Temas
- Detalles
- Escrito por: Guille Vilar
- Categoría: Temas
- Visto: 791
Conferencia dictada en homenaje a cinco glorias de la música cubana a cargo del crítico Guille Vilar con motivo del Habana Mambo Festival en el Hotel Meliá Habana el 26 de agosto del 2022.
Para el cubano, basta la llegada de una buena noticia para que esta se convierta en el pretexto ideal para hacer un motivito entre amigos. Uno ofrece su casa, el otro lleva algo de picar y entre todos ponen la bebida. Pero obviamente, si no se cuenta con música, entonces no hay razón para hacer algo porque en realidad, el verdadero pretexto de esta reunión, es la posibilidad de soltar al cuerpo a través del baile. Numerosos investigadores del tema, reconocen que de entre todas las artes, para el cubano la música es la más apreciada, sin lugar a dudas. Y con la música, el baile. Fíjense si esta realidad se encuentra tan impregnada en nuestros genes, que muchos de los compatriotas que emigran, preservan el sentido de identidad al inventarse cursos para enseñar a bailar casino como un modo de ganarse la vida. Dicen que esa inmediata disposición que manifestamos por el baile nos viene por la explosiva mezcla de los africanos con los gallegos, pues ambas culturas son bastante bullangueras. Tan es así que, en el salón de espera de un aeropuerto usted sabe dónde están los cubanos porque para hacernos entender, hablamos con todo el cuerpo. La sugerente alegoría del Apóstol José Martí al afirmar que ¨ las raíces son los pies del árbol; los pies son las raíces del hombre, ¨ evoca todo un complejo sentimiento de cuan hondo están las raíces del árbol de la cultura en quienes con su música hacen mover los pies del cubano. Por lo tanto, vamos a hablar de patria.
Yerran los que piensan que, para acceder al concepto de patria, tenemos que estar en momentos solemnes nada más, cuando en opinión del prestigioso poeta y ensayista Cintio Vitier, la patria está presente tanto en el combate de Las Guasimas como en el sabor del dulce de guayaba. En Cuba la cultura no es una industria y mucho menos una industria del entretenimiento como se le conoce en los Estados Unidos. La cultura nuestra, en este caso la música cubana bailable- no es un asunto de improvisados mercachifles sino de elegidos por la vida, dueños de una mística que se merece el mayor respeto cuando ponen en práctica las convicciones de sus creencias estéticas y en la medida que estas encuentren correspondencia con el público a las que están dirigidas, la recreación no será insípida ni insustancial sino un momento de auténtico enriquecimiento espiritual que, sin lugar a dudas, nos hace mejores seres humanos. Honremos entonces a los patriotas Elio Reve, Juan Formel, Adalberto Álvarez, José Luis Cortes y Cesar Pupi Pedroso quienes, en el brevísimo lapso de tiempo de 25 años, decidieron partir hacia la eternidad por lo que les pido un fuerte aplauso en su memoria. Estos son momentos para reconocernos como dueños de una plenitud absoluta que, al interiorizar el inmenso legado de tales personalidades, evocamos un gesto de amor a lo nuestro, de devoción por todo aquello que tenemos identificado como lo nuestro en la vida cotidiana. Pero antes de referirnos a semejantes leyendas, vayamos un poquito más atrás en el tiempo. Acudamos a la memoria de un padre fundador como fue el gran Benny Moré. ¿Cómo tenía qué ser el encanto de esta figura insigne de nuestro patrimonio cultural, que lo más normal del mundo era que en sus bailables, la gente parara de bailar para verlo conducir la orquesta mientras cantaba? Estamos haciendo referencia a una ceremonia del culto a esa raíz de patria que nos une en la música bailable cubana como también lo pude comprobar en un concierto de la cubanísima orquesta Aragón. Recuerdo cuando Adalberto tenía un concierto en el Salón Rosado de La Tropical y la Aragón estaba invitada como telonera. Pero cuando la añejada orquesta comenzó a tocar aquellos clásicos de siempre, cuanto orgullo sentí al ver literalmente a todo el mundo, bailando con la mayor de las alegrías. Y eso no se consigue de un día para otro con una furiosa campaña de marketing ni porque se congraciaron con alguien sino por la paulatina sedimentación de lo cubano plasmado en esas melodías inmortales a través de los años.
No obstante, si algún sociólogo quiere descubrir desde el arte cómo somos los cubanos, tiene que sumergirse en el universo de otro auténtico músico criollo para comprender buena parte de aquellos rasgos que conforman nuestra nacionalidad. Hay que acercarse al misterio de la creatividad musical de una persona que desde el Charangón de Elio Reve, otro de los grandes- bajo el nombre de Juan Formell, decide fundar su propia orquesta para implementar una proeza como la de mantenerla durante tanto tiempo en la cima de la preferencia del cubano. Incluso, he propuesto para debatir, el empleo del termino vanvanerismo como una clave que nos pueda explicar lo que le sucede al cubano con la música de Los Van Van y el baile. En tal sentido, otro de estos titanes a los que estamos haciendo referencia, nos propuso una música que desde la sabrosura del son, pudimos llegar a verla con los mismos colores brillantes de la bandera; es una música que hasta podemos tocarla con nuestras propias manos para sentir la solides de lo auténtico y comprobar el peso de una obra arrancada de lo profundo de nuestra identidad. El corazón de este Caballero del Son, nos mostró el vigor que toda una nación se reserva para bailar. Al movernos al ritmo del baile de casino con la orquesta de Adalberto Álvarez y su Son declaramos en cada gesto, en cada pasillo, nuestro amor por la tierra en que hemos nacido. Es descubrirnos hermanados entre la multitud debido a la expansión de alegrías contagiosas. Es mojarnos por el cantar de un son que Adalberto nos lo entregó como lluvia para hacer crecer en nuestras cubanas almas las flores que embellecen al jardín de la Patria. Ya teníamos suficiente angustia con la perdida de Formell y Adalberto cuando nos sorprende el fallecimiento del maestro José Luis Cortes. Mucho más allá de su provocadora vestimenta y de sus extravagantes ocurrencias, un virtuoso musico como El Tosco, representó un punto de apoyo decisivo en la evolución de la timba dura y por lo tanto una renovadora inflexión en el baile. Ante este otro duro golpe de la vida tan seguido, me acerque a Cesar Pupi Pedroso- la otra pierna de ese gigante de Van Van, para advertirle sobre de la enorme responsabilidad que recaía en sus hombros como la de mantener en alto el talento, la profesionalidad y la cubanía presente en el legado de sus hermanos fallecidos. Y el destino tampoco me dio tiempo para elogiarlo debidamente por todo y lo tanto que se merecía. No voy a terminar esta breve, pero emotiva charla, hablando de otras orquestas estelares como es el caso de Havana D´Primera con Alexander Abreu, reciente Gran Premio Cubadisco.
Quiero dirigirme en especial, a las orquestas de reciente aparición, a esas que están creciendo con jóvenes músicos atrapados entre el furor de la fama y los aplausos. En este negocio de la música se gana mucho dinero. Es verdad. Pero no podemos olvidar que tales ganancias están vinculadas directamente al prestigio profesional que cada cual sea capaz de alcanzar durante el desenvolvimiento de una exitosa trayectoria. Recuerden también, queridos jóvenes, que cuando se goza del bienestar que trae consigo una fama pasajera, esta te puede llegar a encandilar por las muchas lámparas que tengas sobre tu rostro, pero no olvides que estas lámparas se pueden fundir y, por lo tanto, te quedarás a oscuras. Lo verdaderamente trascendental, lo verdaderamente importante es que artistas de la talla como la de los que hemos hablado en esta charla, no necesitaron nunca de ninguna lampara ni nada por el estilo porque permanecen eternamente iluminados por el Sol de la patria, esa potente luz que nos permite vislumbrar hasta el corazón agigantado en cada uno de ellos por el agradecimiento eterno de millones de cubanos. Pero la cuestión no es pedir que se les copie ni tampoco que los imiten ni mucho menos. Cuando ellos comenzaron hace muchos años, tuvieron las agallas y el talento profesional imprescindible para no solo presentar sus nuevas propuestas, sino lograron que estas se convirtieran en la savia que orgullosamente nos identifica como cubanos en el género de la música bailable. No olvidemos que ese ajiaco del que nos habló don Fernando Ortiz y que todo el mundo parece conocer, para nada se trata de un concepto estático y mucho menos cerrado en relación a los nuevos ingredientes que en cada época, la de ustedes específicamente- se le debe de agregar a la sazón de este sabroso ajiaco. Lo único que se les pide, jóvenes queridos, es que lo hagan con la misma profesional entrega de respeto y de amor por el pueblo cubano como lo hicieron Elio Revé, Juan Formell, Adalberto Álvarez, José Luis Cortes y Cesar Pupi Pedroso. Muchas gracias.
- Detalles
- Escrito por: Laura Mercedes Giráldez /Granma
- Categoría: Temas
- Visto: 752
El haber cumplido con sus expectativas como actriz y el agradecimiento inmenso a los directores, son otras de sus satisfacciones
La doctora Danay junto a su familia en la novela Tan lejos y tan cerca. Foto: Tomada de Facebook
«Interpretar el personaje de una doctora en plena COVID-19 fue un reto. Sabía que iba a tocar sensibilidades en gran parte de los trabajadores de la Salud, quienes tuvieron que dejar a sus familiares para enfrentar la pandemia. Algunos se enfermaron, y otros jamás volvieron a casa», asegura Maité Galbán, quien asumió el rol de Danay en la recién concluida telenovela Tan lejos y tan cerca.
«Sabía que las historias que contaríamos sobre la zona roja estaban basadas en las experiencias de la especialista que nos asesoró. Por lo tanto, merecían un cuidado especial. Era emocionante: cada vez que ella veía una escena se conmovía, al igual que nosotros».
Por su parte, mientras filmaba, la actriz revivía los aplausos que, junto a su sobrina de cinco años, daba todas las noches, a las nueve, en honor a los que ponían en riesgo sus vidas para salvar las de los demás. Luego, ella estaría en la piel de uno de esos héroes de batas blancas.
A la novela llegó por idea de los directores Alberto Luberta y Loysis Inclán, quienes siempre pensaron en ella para este protagónico. Y luego de probar en casting su química con otros actores, le dieron el papel.
Para encarnar a Danay tuvo un tiempo de preparación con el director de actores Eduardo Eimil, lo cual le permitió «aclarar dudas, justificar las escenas e ir tejiendo el personaje», pues Tan lejos … tuvo la particularidad de ser escrita, producida y editada al mismo tiempo.
«Mi reto en esta telenovela consistía, en primer lugar, en que el público creyera que yo era una doctora y no una actriz interpretando a una doctora. ¡Hasta aprendí a medir la presión arterial!
«Otro desafío fue conectar con los televidentes de manera verdadera, que vieran en mis ojos lo que estaba pasando por el alma», sobre todo, porque en muchas de las escenas se usaba mascarilla, lo cual podía dificultar la comprensión de los textos.
Maité, que en el ámbito personal se define «luchadora incansable, positiva, líder en lo familiar, quisquillosa, perseverante y soñadora», de sí misma, puso en Danay «la sensibilidad, la pasión con la que defendía lo que pensaba, el creer que podía arreglarlo todo sola, cuando no era así, por lo que termina delegando en otros. El deseo de ayudar siempre, aunque ella ya no pueda más».
¿El resultado? «Los niños me reconocen en la calle, la gente se me acerca emocionada y me hace comentarios sobre el capítulo que más les gustó, muchos me confesaron llorando sus historias, algunos se sintieron identificados con Danay».
El haber cumplido con sus expectativas como actriz y el agradecimiento inmenso a los directores, son otras de sus satisfacciones en torno a esta producción audiovisual que reflejó en sus historias, una parte de la realidad que vivió Cuba durante los momentos más complejos de la pandemia.
«Estoy muy feliz con lo que se vio en pantalla. A pesar de que el proceso de rodaje fue en circunstancias difíciles, el resultado fue acogido de manera positiva por el público».