lo conseguirás luchando” (dir. Eduardo Moya, 1986), “Retablo personal” (dir. Rolando Chong), “Cuando el agua regrese a la tierra” (dir. Mirtha González, 1991), “La otra cara de la moneda” (dir. Rudy Mora, 1999), “Retrato de mujer” (dir. Paco Anca) y “Historias de fuego” (dir. Nohemí Cartaya, 2007), esta última actualmente en retransmisión.
- Aventuras: “El conde de Montecristo” (dir. Rafael Acosta, 2000), “El príncipe de los zorros” (2003) y “El caballero del rey” (dir. Rafael Acosta, 2005).
- Programación infantil: “El camino de los juglares” (dir. Bernardo Cordero), “Los dos ruiseñores” (dir. Julio Cordero), “Fiesta de verano” (dir. Abel Ponce) y la “Gala por el Día de los Niños” (4 de abril de 1994).
En teatro, dejó huella en numerosas obras y espectáculos como:
- “Tan perfecto no te quiero” (grupo aficionado de las FAR, 1990),
- “Fasten Bell” (dir. Abraham Rodríguez, Teatro Karl Marx, 1991),
- “Meñique” (Grupo La Colmenita, dir. Juan Carlos Cremata, Teatro Karl Marx, 1995),
- “Roberto Zuco” (dir. Carlos Celdrán, grupo Buen Día, 1995),
- Recitales y espectáculos en el Teatro América,
- “Vestuarios de las comparsas” para el Carnaval de La Habana,
- Espectáculo musical de Tony Menéndez en el Teatro Mella,
- “Caminos para Hamlet” (Grupo de Teatro Buscón, Teatro Nacional de Cuba),
- “Los soñadores” (homenaje a Juan Blanco, dir. Tomás Piard),
- “Un jardín de madera” (dir. Mirtha González, 2006),
- “Viaje de un largo día hacia la noche” (dir. Tomás Piard).
El cine tampoco escapó a su talento como diseñadora, vestuarista y escenógrafa. Aunque muchas de estas películas, por ser independientes, no se han proyectado ampliamente, incluyen:
- “Martí” (dir. Miguel Torres, 1992),
- “Inocencia” (dir. Teresita Ordoqui),
- “Una casa colonial” (dir. Miguel Torres),
- “Relatos de Lenin” (dir. Lilian Llerena),
- “Cuando la noche muera” (dir. Miguel Sanabria, 1985),
- “Esta larga tarea para aprender a morir” (dir. Diego Arche, 1988),
- “Boceto” (dir. Tomás Piard, 1992).
Nacida en La Habana el 27 de enero de 1948 (bajo el signo de Acuario), Marta heredó el gusto por las artes de su madre, cantante lírica frustrada por imposiciones familiares. Desde niña sintió pasión por el dibujo y la pintura, que más tarde canalizó hacia la ilustración y el diseño.
Como diseñadora de vestuario, también ha ofrecido asesorías técnicas a equipos de cine y teatro, algunas de las cuales han trascendido fronteras, como la obra “Roberto Zuco” del director Carlos Celdrán, presentada en el extranjero, y la película “Boceto” de Tomás Piard, exhibida en el Museo de Arte de Nueva York.
Durante todos estos años ha recibido múltiples premios y reconocimientos del Sindicato de la Cultura, incluyendo la Medalla “Raúl Gómez García” por más de 25 años en el sector, la distinción “Artista de Mérito” de la Televisión Cubana, el sello conmemorativo por los 65 años de la Televisión Cubana, además de ser miembro de la UNEAC y del Consejo Artístico del Departamento de Diseño de la empresa de servicios a programas de la Televisión.
Esta es solo una pequeña muestra de su labor como profesional de la cultura cubana durante más de cuatro décadas, difícil de condensar en unas pocas cuartillas.
Nuestra compañera de tantos años, la destacada diseñadora Marta López Villalonga, se jubiló en 2010, aunque ha continuado activa, colaborando con los Estudios Fílmicos del MININT y realizando trabajos privados para bodas y eventos. Por eso, en este año tan significativo para la Televisión Cubana, consideramos justo rendirle este sencillo homenaje, al igual que a tantos otros colegas que han sido pilares silenciosos de esta institución.
Marta ha desarrollado gran parte de su carrera dentro de nuestros medios. En este aniversario 75 de la Televisión Cubana, creemos imprescindible reconocer el trabajo de quienes, como ella, permanecen tras bambalinas, invisibles para el gran público pero esenciales para cada producción.
¡Felicidades a todos los trabajadores de nuestra Televisión!
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- Escrito por: Jordanis Guzmán Rodríguez
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A la telenovela cubana se le pide demasiado a veces: se le pide ser entretenida pero profunda, audaz pero prudente, apasionada pero con los pies en la tierra y fundamentalmente, que agrade a todas las audiencias por igual. Coincidiremos con que tales exigencias están muy lejos de cumplirse, aunque nuestros guionistas y directores se empeñen en acercarse a un modelo de melodrama más dúctil, por momentos pretensioso; porque pensar que un platillo satisfaga todo “apetito” representacional es querer que el olmo de peras.
Sábados de gloria, la actual telenovela en trasmisión, en esa vocación “integradora” de nuestro culebrón criollo, ha tomado para sí un sinfín de fórmulas y recursos dramáticos, que por momentos recuerdan a las más clásicas telenovelas, pero en otros deja entrever notables rasgos de géneros como las series o las sitcoms.
Esto en principio no es un defecto; la experimentación siempre ha sido una constante del género, pero dejarse arrastrar por códigos más realistas sin encontrar el equilibrio, da como resultado híbridos raros, en donde se suele tambalear algo imprescindible: la estructura.
Jorge Luis Sánchez, en su debut como guionista, concibió una historia deliciosa y entrañable de tres amigas hermanadas por la vida y sus avatares. Solo bastó un capítulo para que toda Cuba empatizara con Rita, Omara y Karelia. La química de estas tres mujeres, sus relaciones familiares y amorosas, los entornos profesionales y esas pequeñas pruebas que a todos nos toca, han hecho que Sábados de gloria conecte con el público, guste, y que se le perdone ese uso y abuso de la fragmentación de las escenas, el marcado tono episódico de casi todos los capítulos y la escasa duración de los mismos.
Cuando se escribe bien, hasta el más fútil parlamento reluce, y Sánchez es un guionista preciso, casi un encantador de serpientes, pese a que en lo personal, la elección de un protagonismo coral me parece más efectivo en géneros realistas, algo que la telenovela no es. Sus diálogos están provistos de ingenio, picardía e intelecto. Pero una novela no se escribe una vez, sino dos y hasta tres, y esas nuevas escrituras no son competencia del escritor. La dirección y las diferentes especialidades que intervienen en el proceso terminan por redondear o deformar la obra.
Aunque Tamara Castellanos guía con una precisión de orfebre el trabajo actoral, se escapan de sus manos muchos elementos técnico-artísticos que hacen de Sábados de gloria una obra regular; eficaz comunicacionalmente pero sin vuelo.
Hay decisiones de puesta en escena que rayan en lo pedestre, lo básico. La cámara, ese recurso expresivo tan determinante en un audiovisual, aquí se limita a hacer el rol de ventana de una historia atractiva y poderosa. Muy poco es el movimiento, la diversidad de planos y el sentido espacial. Cierta sensación de claustrofobia se respira en prácticamente todas las escenas, tanto en interiores como exteriores.
La edición fragmenta hasta la saciedad escenas que fluirían mejor de corrido. Y digo la edición porque es imposible que un guionista se permita “machetear” a diestra y siniestra su propia obra. Cuatro alternancias en una escena resulta algo inconcebible y anti-dramatúrgico.
El sonido directo, como en anteriores propuestas, vuelve a ser caótico, carente de pulcritud. Aun es una deuda pendiente en nuestras telenovelas la elección de locaciones donde haya un mejor control del ruido ambiente. Ya que filmar en exteriores se ha vuelto la única salida, hay que encontrar mejores estrategias de rodaje para que la experiencia sonora sea más agradable y legible.
Uno de los grandes aciertos de Sábados de gloria está en la elección de casting. Tamara Castellanos, secundada por Ernesto Fiallo, tuvieron muy buen tino al escoger el elenco. Las tres actrices protagónicas bordan con hilos de oro sus roles, construyendo una química en escena bastante atípica en producciones que se hacen con mucha prisa, sin tiempo real para construir atmósferas.
El regreso de Thaimí Alvariño a las telenovelas luego de tantos años ha sido uno de los mayores regalos para el público cubano. Omara llega a Thaimí en un momento de madurez interpretativa, donde el conocimiento de su cuerpo y su ritmo interno, le permiten ser orgánica y a la vez mantener ese cuidado en el decir, que muy pocas actrices conservan. Omara es un torrente de emociones,
vivencias, y así es entendido por la intérprete, tan telegénica como en sus comienzos.
Yudexi de la Torre da un giro de registro con su Karelia. La actriz, acostumbrada a roles más temperamentales, aquí regula su fuerza dramática para dar vida a esta amiga mediadora, que deja en segundo plano sus propios dilemas personales para atender y resolver los de sus amigas.
Pero el gran descubrimiento de Sábados de gloria es Yessie Guridi, actriz que en su tercer personaje en televisión y su primer protagónico demuestra una impresionante capacidad para generar atmósferas y estados de ánimos. Guridi, notablemente menor en edad que sus compañeras, logra emparejarse con ellas mediante el trabajo físico. La actriz le da peso a su andar, regula su voz, anula lo más posible su propia naturaleza para entrar en la de esta mujer al inicio gris pero que poco a poco va encontrando sus colores.
Sí, a la telenovela cubana le pedimos mucho, y de tanto pedir estropeamos el verdadero sentido de una obra melodramática. Para encontrarnos con nuestra realidad están otros géneros, otros espacios. Lo que sí tenemos que seguir pidiéndole a la telenovela es rigor, buena factura y calidad dramatúrgica. Sábados de gloria ha calado en la gente por la poderosa premisa de la que parte y por los increíbles actores que integran el elenco. Aun se sienten los nocivos efectos de ciertas prisas productivas y de una estructura dramática tambaleante, víctima de reescrituras audiovisuales no todo el tiempo convincentes.