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- Escrito por: Paquita Armas Fonseca
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Lucas Baños Alvariño, el niño que encarna el personaje de Chamaquili, protagonista del libro Chamaquili y la pandemia, de Alexis Díaz Pimienta, llevado al audiovisual y proyectado en la TV cubana. Foto: La Jiribilla
Lucas tiene cinco años. Vive en un edificio que conozco bien: Infanta y Manglar, en el piso 3. Cuando Lucas nació ya yo no vivía allí, pero sí conozco a su Mamá, la Muma. Y su papá René, y a su tío (o abuelo) Tin. Lucas ha estado con su hermanita que nació en medio del acoso del asqueroso bicharraco, ese Sars-CoV-2.
Lucas se aburría, y le preguntaba cosas a su mamá y su papá. Tiene gracia y es desinhibido con sus cinco añitos. Entonces Muma se acordó de Ale, un poeta que vive a caballo entre España y Cuba, muy amigo de ellos y que ha escrito los poemas de Chamaquili, y le dijo: “¿No tienes un Chamaquili con la pandemia?”. Ale le dijo que no, pero “escríbeme algunas de las cosas que te dice Lucas de la COVID”. Y así empezó, el loco-poeta-narrador-repentista-cubanazo escribió no uno, sino 50 poemas. Muma, loca llama a Tin. Le enseña a Lucas uno de los poemas. El niño se lo aprende, y ella lo filma, lo edita. René le pone música.
II
P.A.: Ale, me encanta el Chamaquili de la TV. Quiero hacer una nota, pero me dicen que lo hacen en La Colmenita.
Ale: Claro, es una colaboración mía con La Colmenita.
P.A.: ¿Tienen grupo de video?
Ale: Yo escribí el libro Chamaquili y la pandemia y ellos lo van a llevar íntegro a la TV, son más de 30 poemas. Y luego van a seguir con los otros libros. ¡Todo Chamaquili en formato audiovisual!
P.A.: ¿Ese libro es inédito?
Ale: Sí, recién escrito.
P.A.: ¿Y se llama así Chamaquili y la pandemia?
Ale : Sí. Chamaquili y la pandemia. Es el libro de Chamaquili número 22 y solo se han publicado diez.
P.A.: ¿De quién es la idea?
Ale: ¿Del libro? Mía. Pero partió de un pedido de Muma, la co-directora de La Colmenita. Me preguntó si yo no había escrito ningún poema de Chamaquili sobre la pandemia. Le dije que no y prometí escribirle uno para su niño, que es el niño que hace de Chamaquili. Y ya me conoces, en vez de un poema salió un libro entero de más de 50 páginas, en el que Chamaquili habla sobre todos los problemas de la pandemia, el confinamiento la cuarentena, el lavado de las manos, la seguridad, etc. Lo de llevarlo a la televisión fue idea de Cremata y de Muma. En cuanto se leyeron el libro pusieron manos a la obra y en menos de tres o cuatro días ya habían hecho el primer poema. La televisión no tuvo nada que ver en esto, solamente recibió la idea del proyecto y aceptó transmitirlo. Llama a Cremata y a Muma y que te cuenten ellos. Cada semana graban un poema y me lo mandan a mí antes de emitirlo, yo doy el visto bueno y llega a la TV.
III
P.A.: Quisiera hacer una nota. Dame las coordenadas. ¿Quién hace Chamaquili para la TV?
Tin: Muma (mi casi hija), René (mi casi yerno) y yo... Para mí la coordenada es este WhatsApp. іііTengo muchas cosas lindas e importantes que decir de Muma!!! іY hasta secretos!
P.A.: Pues dilas. Ya hablé con ella, pero.... cuenta.
Tin: Dame un break...
(Se lo doy)
Tin: Te cuento de Chamaquili. Todo se debe a un “pronto” de Muma en fatiga pandémica. Ella siempre ha sido muy aficionada a realizar audiovisuales y mucho aprendió de Roly Peña, de Alderete, etc. en La Colmena TV. En este confinamiento ya ella no podía más y a la altura del 28 de enero de 2021, después de diez meses de encierro casi absoluto (con un Lucas de cinco años y una bebé recién nacida en confinamiento —Ana Lucía—) me embulló para hacer una cápsula sobre un fragmento de las Cartas de Martí a María Mantilla. Esa cápsula se transmitió en un NTV Dominical y provocó que mucha gente linda y sabia (muchos artistas) nos escribieran con frases de elogio y cariño. Entonces Muma se embulló... y le dio “el pronto”. Viendo a su Lucas al lado, en una edad perfecta y con evidentes aptitudes para transmitir mensajes simpáticos y auténticos, se le ocurrió la idea de escribirle y conspirar con un geniecillo cubano (que nosotros consideramos junto a Emiliano Sardiñas fundador de La Colmena, porque recorrieron —como miembros— media geografía cubana en los primeros años fundacionales), soberano de la ínsula de Infanta y Manglar, emperador del “Beverly Hills del Cerro” y monarca poético del edificio “Fama y Aplausos”. Muma le pidió que, si no tenía escrito ya, nos escribiera algo sobre la pandemia... Un poemita de Chamaquili... Ale se embulló tanto que de un tirón, en un domingo, escribió su libro más largo de la Serie de Chamaquili : Chamaquili y la Pandemia.
P.A.: ¿Y lo de las cápsulas? ¿Cómo se hizo el primero? ¿Y cómo se han ido haciendo los otros?
Tin: Inmediatamente que lo terminó nos envió el borrador a Muma y a mí. Tú sabes que a Muma yo la considero mi tercera hija hembra (no produzco varones). Y es desde la tercera temporada de La Colmena TV, la co-directora artística de La Colmenita. Cuando yo recibí aquel borrador, le escribí a Alex.
IV
Tin: іііAleeeeeeeeeeee!!! іEstoy arrebatado de placer!
Ale: Jejejeje jejejeje. іPoca gente hay tan expresiva como tú!
Le aseguré en éxtasis:
Tin: іEl lunes próximo empiezan a salir por la TV en cápsulas, los Chamaquilis que tú nos vayas aprobando!
Imagínate Paqui, yo no tenía todavía la idea de lo que íbamos a hacer, pero estábamos Muma y yo arrebatados con aquellos poemas.
Ale: Me encanta la idea. ¿Cómo piensas hacerlo? ¿Sabes que, además de los diez libros de Chamaquili publicados hay otros diez inéditos, once con este? Así que material hay de sobra.
Tin : Asere, te respondo con tus mismas palabras: іtú no imaginas cuán impulsivo e intenso me has puesto con tu pandémica genialidad!
Ale: Métele mano. іLuz verde!
Tin: Primero vamos a hacer este de la Pandemia... y luego todos... Hasta hacer Chamaquili, la película. (Risa)
Ale: Ese es mi sueño. Dos sueños. 1) Chamaquili el Musical (en teatro) y Chamaquili, la película (en cine). Ya hay más de 30 poemas con música. Y una gran compañía llamada La Colmenita, no sé si te suena... Me las mandas para verlas y compartirlas. Aquí no tengo TV cubana.
Tin: No, tú tienes que aprobarlas primero.
Ale: Poetaaa, aprobar nada. Si es contigo y La Colmenita, hasta home.
Tin: Te mandamos la primera el fin de semana, tú le das el visto bueno y está saliendo el lunes seguro. Los actores de esa primera: Muma y Lucas... y la locación, el cuarto de Lucas, que es un sueño.
Ale: Coñooo, me has emocionado. іVivan los niños! іY las Mumas! іUn abrazo, artista! іHasta el Chamaquilato y más allá!
Alexis Díaz Pimienta, poeta, investigador, repentista, autor del libro Chamaquili.
Tin: Ale, yo te voy a quemar, no tienes que responderme siempre, solo quiero palomitas azules... pero entiéndeme que estoy arrebatado con todo lo que se nos viene... Es una Biendemia, una Baguettedemia, un PataNegrademia... una Delikatessendemia!!!!!!! ¡Ah! y una confesión yo acabo de nombrar a Muma, la semana pasada, jefa de nuestro nuevo Departamento de Audiovisuales (¡que es el presente ya y el futuro inmediato de La Colmenita!), porque nuestras grandes funciones KarloMarxianas, creo que las volveremos a hacer mínimo en diez años.
Sigo: Le dije, entre las ideas, que no te quemara a ti, que ya estábamos preparando tu obra de teatro La indignación de las mariposas para cuando podamos representar la primera obra postpandémica. Pero ella se lanzó como buena “Muma Mater” que es, y conspiró contigo, que es lo que hubiera hecho yo si tuviera sus 30 años. іNunca imaginé que lo hicieras en un día! Ese debe ser el libro de cabecera del niño hispanoparlante de hoy mismo. Me ha emocionado XL, que se lo hayas dedicado a mi nieto Lucas y a Damiancito, el hijo de mi actual esposa, el que yo estoy criando ahora desde hace 3 años, mi chiquitico varón.
Hay una cosa que me es difícil explicarte. Hermano, yo llevo meses “infradown”, me he sentido seco, mustio, apagado, en absoluta fatiga pandémica. Y de pronto Chamaquili y la pandemia me ha devuelto a la vida y la creación ¡te lo juro! Hoy vine corriendo de mi casa a la sede, bajo la lluvia, muy feliz, después de haber leído esa genialidad que va a ser tan útil y hermosa. Me siento repleto de ideas, estrategias, tácticas, sueños, esperanzas... No te imaginas con quiénes me voy a reunir esta semana para lograr lo más posible, lo del libro.
Ale: Emocionado estoy yo. De veras que ese libro debería llegar a todos los niños, que lo lean y se identifiquen. Dale, Tin. Y a ver si animamos al viejo Oliver con los dibujos.
Tin : Lo llamo ahora mismo, le hago el amor virtual a nuestro “viejo” común y conspiraremos... ¡Y te cuento!
Ale: ¿Cuál poema o cuáles te gustaron más? Me interesa mucho tu criterio.
Tin : Dame un tin, que todavía los estoy saboreando... Se los leo todos a todos, como un poseso. Te prometo mandarte mi selección (que tendrá que ver con el orden que propondré de salida en TV), te la mando antes de las 5 de la mañana... ¡‘Toy activá’o! A ver, Ale, ayer no pude hacerte mi hit parade ó jit-paréy (en perfecto castellano), porque no pude imprimir, y a mí me gusta hacer eso como el mariscal Zhúkov (con todos los mapas sobre la mesa). іAhí te va!: (Por orden de salida en pantalla):
1.- “Chamaquili y el Coronavirus”
2.- “Chamaquili y la Vacuna”
3.- “Chamaquili no está solo” (este es tronco de 3er bate —porque los dos primeros son pa’ embasarse!—)
4.- “Chamaquili se hace el guapo” (Este me mola)...
5.- “Chamaquili y las distancias de seguridad”
6.- “Chamaquili y la Pandemia”
7.- “Chamaquili y los aplausos a los sanitarios”
8- “Chamaquili y PCR”
9.- “Chamaquili se sincera con MaPá”. іEste es mi Team Cuba!
10.- “Chamaquili y el COVID”
11.- “Chamaquili y el COVID (2)”
12.- “De cómo Chamaquili da lecciones a MaPá sin proponérselo” y...
Ale: ¡Coñooo! іPero te gustan todos! ¿Sabes que es este el más extenso de todos los libros de Chamaquili? Normalmente tienen entre 24 y 32 páginas, este es el doble o más. Y en número de poemas igual.
P.A.: Todo eso nos lo escribieron el 8 de marzo. Y ya el 13 de marzo:
Tin : Aleee ¡acabamos de terminar! ¡Mañana debe salir en el parte de Durán! Empezó el Chamaquili en “el vidrio”. Estoy al lado de Mumi y ya te leí.
Ale : Poetaaa, que feliz me hacen. Yo sufriendo porque hace 3 años no sale en papel y salta al “vidrio”. Ya ves. No todo es malo en la pandemia. ¿Lo puedo anunciar?
Tin: ‘Pérate... Es casi seguro, pero... ¿y si no sale?... Dale un margen de dudas, pero anúnciaselo casi seguro a los socios y cúmbilas.
Ale: ¡Qué bueno! Un abrazo grande. Me voy del aire feliz como una lombriz.
Tin: ¡Recemos!
Ale: Los ateos rezamos mal.
Tin: ¡Y vasos de H2O que tú conoces!...“Proletarios de todos los países ¡Recemos!”
P.A.: Ya el 14 de marzo...
Ale: Ya lo emitieron, según comentarios que me llegan.
Tin: ¡Me llamó por teléfono el Doctor Durán! Palabras textuales: “Es el trabajo más hermoso que se ha hecho en toda la pandemia. Estoy muy emocionado”.
Ale: ¡Coñooo! ¡Qué bueno! Pues les he compartido el video a mis amigos y contactos aquí en España y está la gente flipando, enamorados del niño, del proyecto, del poema. Sigue creciendo la emoción. Mira, entre los amigos, uno es periodista presentador de un programa de televisión local aquí en Almería y me ha pedido permiso para emitirlo. Yo le he dicho que lo consultaría y te pregunto.
Tin : ¡Claro! Te digo como me dijo Silvio: “Tú no solo tienes todos mis derechos, sino hasta todos los izquierdos”.
V
Tin: Paqui, lo novedoso de esto es que Muma sola, con un chama y una bebé hace más del 80 por ciento de todo. Es la directora de fotografía, la camarógrafa o camerawoman, la luminotécnica (tiene los equipos —de La Colmenita—: cámara y luces buenas), la sonidista en las filmaciones, la editora, la que construye la ambientación, la utilera, la mamá de Chamaquili... Y todo lo hace en su casa.
P.A.: ¿Y la música?
Tin: René, su esposo, hace la Música Original y junto a Janet Rodríguez del Sol, hace el sonido y la ecualización. Yo dirijo la actuación de los niños. Liuba Reyes, desde su casa, nos ayuda en el subtitulaje y los cuadros de Presentación y Despedida... іYo estoy muy contento con mi Muma! Ahora comprendo lo que en el mundo de los adultos se llama “Reserva de Cuadros” (Risa)
Todo se ha hecho en condiciones de confinamiento, casi el 95 por ciento entre dos hogares: Muma y René (nuestro Infanta y Manglar) y mi esposa Liset y yo.
P.A.: ¿Me permites publicar el intercambio entre tú y Ale?
Tin:: Tenemos que pedirle permiso a Ale...
P.A.: ¿Y?
Tin: Paqui, sí. un abrazo. Ale nos dio luz verde ¡Métele con to’! Que todavía tengo una sopa de pescado esperándome en tu casa! Ah, hay que darle un crédito también a nuestra atrezzista Claudia Garlobo, y los diseñadores Colmeneros de HNN que nos hacen las cositas animadas (hasta que se incorpore nuestro “viejo” Oliver) y todo vía WhatsApp, desde sus casas.
P.A.. ¿De nuevo la TV?
Tin: Te puse: “Yo dirijo la actuación de los niños”. En realidad soy también el Asistente de Muma en todo. (aguanto el bastón de la cámara, le acerco o le alejo la luz para que ella vea por el visor, poncho el sonido en un celular mientras se filma, edito con Muma, cargo las cosas de atrezzo y ambientación...). Te lo cuento porque Muma fue siempre la que hacía todo eso al ladito mío en el teatro durante muchos años, fue mi asistente, y ahora se está produciendo el relevo generacional en el trabajo televisivo colmenero... іGuillermo Tell entregándole la ballesta a su hijo! Y me recuerda a cuando yo hice mis pininos en TV con Cuando yo sea Grande... Yo era el “Mumo” de Iraida Malberti, mi inolvidable mamá. Esto es una carrera de relevos. Chamaquili en la TV ha sido un ejemplo del trabajo a distancia.
P.A.: ¿Y cuál es el secreto?
Tin: Paqui, el secreto (que a lo mejor ya lo sabes) es que hay un Chamaquili y la Pandemia dedicado a ti. Dice la dedicatoria de Ale: “Para Paquita Armas, otra vez”.
“Chamaquili y el COVID (2)”
Mapá, ¿cómo se dice?
¿CÓVID o COVID,
Con el acento en la “i”?
¿COVID o coronavirus
como leo por ahí?
¿CÓVID? ¿Sars-Cov-19?
¿Sars-Cov-2? Ya me perdí.
Mapá, pónganse de acuerdo
los adultos… Sí o sí,
porque es que tienen más nombres
Para el CÓVID o COVID
que al final yo y todo el mundo,
al menos todos aquí,
le decimos “bicharraco”.
Y ya está. Mejor así.
No parecerá científico,
pero peligroso sí.
Y nos entendemos todos
de San Antonio a Maisí
hasta que ustedes decidan
si Sars-Cov no sé qué número,
si CÓVID o si COVID.
¡Bicharraco, bicharraco!
¡Vete de aquí!
Tin: Tú sabes que tienes los derechos de autor de: “bicharraco”. ¡Eres la Cervantes del bicharraco!... Doña Miguela del bicharraco ja ja ja.
VI
Personajes de este intercambio por WhatsApp:
Ale: Alexis Díaz Pimienta, poeta, investigador, repentista, autor del libro Chamaquili.
Tin: Carlos Alberto “Tin” Cremata, actor, fundador y director general de La Colmenita, director de La Colmena TV.
Muma: Claudia Alvariño Díaz, actriz, la “Muma” de la Colmenita, co-directora artística de La Colmenita y La Colmena TV.
René: René Baños, músico director del grupo Vocal Sampling, director musical de La colmenita y La Colmena TV.
Lucas: Chamaquili.
P.A..: la que escribe, yo, Paquita Armas Fonseca.
Tomado de La Jiribilla
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- Escrito por: Dinella García Acosta, Irene Pérez/Cubadebate
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Esta historia tenía que haberse escrito hace un año, pero la pandemia llegó. El último día que planeamos ir a verlos de nuevo era 12 de marzo, había tres casos de COVID-19 en Cuba y nos dijeron que estaban saliendo temprano para recibir instrucciones con el objetivo de continuar trabajando cumpliendo todas las medidas sanitarias. El trabajo no podía parar. En un edificio en remodelación del Vedado se almacena la historia y hay una carrera contra el tiempo para salvarla.
La primera vez que entramos al edificio era febrero de 2020 y ni siquiera lo buscábamos. Queríamos hacer un trabajo que nos sacara de la rutina diaria, y pensamos en el archivo. En una hora subimos y bajamos el ICRT unas tres veces. Radio, televisión, pasillos, dirección... En algún punto llegamos a un cuarto pequeño en la planta baja. Detrás de unas rejas nos recibió un señor que, a nosotras, un poco millennials, nos recordó al personaje que vendía las varitas en el Callejón Diagon de Harry Potter.
La luz era muy amarilla y había muy poco espacio. El señor llevaba gafas y se movía lento. En algún sentido él no estaba allí, viéndonos detenidas en la puerta como quien se asoma al mundo de Alicia. Todo él, tal viajero en el tiempo, andaba en otro año, otro mes, otro día. Le tomó un tiempo salir de la pila de casetes que lo rodeaban. El techo, las paredes, el piso, una silla, todo lleno de cintas que escondían la huella del mundo: la novela que transmitían cuando mi madre nació, los anuncios que pasaban cuando mis abuelos se hacían novios, la película que ponían en la TV mientras mi madre se peinaba en un espejo el primer día que salió con mi papá.
Después de un tiempo salimos de aquella habitación que hipnotizaba, pero que, en cierto sentido, nos expulsaba. Nosotras, las del futuro, no pertenecíamos a esas paredes, aunque quisiéramos sumergirnos en ellas.
Saliendo de allí conseguimos un nombre, subimos y bajamos una vez más el elevador, y encontramos un edifico. Uno por el que habíamos pasado ya varias veces. Pero las fachadas, ya se sabe, no siempre pueden cargar con el peso de lo que esconden.
Recién pintado de verde y con las escaleras llenas de polvo, se olía la construcción desde fuera. Nuevamente, nos asomamos casi de punticas a la puerta, tras la que había sacos de cemento, oscuridad, una escalera imponente de casa antigua del Vedado habanero y puertas cerradas. De una de ellas salieron unos constructores de overol azul y nos dijeron que tocáramos justo la que quedaba bajo la escalera.
Nos abrió un hombre con un paño e instrumentos de limpieza en la mano. Hablaba poco. Casi entre señas nos indicó que esperáramos y fue en busca de alguien. El pasillo tenía poca luz, estaba muy limpio y olía muy raro. Días después comprenderíamos qué era ese olor y lo que era capaz de hacer a las cintas, la nariz y las manos.
Marlen González Pérez es la persona que estábamos buscando, pero no estaba y nos fuimos de allí con su número de teléfono. La primera vez que la llamamos aceptó conversar con nosotras de inmediato. Es raro encontrar en nuestras instituciones alguien que te diga que sí a los 20 segundos, sin curvas, permisos ni pretextos. También habló poco. Quería que nos viéramos a las siete de la mañana. Ella se levantaba a las cinco y llegaba a las seis. A nosotras, confesamos sintiéndonos un poco culpables, nos pareció una hora de otro mundo y lo atrasamos un poco. 7:30 fue el acuerdo. 7:30, una cita con la huella del mundo.
El día acordado el transporte nos jugó una mala pasada y nos retrasamos un poco. Ella sí estaba, puntual, con bata blanca, detrás de la puerta y en medio del olor. Había gel de manos por todos lados, la premonición mirándonos desde abajo. Era marzo de 2020.
Dentro se escuchaba el silencio. Las hormigas trabajaban. Las personas que forman parte de la plantilla del Archivo Fílmico del ICRT flotaban en la concentración. Comenzaban a trabajar a las 6:40 a.m. Terminaban a las siete de la noche. En estas paredes ausentes de luz, salvo por pequeñas lámparas amarillas, los tiempos se miden en rollos verdes y rojos. Allí, grabados con plumón negro, están la inauguración de la televisión, la Caravana de la Libertad, los primeros años de Estela Bravo, el original de El brigadista, las Olimpiadas de Moscú, los primeros conciertos de Silvio, los programas de Elena Burke...

“Tenemos cosas que yo las miro y digo: ‘yo no sabía que eso había pasado’”. Marlen usa espejuelos y parece una mujer dura de carácter, pero cuando habla de las cifras que han digitalizado (o salvado), en poco tiempo, se le aguan los ojos. “No tenemos derecho a olvidar”, repite y hace una pausa. Cuando habla de su archivo, recuerda y hace pausas.
De lejos suena un teléfono viejo. No se permiten timbres nuevos infiltrados en la huella del mundo. Luego de atender una llamada, Marlen regresa para enseñarnos “las máquinas”. La persona que vino a buscarla se llama Joaquín Placeres Gómez y es uno de sus colegas más cercanos. Con espejuelos, medias y zapatos tipo Crocs, trabaja en el Archivo desde 1991.
- ¿Qué es lo que más afecta a las cintas?
La humedad.
- ¿De cuándo es la más antigua?
De principios del siglo pasado.
Cuando Marlen llegó a trabajar en el Archivo, no se utilizaban herramientas de la Ciencia de la Información. A la semana su jefa le dijo: “vamos a hacerte una pruebita a ver cómo va la cosa. Haz un trabajo y una búsqueda sobre Radio Rebelde”.
Lo primero que se encontró fue un estante que decía Emisoras de radio. Eran muchas latas. Dentro de cada una habían 30 más. Todas decían Emisoras de radio. Encontrar una aguja en un pajar quizás hubiera sido más fácil. Marlen estuvo tres días sin parar buscando aquellos rollos de Radio Rebelde. “Este no es, este no es, este no es...”. Antes de visualizar un rollo hay que limpiarlo, restaurarlo, hacer todo un proceso... “El cine no es noble –explica Marlen–, es hostil. La interacción con el clima es malísima”.
Dice Marlen que las cintas sienten y suspiran. Sienten cuando envejecen, sienten cuando se recuperan. Sienten y hablan. Para expresar su vejez huelen a vinagre, un olor tóxico que ellos usualmente combatían con el uso de nasobucos y batas. Pero no eran medidas infalibles. Ese día Joaquín tenía una erupción en la mano.
Los días para ellos empiezan temprano. Se ponen la bata, colocan sus cosas, prenden su equipo, traen los rollos que toca recuperar. Letras y números. Los rollos verdes con las letras grabadas en plumón negro. Aquí todo está en clave. Concretamente, en 49 claves. Aquí todo guarda algo.
Por ejemplo, L se refiere a materiales en negativo, porque, originalmente, eran los materiales que salían del laboratorio. Antes te podías encontrar 20 L 149. Todos los rollos de un mismo material. Para organizar todo eso y ponerle uno, dos... hubo que inspeccionar. Esta incluye restaurar y revisar perforación por perforación, cambiar el cobre, lavar o reemplazar el envase.
Para el proceso cuentan con una máquina de limpieza ultrasónica, una tecnología cara que “existe en pocos países en el continente y donde también pasan materiales de otras instituciones del país”, nos apunta Marlen. “Cuando terminamos con todo eso pareciera que se le hizo una cirugía plástica. El material vive de nuevo. Aunque si una parte está muy mala, dejársela lo que hace es contaminar al resto”.
Perder una cinta se escribe fácil, pero se vive difícil. “Si perdemos una, el que no lo vio, ya no lo va a ver”. El olvido de lo desconocido. “¿Cómo es que a la vuelta de 20 años tus hijos sabrán quién es Judy Garland y no Candita Quintana?”, se pregunta Marlen.
Cuando terminamos con todo eso pareciera que se le hizo una cirugía plástica. El material vive de nuevo. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.
Ya caída la tarde realizan un recuento cuantitativo y cualitativo de los rollos inspeccionados y digitalizados. “¿Qué título tiene? ¿Cómo es su estado? ¿En blanco y negro o a color? ¿Con sonido o sin sonido?”. Todo queda registrado. Ha vuelto a existir.
En 2020 tenían contabilizado 90 000 rollos. Pero detectaron que había materiales que “no eran uno, sino dos. Por razones de envase antes unían el sonido magnético con la imagen. Lo que contamos como uno, ahora son dos”.
El 4 de septiembre de 2018 comenzó la inspección integral del Archivo Fílmico del ICRT. Un equipo francés que los había visitado les dijo que lo que llevaban digitalizado en tan poco tiempo era todo un logro. “Llevamos mucho trabajando aquí como hormiguitas. Es verdad que hay muchas cosas que no se pueden salvar, pero hay muchas que sí se han podido”.
“Toda esta restauración le dará vida a los materiales. Yo no te puedo explicar por qué, pero ellos sienten el descuido y el desamor, como mismo sienten y agradecen si los miman un poco. Cuando tú los tratas, es casi orgánico, tú los sienten que suspiran. Es tremendo esfuerzo, pero con tremendo resultado”.
Unos meses después de la cuarentena llamamos de nuevo a Marlen. Ellos no habían parado. Habían reducido un poco el horario, pero seguían. Es lo que tienen las carreras contra el tiempo, uno siempre va con desventaja y para intentar alcanzarlo hay que correr mucho, incluso en medio de una pandemia.
El 4 de septiembre de 2018 comenzó la inspección integral del Archivo Fílmico del ICRT. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.
Marlen sueña con un canal, aunque sea de 12 horas, para enseñar todo lo que esconden aquellas paredes. “Un canal en blanco y negro. Hasta se debía llamar así: ‘En blanco y negro’”.
También los mueve lo personal. Ella, historiadora, vio cosas que estudió por primera vez aquí. “Eso me enganchó desde el primer momento. El archivo superó mis expectativas”. En este edificio ha vuelto a visualizar lo que alguna vez vio en la televisión durante su niñez y se quedó guardado en su mente, aunque borroso.
Ahora le ha puesto claridad, por ejemplo, a cuando Fidel anunció la muerte del Che, fragmentos de muñequitos y aventuras “que formaban parte de mi memoria. Yo no había escuchado nunca la voz de José Antonio Echeverría, excepto la locución de Radio Reloj ni visto a Camilo con sus padres”. Uno de sus momentos favoritos del mes es cuando todos los trabajadores se reúnen los martes y ven materiales restaurados.
Este reto –nos contó Marlen– empezó para ellos a partir de dos traumas. Uno fue cuando, un tiempo atrás, un profesor de una escuela Secundaria cercana fue a verla para pedirle que diera una conferencia con fotos antiguas. “Primero hubo el desorden lógico entre los niños y luego aquella aula se fue calmando y atendiendo”. Una concentración que Marlen no ha olvidado.
El otro trauma ocurrió cuando hace años alguien dijo que en ese edificio ya no había nada, “que allí no servía nada. Boten un poco de cosas ahí, hay demasiadas latas”. Dice Marlen, entre rollos y olor a vinagre, “nadie en su casa bota las fotos de su familia”.
El Archivo Fílmico del ICRT resguarda la historia de la nación cubana. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.
Para el proceso de restauración cuentan con una máquina para limpieza ultrasónica. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.
En video, Archivo Fílmico ICRT