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- Escrito por: Daniela Fernanda García/Juventud Rebelde
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Ángel Ruz, joven actor que asumió uno de los conflictos principales de la telenovela cubana Tan lejos y tan cerca, formará parte del elenco de la segunda temporada de la serie Calendario
Diría que, al igual que los grandes sabios, es de los que reflexiona todo lo que dice. Su personalidad tiene una particular mezcla entre lo introvertido y lo aventurero. A veces ama leer por noches seguidas, en otras ocasiones le gustaría adentrarse en un viaje a lo desconocido. Estos puntos de inflexión acompañan a Ángel Ruz Pérez no solo en su vida personal, sino además en el ámbito profesional.
El actor cubano de 24 años ha impregnado su talento y versatilidad a cada personaje. El estudiante humilde de la telenovela Entrega, el violador en la serie televisiva Calendario; cuya participación se hará notar en la próxima temporada, y el popular David de Tan lejos y tan cerca —enamorado de dos mujeres y sumergido en un mundo de engaño y negocios turbios— son algunas de las interpretaciones de Ruz.
El poder de transmitir un mensaje
Aunque su gran papel en la recién finalizada novela no tiene que ver en absoluto con su manera de ser y de proyectarse ante la vida, Ángel Ruz cree que «a pesar de que el personaje sea en esencia otro tipo de persona de lo que uno es, esto no quiere decir que no tenga puntos de contacto con el actor.
«Todos los personajes están creados con un sentido, su historia denota algo y tratan de transmitir un mensaje. Los puntos en común con el artista son todos porque es una creación de uno mismo. En algún momento de este proceso pienso que el artista debe empezar a empatizar con su creación, a procesar y a pensar como ella, sin juzgarla y sin que ninguna acción traiga sorpresa alguna.
«Yo me adentré en David desde el principio. En la actuación todo se construye, hasta las emociones. Trabajé fuertemente en los ensayos donde nos fuimos haciendo preguntas como: quién es esta persona, por qué toma estas decisiones, cuál es la vida que tiene, de dónde viene… Una vez que uno empieza a obtener las respuestas a estas interrogantes, se conoce por cuáles filtros se deben mover las emociones del personaje».
—Sobre el conflicto amoroso en el que se desenvuelve David. ¿Piensas que es machista esta conducta poliamorosa o crees que es posible amar a dos personas al mismo tiempo?
—El enfoque del personaje es machista. David defiende un estilo de vida, pero lo hace de una forma machista en algún sentido. Un ejemplo de ello es en una de las últimas escenas donde están juntas las dos mujeres con las que mantenía relaciones afectivas tratando de ayudarlo en conjunto, él las mira y se sonríe…
«Es un papel construido para transmitir dos mensajes. El primero es que existe una gran parte de la sociedad cubana que promueve estas conductas patriarcales, y el otro es que están surgiendo maneras nuevas en las relaciones de pareja.
«En el sentido del poliamor o de si se puede llegar a amar a dos personas, pienso que hace un tiempo en muchas partes del mundo esas barreras se cayeron. En Cuba falta por evolucionar todavía, pero ahora mismo hay una etapa de gran libertad y creo que existe una buena parte de las nuevas generaciones que apuestan por eso. No estoy en una relación poliamorosa, pero si viene, que llegue; no tengo miedo».
—¿Cómo te llevaron las críticas de la teleaudiencia en la calle y en las redes?
—Hay algo importante que entender: se trabaja para el público, aunque a veces pueda ser complicado. No tengo ningún episodio catastrófico. La mayoría de las personas increíblemente me comentaban para bien. Hacían chistes con respecto al personaje, pero en esencia demostraban que les gustaba la novela y que seguían la historia de David.
—¿Piensas que la mixtura de la mentira y la ilegalidad en el personaje lo convirtieron en negativo totalmente?
—No es una cuestión de verlo negativo o no, sino de captar el mensaje de que son situaciones reales que están pasando en nuestro país.
«La línea es muy delgada entre lo positivo y lo negativo que pueda ser un personaje. Definirlo en una cosa u otra le toca al público. Aunque obviamente la ilegalidad y el engaño son negativos, todos en algún momento hemos engañado o nos han engañado y sabemos que no lleva a un buen resultado. La verdad tiene peso y es difícil, pero creo que es el mejor camino».
Sus inicios en el Balcón del Oriente Cubano
Original de la provincia de Las Tunas, el artista tuvo un pequeño acercamiento a la televisión mientras cursaba la enseñanza Primaria en el programa Agenda Pioneril del telecentro Tunas Visión.
«Cuando terminé el Preuniversitario no me interesaban ninguna de las carreras que ofertaban. Uno de mis compañeros, quien había trabajado conmigo en Agenda Pioneril, me habla sobre estudiar actuación en Bayamo. Me aventuré y estando allá la actriz Corina Mestre me invitó a participar en el Taller Nacional de Actuación en La Habana.
«Ingreso a la Escuela Nacional de Arte (ENA). Los dos primeros años fueron difíciles desde lo académico porque no tenía prácticamente experiencia, y desde lo personal, pues estaba lejos de mi familia a una edad aún temprana.
El actor tunero fue parte del elenco de Inocencia, filme cubano de corte histórico sobre el fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina en 1871. Foto:Cortesía del entrevistado
«En la ENA agradezco a mi maestro el actor Jorge Enrique Caballero, quien me enseñó el nivel de seriedad y de compromiso que requiere la profesión».
El teatro: una necesidad
El joven artista, quien actualmente cursa el cuarto año de la Universidad de las Artes por curso para trabajadores, es un amante del teatro.
«Mi primer trabajo en el medio desde lo profesional fue con el grupo Teatro El Público, bajo la dirección de Carlos Díaz, donde estoy actualmente. Ahí hice mi servicio social luego de graduarme de la ENA.
«Es algo que disfruto mucho. Soy un fan de los procesos. Lo que más me atrae es montar la obra y ver el camino que ella sigue desde su comienzo hasta la creación del espectáculo y posteriormente de la función. Ese viaje de ir creando e ir montando la obra lo disfruto muchísimo y aún más cuando tengo a mi lado a compañeros y amigos.
«El teatro, casi siempre lo digo, es una constante en mi vida. Se convirtió en una necesidad para mí en todos los sentidos. Desde que me gradué no he dejado de hacer teatro y no pienso dejarlo mientras pueda. Cuando estoy en un escenario siento el nervio y la pasión del primer día».
El egresado de la ENA es parte del grupo teatral El Portazo, de Matanzas, donde se encuentra actualmente laborando en la obra Por gusto; trabaja en la agrupación Teatro de la Luna y colabora con la Montaña Teatro. Entre sus nuevos proyectos con Teatro El Público está el estreno de la pieza Opereta.
Uno de sus pasatiempos favoritos es escuchar música. Adora montar bicicleta y leer. Ángel es un aficionado a la simbiosis entre el deporte, la cultura y el medio ambiente. «El senderismo y el camping me parecen actividades espectaculares para aliviar tensiones».
El actor que, además, se ha destacado en el séptimo arte como uno de los ocho estudiantes de Medicina del célebre filme cubano Inocencia, es de los que no se encasillan en un personaje, ni esperan por alguno en particular. «Me gusta que me sorprendan con un papel interesante. Estoy abierto a propuestas…».
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- Escrito por: Jordanis Guzmán Rodríguez
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El teaser oficial del live action de La Sirenita, presentado en la expo anual de Disney hace apenas una semana, ha reavivado las terribles llamas del odio y el prejuicio, que ya venían formándose desde el año 2019, cuando la compañía reveló que Halle Bailey, una joven actriz y cantante afronorteamericana, sería quien le daría vida y voz a la icónica Ariel, personaje que en 1989 sacara de la crisis creativa a la casa del ratón.
Muchos son los argumentos expresados por los que se oponen a una sirena negra; los más reiterados hablan de inclusión forzada, de irrespeto hacia la versión del 89 y hacia el propio cuento de Hans Cristian Andersen, además de alegar oportunismo comercial por parte de Disney. Esto último no suena tan descabellado conociendo las estrategias de la industria hollywoodense, donde todo se vale en cuestiones de mercado. Y querámoslo o no, anunciar que una joven afronorteamericana será la primera princesa negra en un live action de Disney es todo un golpe de efecto; la empresa lo sabe, todo Hollywood lo sabe y el público también.
Pero apartando estas cuestiones más asociadas al marketing, el cambio de tez de La Sirenita, no nos debe parecer ni casuístico ni forzado; más bien nos está hablando de un punto de giro en la relación de la industria con la sociedad en que se mueve. Como perfecta metáfora sociocultural, Ariel no será la única que recobrará su voz robada en esta nueva cinta, sino toda una comunidad, y con ella una generación que comienza a andar por este mundo nuestro, no tan justo ni tan idílico como los cuentos de hadas.
Son sin dudas conmovedores los últimos videos en las redes, de niñas afrodescendientes saltando de alegría al notar que Ariel es una chica negra como ellas. Tal vez esta representación pudo haber llegado muchas décadas atrás, detalle este que no le resta valor a la decisión de la compañía.
Pero mucho tiempo antes de que Disney pensara en la posibilidad de una sirena negra en su catálogo, la televisión cubana ya tenía la suya. Una pequeña sirenita de aleta rosa, piel canela y trenzas afros color de fuego, nos contagiaba con su alegría, su hermosa voz y su optimista canción. Coralina, nos mostraba de manera orgánica y coherente con nuestra identidad caribeña, una nueva mirada al mito de la sirena. Le daba la posibilidad a la niña cubana de jugar a ser sirenita, a tener un amigo cangrejo y a aprender de sus errores.
Lo más interesante es que nadie se cuestionaba el color de piel de la coqueta niña; se asumía con la naturalidad que representa vivir en un país justo, revolucionario e inclusivo.
Para el departamento de animación de la televisión cubana, Coralina representó una bocanada de aire fresco a inicios de la década de los 2000. Era un proyecto novedoso, alegre, con un diseño de personajes muy auténtico y un buen uso de las técnicas de animación. La recreación del fondo marino y de sus criaturas, aunque sin dejar de ser animados, resultaban realistas para el público infantil que disfrutaba una y otra vez del único episodio de Coralina.
Sería muy interesante y oportuno que la televisión cubana retomara este proyecto y personaje, e hiciera de él una serie animada que nuestros niños puedan disfrutar. Temas como el cuidado al medioambiente, el amor a la familia, el respeto a la diversidad, entre otros, podrían funcionar de maravillas con un personaje tan carismático y popular como Coralina.
Que nuestros niños y niñas se sientan representados en personajes propios, llenos de cubanía y valores, es, ante todo, una ganancia sociocultural que no podemos perder. Si ya fuimos una vez los creadores de la primera sirenita caribeña en los dibujos animados, nos toca ahora recuperarla del olvido y enriquecer su mundo de magia, colores y cubanía.