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- Escrito por: Avelino Víctor Couceiro/EnVivo
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La historia de la televisión se conforma, entre muchos otros elementos, de la historia de sus tantos programas como es La séptima puerta, que llega cada viernes a nuestra pantalla chica y cumpliendo su 20 aniversario.

La historia de la televisión se conforma, entre muchos otros elementos, de la historia de sus tantos programas, sobre todo aquellos que mantuvieron mayor permanencia y que por cualesquiera de las más disimiles razones marcaron hito. Es usual que muchos de ellos hayan sido marcados, a su vez, por el rostro de quien lo ha conducido y le ha dado un poco de eso que llamamos carisma y suele ser mucho más.
Uno de los espacios que se ajusta a esta afirmación es La séptima puerta, en transmisión cada noche de viernes y próxima a cumplir su 20 aniversario este verano ya sin la presencia física de su anfitrión Rolando Pérez Betancourt. Pese a su muerte y por fortuna, su esfuerzo y visión de largo alcance nos ha permitido continuar disfrutando, de un programa con verbo aleccionador y clarificador.
Entre las artes, el cine es, sin duda alguna, una de las que más ha disfrutado de espacios analíticos para promoverse mejor desde nuestra televisión. Una hipótesis lo explicaría por su tradicional popularidad en Cuba desde su primera función; además del apogeo e influencia de los cines y su cultura consecuente en Cuba mientras emergía nuestra pequeña pantalla.
Muchas y grandes personalidades del cine se interesaron y fueron pioneras también de nuestra televisións, compartiendo además el edificio Radiocentro con el que sería uno de nuestros cines más paradigmáticos junto a otras salas cinematográficas de similares valores en los alrededores de las sedes cunas donde nació y se desarrolló la televisión cubana.
Ya desde el sábado 2 de junio de 1951 el Canal 4 Unión Radio Televisión sistematizó el espacio Cine en su Casa, que el 15 de septiembre se anuncia como Cine en Tv, trasmitiendo cada noche después de las 9, una película completa.
De 1973 data Historia del Cine “el decano”, otro de los más longevos de estos espacios mucho más allá de nuestras fronteras geográficas.
Esos son algunos de los antecedentes de La Séptima Puerta, que ha logrado reconocerse como uno de las más emblemáticos y rigurosos de nuestras producciones desde que apareció sustituyendo entonces de similar perfil, a Toma uno, que conducía Antonio (Tony) Mazón Rubau, con su personalidad y característica despedida con su mano.
Entró en nuestras casas así el rostro sólido y afable a la vez, del periodista del diario Granma, Rolando Pérez Betancourt, que no tardó en integrar el ambiente de cada hogar cubano, como exige la pequeña pantalla cuando es de calidad.
Fallecido Radamés Pérez en octubre de 2010, su director fundador así como de Historia del Cine, lo dirigiría Jimmy Sariol, con la afortunada asesoría de Mayra Lilia Rodríguez y su conductor y guionista: Rolando.
Desde su concepción, La séptima puerta fue otra propuesta frente a tanta película comercialista que exhibían nuestros cines y televisión, presentándonos casi un millar de cintas que consideraba la mejor calidad cinematográfica de cualquier rincón del planeta que tan poco se veía en ambos medios.
El espacio, para algunos dirigido a un público conocedor y tildado de elitista, ha evidenciado atraer y formar con creces en todos los sectores, sobre todo a tantos que sentían la necesidad de trascender al respecto, y a pesar del horario.
En estas dos décadas, alcanzó hitos para la televisión, y para toda la cultura y sociedad cubanas. Así por ejemplo, hubo para Cuba un antes y después de Brokeback Mountain (mayo de 2008), incluido el primer beso gay visto en cada casa cubana para las más diversas reacciones, como la beata asqueada, pero no por el sádico crimen ni por tanta violencia y sexo gratuitos cotidianos en nuestros medios; y no quedó allí, ni limitado a ninguna jornada, como demostraría en 2017 la estadounidense Moonlight, y muchas más.
Hacia el año 2013, el canal Multivisión especializado en películas y series, sistematizó en cada ocaso dominical el espacio Grandes éxitos de La séptima puerta, para el que escogían las películas y Rolando les escribía los textos pertinentes.
No duró tanto como debería, lo que se justificó por problemas técnicos, pero de tan buen potencial de los viernes, ya hacia el año 2018 repetían los títulos, y evitaban sexo y principalmente, toda transgresión, cómplice quizás involuntario de la peligrosa homofobia y conservadurismo cubanos.
No obstante, Grandes éxitos… logró muchas reposiciones valiosas como El último tango en París (Bertolucci; impensable, mostró la versión íntegra, sin la censura estadounidense).
Afortunadamente, se pudieron ver las no menos osadas Lejos del cielo, 2002; las series musicales de las 5 pm en el Canal Educativo; etcétera, y sin embargo, Todos juntos (Irlanda, 2016), urgente contra el bullying que se exhibió a las 2 de la madrugada.
El tema del horario es otra gran dificultad contra este y otros espacios de cine en televisión, lo cual bien daría para otro comentario. Lo cierto es que siempre será mejor debatir cuál canal escoger y no valorar otra opción fuera del medio.
Siendo así, como el público fiel de La Séptima puerta, muchos prepararán un café para llegar despiertos a esa puerta al cine, por cuya impronta, ya jamás se podrá cerrar.
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- Escrito por: Ivón Peñalver / Fotos: cortesía de la entrevistada
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Una de las deudas que me quedaban de mi paso por el programa Al mediodía era conversar, más reposado, fuera de la dinámica de un espacio diario, con esta conductora que, en poco tiempo, se ha ganado el respeto de muchos: la Baby de Al mediodía.
La radio y la televisión la han visto crecer, convertirse en mamá y los más cercanos son testigos de los desvelos que ello trae consigo, más, cuando la profesión no deja de imponer retos y riesgos. Con ella conversamos para el Portal de la televisión.
¿Qué significa ser una de las conductoras más populares del país?
«Ante todo no lo siento así, como tal. Creo que siempre recibo más de lo que esperaba merecer en esta etapa de la carrera, en cuanto al cariño y la sintonía del público.
Creo que salir diariamente en un espacio de televisión de tanto alcance como es Al mediodía y desde un canal principal en el país como es Cubavisión me ha permitido entrar en los hogares sin pedir mucho permiso y eso me ha devuelto mucha alegría. El público siempre ha sido muy educado y cariñoso conmigo y creo que lo único que me lleva un tanto fuerte es perder un poco la privacidad. Donde quiera que estoy lo puedo olvidar por minutos, pero de inmediato alguien me recuerda la trascendencia y o influencia que puede tener mi presencia en cualquier sitio. De pronto nos convertimos en líderes de opinión y eso a veces me lleva recio como persona porque definitivamente es una gran responsabilidad personal y social.»
Un espacio como Al mediodía te abre todas las puertas para darte a conocer. ¿Has tenido que sacrificar algún otro empeño al apostar por él?
«Estar solo en Al mediodía lleva el compromiso que a veces muchas personas —dígase sobre todo directores de espacios de televisión— me asocian, me encasillan en este programa y cuando están buscando para otro programa, generalmente, no piensan en mí, sino en otros rostros, en personas que no estén viciadas o “quemadas en pantalla”, tal y como se dice en el argot de trabajo. Eso a veces me deja con el deseo y digo: “Si, pudiera encontrar otro proyecto donde explotar y explorar nuevas aristas de trabajo”; pero con todo y eso, realmente soy muy afortunada porque he podido diversificar labores, o sea, he trabajado en espacios musicales, informativos, alternando con Al mediodía; sé que pesa ese diario en un mismo espacio, no obstante el compromiso con ese público es lo suficientemente fuerte para asumirlo, sin dejar de soñar a la par en otras propuestas.»
¿Cuánto sigues necesitando de la radio para crecer en la televisión?
«La radio es mi gran casa. Es el lugar donde comencé, en Radio Rebelde, transité por Enciclopedia, Radio Reloj donde hice prácticas. En Radio Progreso me presenté a pruebas y siempre fue una experiencia muy linda. Tuve ahí las puertas abiertas, también en Radio Ciudad de La Habana y Metropolitana, Taino. Las vivencias resultaron muy provechosas y alentadoras. Ellas fueron mis pininos y por eso conservo ese vínculo. Trato de mantenerme en la radio, actualmente mi voz en Rebelde se mantiene en varias promociones y menciones de la emisora y en el tema de El día posible, programa que escribe y dirige el periodista Machado Conte, quien ha tenido conmigo siempre mucha fidelidad, para esperar, incluso, que terminara mi maternidad para que retornara y continuara en el espacio. Eso me permitió seguir siendo parte de la familia de Radio Rebelde.
Por tanto, es una necesidad que tengo de estar allí; de formar parte de ello y de ser recíproca con toda la confianza que han tenido en mí pues fue la primera emisora que me abrió sus puertas cuando esta niñita llegaba con su “colita”, sus caseticos y aquellos deseos inmensos de hacer locución. Cierto es que ya venía habilitada desde Camagüey, pero llegar a la capital y poder seguir andando ese camino fue un regalo que me concedió Radio Rebelde. Por eso le estoy sumamente agradecida.»
¿Has pensado alguna vez en la dirección de televisión? ¿Apostarías también por ello?
«No he pensado en ello como tal, seriamente. En algún momento, cuando hacía un programa del Canal Educativo —La otra mirada— la directora y la asesora del espacio me aconsejaron que no debía quedarme solo como locutora, que debía pensar en la dirección, que soñara en grande pero las dinámicas actuales de la televisión me agotan y creo que enfrascarme en algo mayor me llevaría mucho tiempo.
Actualmente, puedo dirigir cosas que tienen que ver con mis trabajos individuales, personales que no tienen que ver con la radio y la televisión y siento que es un esfuerzo grandísimo, por eso es que a partir del respeto que le profeso a esa especialidad me he mantenido un tanto al margen y me he concentrado en ser dirigida y asumir espacios como presentadora y conductora.
Sí, creo que podría ser interesante la dirección, creo que me daría otras herramientas pues tuve la suerte de hacer mi maestría en realización audiovisual, en la facultad de radio y televisión de la FAMCA y si bien matriculé por la radio, el curso me entregó herramientas para explorar en espacios de la televisión y todo ello me dejó un sabor muy agradable, con proyectos que ojalá no queden engavetados y quién sabe si pueda poner alguna vez en práctica. Yo creo que siempre es óptimo soñar, sentarse a replantearse cosas y salir de la zona de confort; es un desafío y vale la pena no cerrar esa puerta; sino mantenerla abierta como posibilidad y perspectiva de trabajo futuros.»
Detrás de un rostro bello, ¿cómo hacer prevalecer el talento?
«La belleza y el talento, esa gran batalla creo que la tengo desde el inicio. En un espacio como Sitio del arte donde tuve la oportunidad de permanecer muchos años asumiendo la sección de la crítica, junto a la periodista Julia Mirabal, me desarrollé como tal periodista y en una oportunidad el gran Rufo Caballero me dijo: “Qué bueno que no solo eres una cara bonita; sino una persona inteligente”. Aquello me estremeció. Desde entonces me di cuenta que la idea era decir algo sólido, con sinceridad, conocimiento y empatía. Tuve real conciencia de que la belleza es efímera y por eso hay que cultivar más otros aspectos.
Es muy importante la presencia, solo que esta tiene que estar respaldada por el estudio, la investigación, la cultura y la sensibilidad. Ser atractivo implica mucho más que una figura perfecta porque lo que queda con el tiempo es esa semillita que siembras al decir algo valedero, las maneras que utilizas para llegar al público, el sello que te identifica, la manera que tienes de hacerlo y ojalá yo no lo perdiera de vista.
En lo personal, me considero un poco telegénica, no obstante, lo que busco es decir algo, aspiro a que la persona se quede con la verdad de lo que digo. Por eso desearía ofrecer la presencia de la mujer cubana, joven o menos, que trabaja, tiene familia, preocupaciones, sueños, que tal vez un día esté más bonita que otro, más arreglada o tal vez menos, pero siempre natural.»
De lo logrado hasta hoy ¿hacia dónde sientes deben encaminarse tus pasos?
«Necesito salir de mi zona de confort que es así como silenciosa, como si todo pasara en la burbuja televisiva y romper un poco con eso, gracias por el impulso de productoras grandes como La Familia cubana u otros espacios de publicidad y salir con nuevas aristas en las redes sociales para acercarme a ese público que nos ve en la televisión; nos sigue en la radio y también tiene acceso a las plataformas digitales. Por ahí andan mis pasos: generar contenidos divertidos, atractivos y que transmitan, de ahí viene mi trabajo en mi canal Baby en YouTube para acercar al público a figuras que para mí tienen un valor fundamental en diversos órdenes de la vida social y donde tengan un espacio fundamental las mujeres.
Trato de invitar a personas de muchos sectores y diferentes áreas creativas, pero trato de tener en mi lista de propuestas un mayor número de mujeres porque siento que la voz nuestra tiene que seguir sonando y juntas siento que podemos más. Por eso en mi lista de propuestas, ellas tienen prioridad, sin lugar a dudas.»
¿En qué momento de tu carrera sientes que estás?
«Siento que estoy en un momento en el que puedo hacer muchas más cosas, que es la oportunidad de que si estoy quieta; preocuparme porque la idea es hacer, hacer, hacer… y darle voz a esas Baby que habitan dentro de mí esperando ser escuchadas o entendidas o conocidas. Esos yo que me acompañan y la gente también puede conocer. Una Baby que diariamente se sube al escenario de Al mediodía con sus preocupaciones y sueños, pero está ahí, que explora ahora en los espacios digitales para decir y visibilizar la labor de otros creadores.
Si me detuviera, no sería una buena señal. Creo, como me ha enseñado mi esposo, que en los momentos que más cansado te sientes es cuando estás llegando, entonces no te puedes cansar. Y creo que estoy en ese momento de mi carrera y no me debo cansar.»
Y así en medio de este tránsito por la vida en que la familia es esencial para esta carismática locutora, con una abuela inseparable que todos los días le muestra motivos por los que vale la pena luchar, esta mamá de Maikelito se propone seguir formando parte de muchas casas cubanas.
El empeño ha sido grande para Baby, locuaz conversadora que aprendió a hacer las cosas lo mejor posible y la vida le demostró que es el único modo de ser verdaderamente feliz.
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- Escrito por: Jordanis Guzmán Rodríguez
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Por mucho tiempo, los dramatizados televisivos del patio se han caracterizado por un “respeto” exacerbado –que muchos llamarían acomodamiento– a los géneros y formatos dramáticos más tradicionales en nuestras parrillas. Las mismas fórmulas y búsquedas artísticas, junto a criterios anquilosados de cómo hacer un audiovisual, han terminado viciando los contenidos y desplazando el gusto popular hacia propuestas internacionales favorecidas por mejores empaques y novedosos discursos.
El formato serie en Cuba es aún un camino representacional estrecho, impreciso, carente de seguimiento y de miradas mucho más comprometidas con el país que somos. Por tal razón, es muy fácil reconocer cuando una obra se propone y logra marcar rupturas en un género determinado. Es entonces cuando las audiencias responden a los cambios y conectan con la propuesta.
No es un secreto para nadie que Calendario ha significado un antes y un después en la creación de series juveniles. La pertinencia y honestidad de las historias, acompañada de una buena factura y un riguroso trabajo con la estructura dramática, la convierten en un producto redondo, sin costuras, con una habilidad comunicacional increíble y una notable vocación formativa.
La serie tuvo a bien en su primera temporada, tomar prestado fórmulas y modos de hacer de series extranjeras contemporáneas, en el que la apertura de los conflictos permite al guionista y los realizadores pensar en la continuidad como un recurso expresivo más.
Y la continuidad de Calendario resultó ser una segunda temporada que no traiciona las esencias de la primera, pero que da un paso más allá, abordando con madurez ciertos temas y reconfigurando la estructura inicial.
Esta vez la obra se siente mucho más coral; hay un seguimiento orgánico de las subtramas, preocupadas por aportar nuevos colores a los personajes ya conocidos. Amalia es ahora una profesora más segura de sus habilidades como docente, pero llena de decepciones relacionadas al amor, que la hacen desconfiar, estar alerta.
Como ella, los protagonistas adolescentes que permanecen en la trama han dado un giro de 180 grados en relación con la temporada anterior. Casos como el de Inés y Leonardo son ejemplos claros de una trasformación abismal de sus arcos, para así discursar de temas que no por menos tratados, resultan ajenos a nuestra sociedad. El abuso sexual a niñas y adolescentes, el consumo de drogas, la prostitución masculina y las relaciones de pareja abiertas son algunos de los nuevos tópicos tratados con mucho tino en esta segunda entrega.
Amílcar Salatti esta vez es más conciso en los diálogos, más directo. Son demasiados los conflictos puestos en el tintero, por ende, la agilidad de las peripecias y la síntesis narrativa deben ir de la mano para no perder la atención de los públicos, menos pacientes y habituados a los regodeos que en décadas anteriores.
Pese a notables cambios en la narrativa audiovisual, Calendario conserva el mismo regusto luminoso y esperanzador que le ganó el favor del público el año pasado; esto se debe en gran medida a la rigurosa puesta en pantalla, concebida por la directora general del proyecto, Magda González Grau.
Magda comprende que historias, por momentos escabrosas, requieren un tratamiento más amable desde lo visual; es retratar la realidad desde la franqueza, pero también desde lo hermoso. Las diferentes especialidades técnicas redondean con su trabajo los objetivos que persiguen, tanto el guionista como la experimentada realizadora.
Ana María González es quien asume en esta ocasión la dirección de fotografía, respetando la amabilidad en el tratamiento de los planos, pero desaprovecha las posibilidades de los paisajes naturales y los exteriores. Es mucho más efectiva su concepción de los interiores, auxiliándose de un inteligente diseño de luces.
Nuevamente Lilmara Cruz Pavón se hace cargo de la edición, traduciendo el ritmo interno del guion de Salatti, mucho más conciso y trepidante. Las cortinas animadas entre escenas continúan redondeando la efectividad de tan interesante montaje.
Israel Estrabao en el diseño escenográfico, caracteriza con mucho acierto los modos de vidas de los personajes protagónicos y sus familias. Cada mueble, cuadro colgado, cortina o mancha en la pared, están hablando desde otros presupuestos, sobre quiénes son estas criaturas.
El elenco actoral vuelve a ser de excelencia, liderados por una Clarita García cada día más conocedora de las motivaciones internas de su personaje. Su Amalia viene con más miedos e inseguridades, que son interpretadas por la actriz desde la sutileza gestual, los silencios y las transiciones.
La incorporación al elenco de actores de la talla de Jacqueline Arenal, Natasha Díaz, Yaremis Pérez o Roberto Perdomo, no hace más que aportar intensidades y buenos enfrentamientos histriónicos para el lucimiento de los jóvenes protagonistas. En tal sentido es muy meritorio que actores noveles como Jomy Marull, Jennifer Pupo, Ignacio Hernández y Karla Santos, se hayan insertado de manera tan fluida en las dinámicas de este grupo de preuniversitario que da continuidad a las peripecias del 9no. 3 de la temporada pasada.
Calendario reconectó en muy pocas semanas con el público cubano; lo hizo desde la sinceridad, la búsqueda de los problemas que nos afectan como sociedad y el interés de aportar un mensaje esperanzador y luminoso. Tal logro nos sigue hablando del antes y el después en un género complejo, demandante y poco dado a complacer a todas las audiencias.
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- Escrito por: Guille Vilar/Granma
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Las voces autorizadas de la canción de contenido social en nuestro continente, jamás han claudicado de sus principios a riesgo de su propia vida
La formidable intérprete Nacha Guevara. Foto: Tomada de cronica.com.ar
En cierta ocasión, el cantante español Alejandro Sanz publicó en su Twitter la carta que le enviara a Hugo Chávez para que lo autorizara a tocar en Venezuela como cierre de su gira por Latinoamérica. Lo que hizo que la petición se convirtiera en un suceso tristemente mediático fue el ofensivo tono utilizado por Sanz al compararlo con un sanguinario tirano como Pinochet, cuando le aseguró que el concierto solo podría tener lugar en ese país, si Chávez como su presidente, le prometía que no les pasaría nada a él, ni a sus músicos ni al público asistente.
En la respuesta ofrecida por Chávez, encontramos planteamientos que adquieren plena vigencia en los tiempos que corren por la pretensión del mercado a hacernos creer que el fundamento de las canciones con mensajes de denuncia social se ha disuelto entre la banalidad de la
música de moda.
Si bien Chávez comienza preguntándole a Sanz si no le daba vergüenza solicitarle permiso para ir a cantar en Venezuela, a la vez que le aconseja que busque información acerca de la trayectoria de aquellos músicos latinoamericanos que, verdaderamente comprometidos con sus pueblos, jamás pidieron permiso para hacer denuncias y, por tal motivo, se vieron obligados a abandonar sus respectivos países al ser amenazados de muerte.
Chávez le ofreció una relación de nombres de relevantes personalidades, no mercachifles panfletarios de ocasión, sino artistas dueños de una dimensión tal que nada más de pararse en los escenarios ya convencían por la rebosante autenticidad que los arropaba, como sucede con Don Atahualpa Yupanqui y Mercedes Sosa, quienes fueron obligados por la junta militar argentina a exiliarse en Europa.
Con una situación similar se encontró la formidable intérprete Nacha Guevara, a quien le explotaron una bomba en uno de sus conciertos, o el caso de León Gieco, el prestigioso compositor de Solo le pido a Dios, cuando un general le puso la pistola en la sien para amenazarlo con que lo mataría la próxima vez que cantara en un recinto universitario.
En esa respuesta, Chávez no olvidó el exilio al que fueron forzados reconocidos intelectuales uruguayos como el cantor Alfredo Zitarroza, con su inolvidable Violín de Becho, o un poeta como Mario Benedetti. Por supuesto, para alguien con un compromiso social como el del cantautor Víctor Jara, a quien la dictadura fascista chilena le cortara las manos y lo acribillara a balazos, está reservado el honroso respeto que merece su memoria.
Para concluir, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela le hizo una serie de recomendaciones al cantante como para que se inspirara en componer canciones que denunciaran los miles de muertos en Irak como consecuencia de la invasión de Estados Unidos, lo mismo que sobre la seria hambruna que padecen países africanos o acerca de la desnutrición infantil en Latinoamérica.
En definitiva, después de semejante respuesta se impone recordar que las voces autorizadas de la canción de contenido social en nuestro continente, jamás han claudicado de sus principios a riesgo de su propia vida.
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- Escrito por: Félix A. Correa Álvarez/Fotos cortesía de la entrevistada/Alma Mater
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En la telenovela de Felo Ruíz, Flora ha demostrado madurez actoral y calidad interpretativa. Adriana no es un personaje que pase por la pantalla sin penas ni glorias, el público sigue de cerca su pasos y decisiones, la ama y la juzga, siempre expectante a los muchos asuntos pendientes que seguramente aún tiene por resolver…
Les hablara de Flora Isela Borrego Pérez muchos no la reconocerían, sin embargo, basta con llamarla Adriana y el cariño del público hacia la joven actriz sería la prueba inequívoca de que su personaje en la telenovela Asuntos Pendientes ha enamorado a no pocos, que ven en la adiestrada soñadora, la mujer firme, la hija justa, la hermana comprensiva y la amante indecisa, quizás una parte del reflejo de la sociedad que somos. "">Cuenta que el nombre compuesto, por el que pocos la conocen, lo debe a sus dos abuelas; y aunque es nacida en un barrio del Vedado capitalino, donde ha acontecido gran parte de su vida, en ella corre sangre criolla, fruto de la unión de un guajiro de Güira de Melena con una bella mulata habanera. En Flora se percibe cierta naturalidad, carisma, desenfado, humor y autenticidad, que constantemente coquetean entre lo culto y lo popular. Esa es su esencia, la de una mujer que ama y defiende lo que hace, con entrega absoluta, respeto y compromiso a ese pueblo diverso donde están sus raíces. "">De cómo llegó a su vida la actuación hace responsable a su madre, Lolita, quien la llevó engañada a las pruebas de actuación de la Escuela Nacional de Arte (ENA): «Yo era una niña muy extrovertida. Pasé por varios talleres de canto, danza y actuación, pero fue en este último donde siempre me mantuve, en un grupito de la Casa de Cultura de Plaza que conducía mi querida profesora Gladys Ávila. «Siempre sentí temor por las pruebas de actuación, lo veía como algo inalcanzable. Fue mi mamá quien, sin yo saberlo, me matriculó bajo el pretexto de que sería en danza, donde me sentía más segura. Claro, su justificado engaño iba durar hasta ese día cuando yo descubriese la “jugada maestra”. Recuerdo que me asomé por una una ventana y le dije: «Mami, ¡estas son las pruebas de actuación!», a lo que ella respondió: «¡Yo lo sé!, mi amor». Es por eso que le debo a mi madre mis inicios en esta carrera que tanto amo». >Su paso por la pantalla chica no ha pasado inadvertido. Los televidentes la recuerdan de videoclips y telefilmes, de las gustadas series Promesas y Valientes, y más recientemente de su incursión en la comedia, a través del espacio Juntos pero no revueltos, de Roly Peña. Sin embargo, en las tablas, Flora también ha encontrado el medio ideal para sacar la poesía del libro y hacerla humana, parafraseando a Federico García Lorca.
— ¿Qué significa la compañía teatral Aire Frío es mi casa, el lugar donde nací — profesionalmente — . Uno se va, se independiza, forma incluso su propia casa, pero sabe siempre dónde nació y a dónde pertenece. «Eduardo Eimil me abrió las puertas de la compañía siendo muy jovencita. Recuerdo cuando me vio. Lo único que decía entre risas era: «Ay, pero ¡qué linda eres! ¡Qué chiquitica eres!». Desde que me gradué de la ENA me incorporé a Aire Frío hasta el día de hoy. Es una parte importante de mi carrera, de mi vida. Además, con Eduardo Eimil no solo hice teatro, sino que también tuve la grandísima oportunidad de enfrentarme a las cámaras. Él es profesor en la Escuela de Cine — Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) — donde impartía unos talleres de dirección de actores, a los que me incorporé y se convirtieron en una verdadera escuela. Era como un “dos en uno” donde navegaba en los dos escenarios: las tablas y el audiovisual. también agradezco la oportunidad de “estrenarme” y compartir escenario desde muy temprana edad con excelentes actores y actrices de este país, como Beatriz Viñas, Roque Moreno, Tamara Venereo, Maité Galbán y muchos más».
— ¿En qué medio te sientes más cómoda? "">
«A mí me gustan las tres casas — cine, teatro y televisión — y si se inventa una cuarta, también me va a gustar. En los tres medios me siento cómoda y en los tres me invaden los nervios, pues a la hora de hacerlo se trata de una misma cosa: interpretar. Para mí es como una mezcla de sensaciones y emociones; la paradoja de estar haciendo lo que más me gusta, pero que a la vez me “mata”. Me mata porque me comprometo mucho, da igual el medio que sea, me entrego y me lo tomo todo muy en serio. Cómoda en los tres e incómoda en los tres. Placer en los tres y nervios en los tres.» "">«Llego a Asuntos Pendientes por casting. Ya tenían a Ulyk Anello e Indira Valdés para los personajes de Cosme y Miranda, por lo que buscaban a dos actores jóvenes mestizos para interpretar a los hijos de la familia Estrada. Entonces me contactan para presentarme a la primera prueba, precisamente con Ulyk, quien desde el minuto cero se convirtió en un verdadero padre y me dio mucha seguridad y apoyo. Después hice casting con Belissa Cruz y finalmente con Andro Díaz, el actor que interpreta a Bruno en la telenovela. "">«Fue así que el 6 de enero del 2021, como un regalo del Día de Reyes, me dan el personaje. Tiempo después Felo Ruíz y Tamara Castellanos me confesaron que desde que me vieron sabían que era la Adriana que visualizaban en su mente, pero que necesitaban despejar cualquier indicio de dudas pues había colegas muy talentosas optando también por el personaje. Fue muy lindo conocer ese detalle. Siempre voy a estar muy gradecida con esa dupla maravillosa — Felo y Tamara — por la oportunidad y por haber confiado en mí desde el principio».
— Háblame sobre Adriana y sus conflictos. ¿Cómo fue el estudio desde las atmósferas en la que se desarrolla el personaje?
<"">«Adriana es un personaje que desde que lo comencé a leer me pareció muy interesante. En una primera lectura puedes interpretar que es una muchacha joven llena de sueños, de deseos, que quiere lograr cosas por esfuerzo propio, y eso es, en cierto modo, lo bonito de la juventud. Pero después, al ir avanzando en la lectura de los capítulos, comencé a darme cuenta que su universo interior es muy amplio y rico en matices. Es una mezcla entre el carácter de su padre y el de su madre, ambos muy diferentes. Eso es algo que tendrá que aprender a trabajarlo en su personalidad a lo largo de la telenovela. «Además, el personaje se desarrolla en un ambiente laboral muy árido para las mujeres, que lo corroboré en mi estudio personal a partir de entrevistas a maravillosos profesionales del sector de la construcción, que me aportaron mucho en su conformación. «Adriana es entonces un personaje que está siempre en constante aprendizaje, que sabe lo que quiere y que se permite equivocarse. De cada tropiezo saca una lección y eso la hace muy valiente». — ¿De qué elementos o vivencias te apropiaste para la construcción del personaje?«Cuando empecé a estudiar el personaje descubrí que tenía muchos puntos en común conmigo, sin embargo, inconscientemente, lo fui alejando en la medida que avanzaba en la lectura del guion. Por eso siempre digo que le regalé un poco de mí, un cuarenta por ciento quizás. El resto lo busqué en la calle, en historias y conflictos de la vida cotidiana que fueran cercanos a Adriana.
«En ese estudio comencé a realizar una serie de entrevistas para conocer un poco sobre el complejo entramado laboral, familiar y social al que se enfrentan las mujeres ingenieras y arquitectas en la Cuba de hoy. Fue un proceso increíble, en la que no solo me nutrí de las experiencias de excelentes profesionales, sino que encontré también elementos muy interesantes en mujeres jóvenes que yo conocía y que estudian carreras afines, como Ingeniería Civil, Arquitectura, Cibernética y muchas otras. Es asombroso cómo descubrí puntos en común, pero también puntos diversos, entre las mujeres de las artes, las ciencias y las letras.
«Yo adoro y admiro a las mujeres ingenieras y de las ciencias, porque son prácticas, objetivas y tienen un temple, una ecuanimidad y una facilidad extraordinarias para enfrentar y resolver los conflictos. Esas características las quise incorporar al personaje. Creo que me ayudaron mucho para lograr la Adriana que ahora vemos en pantalla que, aunque aún se percibe insegura, irá creciendo y apropiándose de todos esos rasgos que distinguen a la mujer ingeniera.
«También le incorporé al personaje muchas características de Cosme, ya que es una realidad esa concepción de que las hijas hembras siempre “tiran” más para el padre. Me estudié todas sus escenas y ya en el rodaje, le pedí a Felo que me dejara ver la interpretación de Ulyk Anello para adquirir determinados gestos, saber por dónde iba llevando el personaje y crear una relación entre padre e hija creíble para el televidente. Además, Adriana es la niña linda y consentida de su padre, y este es para ella la persona que más admira, su modelo a seguir. No había fallos en esa lógica.
«Adriana tiene muchas cosas que yo, Flora Borrego, no haría de esa manera, pero que me las dejó y se las agradezco».
— El sector de la construcción fue el escenario escogido para recrear muchos puntos álgidos de nuestra sociedad. ¿Consideras que el machismo y la resistencia de algunos directivos al liderazgo y protagonismo de los jóvenes son asuntos pendientes por resolver en muchos colectivos laborales de la Cuba de hoy?
«Sí, es real que ambos son asuntos por resolver en nuestra sociedad. Siendo empática, algo que gané mucho con Adriana, entiendo el por qué se genera esa resistencia al liderazgo de la juventud, e incluso a sus ideas renovadoras. Es natural que se tenga miedo a depositar una confianza en alguien inexperto, al que por la edad se le juzgue erróneamente por el prejuicio de que los jóvenes siempre tienden a la irresponsabilidad; pero hay que tener en cuenta que no nacemos el día en que nos conocemos, que todos en algún momento fuimos egresados y transitamos por ese mismo camino. Se agradece mucho cuando se confía en la juventud, más cuando se reconoce el origen común que tenemos todos. Entender eso es muy importante, el mundo ha evolucionado y no podemos seguir con pensamientos anquilosados y arcaicos.
«En la construcción del personaje me enriquecí con la experiencia de dos ingenieros civiles de diferentes generaciones; Amalia, una profesional ya consolidada, y su sobrino Reynaldo, un joven recién graduado contemporáneo con Adriana. Ella trabaja con la mesa de dibujo, él trabaja con el software de diseño AutoCAT y entre los dos hacen cosas maravillosas. No es que una generación obvie u opaque a la otra, se trata de trabajar en conjunto, en pos de la productividad, la calidad, la creatividad y la armonía. Pero es cierto que sigue siendo un asunto pendiente para muchos colectivos laborales el delegar responsabilidades y confiar en la juventud.
«Precisamente, una de las experiencias más hermosas que viví en esta telenovela fue trabajar bajo la dirección de Felo, un profesional de renombre y prestigio avalados por una trayectoria de entrega absoluta a este medio, con el que siempre me sentí libre de opinar, dar ideas, aportar, crear… Como director general siempre estuvo atento y receptivo a nuestras propuestas, no solo de los actores, también de su equipo de dirección, de sus muchachas de producción, de su director de fotografía, de su sonidista, de su codirectora, Tamara Castellanos. Eso lo hace un gran líder, alguien que cree en la juventud y de la cual ha sabido ganarse su cariño y admiración.
«Y respecto al machismo, también hay mucha tela por donde cortar. Cada vez que una mujer se tiene que enfrentar a un colectivo de hombres para trabajar, encuentra muchos prejuicios, a personas que la obvian, que piensan que no podrá o que retrasará el trabajo, que le hacen resistencia, la obstaculizan; más cuando se trata de ambientes laborales tradicionalmente dominados por hombres, como lo es el sector de la construcción. Se trata entonces de que la mujer se empodere, se convierta en una líder para ese colectivo, demuestre por qué está ahí y todo lo que puede llegar a hacer. Es también un asunto pendiente y creo que la novela lo refleja muy bien».
— Adriana también se enfrenta a una disyuntiva amorosa que no sabe cómo resolver. ¿Crees que de alguna forma se esté «romantizando» la infidelidad con esta historia en particular?
«No creo que se esté “romantizando” la infidelidad, más bien creo que se está normalizando como algo que a toda persona le puede pasar, pues no tenemos la capacidad absoluta de controlar nuestros sentimientos, ni somos dueños de nuestras emociones. En los casos de infidelidad solemos enfocarnos más en lo que está experimentando la “víctima”, sin embargo, nunca o en pocas ocasiones pensamos en los sentimientos de la persona infiel. Es como si lo borráramos de la ecuación emocional, como si nuestra mente lo identificara como un “agresor”. Lo cierto es que los sentimientos de la persona infiel muchas veces sobrepasan su capacidad de gestión y su regulación afectiva, por lo que las decisiones más simples se tornan más complejas de tomar, pues están envueltas en mentiras y verdades que generan un conflicto mayor. Todo eso está presente en Adriana de algún modo.
«Además, aquí se vuelve a poner de manifiesto el machismo en la sociedad. La infidelidad del hombre no es mal vista, o al menos siempre se trata de justificar; sin embargo, si la mujer es infiel, entonces es ofendida, marginada y juzgada por una sociedad dominada aún por el patriarcado. Es preciso entender, y ahí va el mensaje de esta subtrama en la telenovela, que la infidelidad no es una cuestión de géneros y que más allá de estar con otra persona además de la pareja, engloba diversos aspectos emocionales, psicológicos e incluso sociales. Darle ese matiz a Adriana fue muy astuto por parte la guionista de Asuntos Pendientes, Yamila Suárez, pues el debate que ha suscitado es muy polémico e interesante».
— En los capítulos recientes los pilares de la familia Estrada han comenzado a removerse. ¿Influirá Adriana en la resolución de los conflictos familiares?
«Responder esta pregunta tal cual, sería adelantar cosas. Solo puedo decir que Adriana siempre busca la justicia, es muy empática y trata de entender las razones de ambas partes. No hace nada por mal plan, ni porque tenga más afinidad con el padre o con la madre, simplemente trata de hacer que lo que para ella es justo. No deja al padre viviendo solo, pero le regala una sonrisa a su madre y le dice que la entiende, incluso, indaga si entre ambos ha sucedido algo más. Ella no se parcializa, todo el tiempo está donde cree que está lo correcto y así lo defiende. Por esa línea se va a mover el personaje en toda la telenovela. Eso sí, hay aún muchas sorpresas con la familia Estrada».
— ¿Cómo valoras la conexión que se ha creado entre el público y el personaje?
«Asuntos Pendientes constituye para mí un resultado hermoso. El público ama a Adriana y yo adoro que eso esté sucediendo. No es un personaje blanco o negro, simplemente se mueve en una paleta amplia de colores, razón por la que ha sido amada, pero también ha sido juzgada y condenada. Aún así, el resultado es hermoso, porque las críticas siempre son desde el amor. Los televidentes no quieren que Adriana falle; cuando la ven equivocarse, tomando decisiones erradas, totalmente ciega con el padre, se generan muchas opiniones encontradas, pero todas desde el amor al personaje. Hubo personas que no perdonaron la infidelidad a Salvador — Yasmany Guerrero — , pero una gran mayoría, sobre todo mujeres, salió en su defensa y eso me tiene enamorada. Creo que el mensaje que se quería dar al público está llegando».
— Cuéntame sobre tu aporte a la banda sonora de la telenovela
«Un día, en el proceso de grabación de la telenovela, Felo menciona que necesitaba una rumba para una escena en específico. Casualmente, la cantante Teresa Yanet — responsable de la banda sonora de Asuntos Pendientes — y yo estábamos compitiendo en los Lucas justamente con una rumba que hicimos a cuatro manos. Se lo comento a Tony Vargas — uno de los asistentes — y este, a la vez, se lo comunica a Felo. Yo estaba “muerta” de pena, pues pensaba que Tony no le daría curso a mi comentario, incluso le pedí a Teresa Yanet que si tenía alguna otra rumba se la presentara a Felo. A él le gustaron mucho las dos propuestas analizadas, pero por una cuestión melódica se decide por la que habíamos compuesto Teresa y yo. Fue así que ambos — Teresa y Felo — se conocieron y yo hice mi pequeño aporte a la banda sonora de la novela.
«También, un día me acerco a Felo y le digo: «Felo, a mí me sucede que todos mis personajes tienen canciones. Para elaborarlos yo les pongo varios temas que me ayudan en las diferentes escenas por la melodía, por la letra o por ambas; y en el caso del romance entre Adriana y Bruno está Tengo mi razón para quererte. Él lo consulta con Teresa Yanet y finalmente queda aprobada, pero me pusieron el reto de que fuese yo quien la interpretara. Claramente me rehusé, pues Teresa Yanet es una cantante con una capacidad interpretativa espectacular y para mí asumirlo significaba una presión y un desafío enorme. Yo les dije que no, pero ellos me dijeron que sí y pudieron más. Un dos contra uno no hay forma de ganarlo.
«Ahí está mi aporte, en la composición junto a Teresa Yanet de la rumba que despide la novela y en la interpretación de Tengo mi razón para quererte, tema de Adriana y Bruno».
— ¿Has pensado dedicarte a la música profesionalmente?
«Lo he pensado, pero he sido muy indisciplinada. Me gustaría tomármelo en serio, porque cada vez me apasiono más con la música. En Asuntos Pendientes me dieron la posibilidad de cantar y es algo por lo que estaré eternamente agradecida con Felo Ruíz y Teresa Yanet, por permitirme esta oportunidad y por confiar en mí más que yo misma. Yo hubiera cerrado esa puerta y ellos lo impidieron. También, antes de entrar a la telenovela, me encontraba haciendo un musical en el teatro América que disfruté muchísimo y el público también. Me encantaría explorar más el universo musical».
— ¿Te encuentras inmersa en nuevos proyectos?
«Sí, actualmente me encuentro trabajando nuevamente con Heiking Hernández y con Jorge Molina en una telenovela, de la que no puedo dar más detalles, por ahora. Solo puedo adelantar que se trata de un personaje que me encanta, que me va ha llevar a lugares hermosos. De la mano de Heiking y Molina estoy segura que será un viaje muy interesante.
«De igual forma, comencé en el grupo La Franja Teatral, de Agnieska Hernández, dramaturga y directora que admiro muchísimo. Sus discursos son muy fuertes, dicen cosas importantísimas y necesarias en estos tiempos. Ya me estrené con ella en la última semana de la puesta de Padre Nuestro y fue una experiencia que adoré y agradezco. Seguro habrá sorpresas más adelante».
En la telenovela de Felo Ruíz, Flora ha demostrado madurez actoral y calidad interpretativa. Adriana no es un personaje que pase por la pantalla sin penas ni glorias, el público sigue de cerca su pasos y decisiones, la ama y la juzga, siempre expectante a los muchos asuntos pendientes que seguramente aún tiene por resolver…