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- Escrito por: Laura Mercedes Giráldez /Granma
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El haber cumplido con sus expectativas como actriz y el agradecimiento inmenso a los directores, son otras de sus satisfacciones
La doctora Danay junto a su familia en la novela Tan lejos y tan cerca. Foto: Tomada de Facebook
«Interpretar el personaje de una doctora en plena COVID-19 fue un reto. Sabía que iba a tocar sensibilidades en gran parte de los trabajadores de la Salud, quienes tuvieron que dejar a sus familiares para enfrentar la pandemia. Algunos se enfermaron, y otros jamás volvieron a casa», asegura Maité Galbán, quien asumió el rol de Danay en la recién concluida telenovela Tan lejos y tan cerca.
«Sabía que las historias que contaríamos sobre la zona roja estaban basadas en las experiencias de la especialista que nos asesoró. Por lo tanto, merecían un cuidado especial. Era emocionante: cada vez que ella veía una escena se conmovía, al igual que nosotros».
Por su parte, mientras filmaba, la actriz revivía los aplausos que, junto a su sobrina de cinco años, daba todas las noches, a las nueve, en honor a los que ponían en riesgo sus vidas para salvar las de los demás. Luego, ella estaría en la piel de uno de esos héroes de batas blancas.
A la novela llegó por idea de los directores Alberto Luberta y Loysis Inclán, quienes siempre pensaron en ella para este protagónico. Y luego de probar en casting su química con otros actores, le dieron el papel.
Para encarnar a Danay tuvo un tiempo de preparación con el director de actores Eduardo Eimil, lo cual le permitió «aclarar dudas, justificar las escenas e ir tejiendo el personaje», pues Tan lejos … tuvo la particularidad de ser escrita, producida y editada al mismo tiempo.
«Mi reto en esta telenovela consistía, en primer lugar, en que el público creyera que yo era una doctora y no una actriz interpretando a una doctora. ¡Hasta aprendí a medir la presión arterial!
«Otro desafío fue conectar con los televidentes de manera verdadera, que vieran en mis ojos lo que estaba pasando por el alma», sobre todo, porque en muchas de las escenas se usaba mascarilla, lo cual podía dificultar la comprensión de los textos.
Maité, que en el ámbito personal se define «luchadora incansable, positiva, líder en lo familiar, quisquillosa, perseverante y soñadora», de sí misma, puso en Danay «la sensibilidad, la pasión con la que defendía lo que pensaba, el creer que podía arreglarlo todo sola, cuando no era así, por lo que termina delegando en otros. El deseo de ayudar siempre, aunque ella ya no pueda más».
¿El resultado? «Los niños me reconocen en la calle, la gente se me acerca emocionada y me hace comentarios sobre el capítulo que más les gustó, muchos me confesaron llorando sus historias, algunos se sintieron identificados con Danay».
El haber cumplido con sus expectativas como actriz y el agradecimiento inmenso a los directores, son otras de sus satisfacciones en torno a esta producción audiovisual que reflejó en sus historias, una parte de la realidad que vivió Cuba durante los momentos más complejos de la pandemia.
«Estoy muy feliz con lo que se vio en pantalla. A pesar de que el proceso de rodaje fue en circunstancias difíciles, el resultado fue acogido de manera positiva por el público».
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- Escrito por: Jordanis Guzmán Rodríguez
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La Habana, ciudad real y maravillosa, transformada en poesía y en canciones por quienes sobre ella han escrito, ha sido cientos de veces captada por el lente de realizadores, seducidos por el encanto y la diversidad de su arquitectura, su gente y sus historias. Relatos de amor, venganza y dolor han sido recreados para nuestra televisión desde la capital de todos los cubanos. Pero esa insistencia narrativa de tomarle el pulso a la realidad cubana desde la capital, le ha restado importancia –inconscientemente o no– a otras zonas de representación en el país.
Pensar que La Habana es Cuba es ya un tópico recurrente en nuestro imaginario, en parte por ese poco tratamiento de problemas no capitalinos: problemas que siguen siendo parte de nuestra realidad y nuestra cultura.
Factores tan determinantes como la falta de recursos y presupuestos atentan, sin dudas, contra la realización de series, telenovelas y unitarios que tengan su radio de acción en otras regiones del país. La transportación de equipamiento, personal, aseguramientos y hospedaje en tiempos como los que corren se encarecen y dificultan. Aunque no sería justo achacarle todas las culpas al poco despliegue de recursos; la fertilidad imaginativa de nuestros guionistas y realizadores, acompañada de las voluntades artísticas y políticas, son también claves en la ecuación.
Tomarles el pulso a otras realidades no es un capricho, es una necesidad como públicos y como sociedad. El mito de que historias fabuladas desde el interior serían menos atractivas para los televidentes potenciales, es solo eso: un mito. Décadas anteriores han demostrado el éxito que pueden alcanzar historias campestres, con ambientes bucólicos o más reposados. Telenovelas como El naranjo del patio, Cuando el agua regresa a la tierra, entre otras, son prueba de ello.
Buenas estrategias de producción, alianzas con instituciones provinciales, telecentros y productoras independientes, pueden aportar soluciones creativas y eficientes en este sentido. En provincia también hay equipos técnicos y actores con el talento suficiente para dar el salto a la televisión nacional, como en tiempos pasados, donde series y telenovelas, tales como La cueva de los misterios, Los pequeños fugitivos, Los papaloteros o Sol de batey, eran grabadas parcial o totalmente en ciudades como Santiago de Cuba, Trinidad o Pinar del Río.
Oxigenar nuestra televisión con otros paisajes, otros discursos y expresiones culturales, es vital en la suma de adeptos. Perdernos la oportunidad de reconectar con costumbres locales, con soluciones diferentes a problemáticas puntuales y con la belleza inagotable de nuestra geografía, no debería ser el camino de una televisión pública en constante transformación. Mientras más diversas sean las miradas a nuestra cotidianidad e idiosincrasia, mejor podremos defender ese concepto criollísimo de “cubanidad”.