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- Escrito por: Jordanis Guzmán Rodríguez
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Pese a lo difícil que se torna en estos tiempos de carencias y limitaciones productivas, materializar proyectos dentro de nuestra televisión, 2023 fue un año en el que no se dejó de proponer historias y caminos audiovisuales desde las series y telenovelas. Múltiples motivaciones argumentales con resultados artísticos diferentes vieron la luz el pasado año, demostrando que con creatividad y respeto a nuestros públicos se puede seguir haciendo arte para la “cajita de cristal”.
Dos series juveniles con vuelos conceptuales y formales bastante altos, se colaron en la preferencia del público durante los primeros 5 meses del 2023. La primera de estas entregas significó el esperado regreso de un grande de la realización audiovisual en Cuba: Rudy Mora. Mora, con Primer grado, nos acercó a un tema sensible para cualquier sociedad contemporánea; el mal uso de las redes sociales y la tecnología cobró nuevos sentidos en las manos del experimentado realizador, que, con una estética más depurada, propia de los tiempos que vivimos, capturó magistralmente las motivaciones de una protagonista víctima de la inescrupulosa distribución de su información personal. Textos bien cavilados y planos poco frecuentes en nuestras propuestas seriadas, hicieron de Primer grado una serie provocativa y en constante diálogo con los espectadores.
Por otra parte, luego de una primera temporada exitosa desde el episodio uno, Calendario regresó con la misma luz, para iluminar la inocencia de nuestros adolescentes y jóvenes. Esta vez con una estructura dramática algo diferente y con conflictos más peliagudos, la serie escrita por Amílcar Salatti y dirigida por Magda González Grau, volvió a apuntarnos con el dedo temas y conflictos sensibles para la juventud de estos tiempos, esa tan diferente a la de décadas pasadas y tan bombardeada de información y contenidos multimediales, no siempre edificantes ni en concordancia con nuestros sistemas de valores. Pero ahí estuvo Calendario, más efectiva que nunca, hablándonos desde la honestidad, la ternura y la esperanza; abriéndonos las puertas a una tercera temporada próxima estrenarse, que promete cerrar ciclos y seguir mostrándonos caminos para la formación de los más jóvenes.
En cuanto a las telenovelas, 2023 fue un año de éxitos rotundos con las audiencias. Asuntos pendientes nos acompañó durante casi 7 meses, con una historia poderosa, bien escrita y necesaria en un país que ha abogado durante más de 60 años por la inserción de la mujer al mundo laboral con las mismas oportunidades y derechos que los hombres. Yamila Suarez, la escritora de esta obra, captó con magisterio el complejo universo femenino. Tres protagonistas con psicologías y motivaciones diferentes, tejieron realidades muy palpables en la Cuba de hoy. Los directores Felo Ruiz y Tamara Castellanos, concibieron una puesta en escena austera, de ruda estética, muy a tono con lo áspero del entorno laboral descrito. Asuntos… rindió a sus pies a un público que conectó con sus personajes y con los actores que le dieron vida; intérpretes hábiles, intelectivos que supieron sacar de los lugares comunes a sus roles.
Un digno homenaje a la radio llegó vestido de telenovela para devolvernos el derecho indiscutible que todos tenemos a soñar. Escrito a cuatro manos por Ángel Luis Martínez y Alberto Luberta Martínez, quien también fuera su principal director, El derecho de soñar atrajo la atención de los televidentes a un medio que nos ha acompañado en momentos claves de nuestra historia, durante más de 100 años. Con novedades productivas, como el uso de dos unidades de filmación y el encomiable trabajo de dirección de arte para traernos de vuelta en la primera etapa, a La Habana de los años cuarenta, El derecho… despertó intereses dormidos, rescató del olvido a figuras y sirvió para que voluntades institucionales se volcaran en beneficio de nuestra eterna compañera de los días: la radio cubana.
Y para cerrar por todo lo alto el 2023, nos llegó en su último mes una obra fresca, con grandes valores estéticos, que nos habla de un sector de la juventud pocas veces tratado en nuestros audiovisuales; esa juventud que trabaja y sueña un país mejor; una juventud imperfecta, llena de contradicciones y mezquindades, pero anclada en su tiempo y su realidad. Viceversa, con guion de Amílcar Salatti, Yoel Infante y María Claudia Figueroa, y bajo la dirección general de Loysis Inclán, nos ha dado la posibilidad de conocer a nuevos rostros de la actuación y reconectar con las carreras de actores cubanos que son verdaderas leyendas. Su periplo por las pantallas cubanas aun es corto y promete mantener al público atento a las peripecias de esto seis amigos y el drástico cambio en sus vidas.
2023 nos puso delante retos productivos difíciles de asumir, es cierto, pero a su vez nos impuso ser más creativos, soñadores y comprometidos con la televisión que tenemos y el público que la consume. Este 2024 otras historias y estéticas rondarán las pantallas cubanas, para seguir demostrando que el entretenimiento desde la ficción es otro camino para moldear nuestras realidades.
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- Escrito por: Ana Torres /Fotos: Tomadas de Facebook
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Además de festejar sus 30 años, el colectivo de Televisión Serrana celebró que una de sus más recientes producciones recibiera premios en la edición 44 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano
La casa del audiovisual comunitario en Cuba, nacida en la Sierra Maestra, y que recoge las historias de la vida y las costumbres campesinas del oriente del país, despidió el 2023, “un año de aniversario cerrado, con muchísimos reconocimientos desde Cuba y otras latitudes”.
En un post publicado en Facebook, a fines de diciembre, el colectivo de TV Serrana aseguró que tenía “muchas alegrías que agradecer y compartir”. No obstante, recordó cómo se le “arrancó un trozo de vida con el fallecimiento de Daniel Diez, su fundador, el 3 de diciembre de 2023.
El mensaje de despedida de catalogó el pasado como “un año intenso, importante” y deseó “un 2024 fructífero para Televisión Serrana toda, los que ofrecieron sus historias para convertirlas en documentales, para las comunidades que son parte indisoluble y para nuestros seguidores, que cada día crece esta gran familia”.
Reconocimientos merecidos
En el contexto de la 44 edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, la Escuela Internacional de Cine y Televisión le entregó a TV Serrana el premio Fernando Birri.
Durante la entrega de galardones del evento, el documental “Al final del camino”, de la realizadora Ariagna Fajardo Nuviola, de la Televisión Serrana, se alzó con dos premios colaterales. La obra fue laureada por la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y recibió el premio Senobio Faget, otorgado por Cubavisión Internacional.
“Estamos felices de que este documental se haya difundido para que se conozca cómo va la vida en las montañas de la Sierra Maestra”, manifestó la Fajardo a la Agencia Cubana de Noticias.
Además, explicó que la obra es el resultado de la mirada sobre una realidad común, que también ella vive y con la cual le sería imposible distanciarse.
De igual modo, consideró que la Televisión Serrana, “más que una televisora comunitaria, ha sido en estos 30 años una familia con conceptos y modos de hacer que van en línea con los principios de su fundador, Daniel Diez Castrillo, fallecido recientemente.
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- Escrito por: Thalía Fuentes Puebla
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Más que una intersección entre dos calles en el Vedado capitalino, “23 y M” es parte de la idiosincrasia de la mayor de las Antillas. Todos conocen esta propuesta televisiva y la buscan para estar en la línea con la música cubana.
El programa televisivo y su carismática conductora, Edith Massola, se adentran todos los sábados, a partir de las siete de la noche, en los hogares cubanos. Los espectadores abren sus brazos a lo mejor de las sonoridades caribeñas. En este diciembre, el espacio cumplió 25 años.
Este programa informativo-musical busca promover la diversidad de agrupaciones e intérpretes musicales cubanos, así como los principales acontecimientos culturales dentro y fuera del país. Desde sus inicios ha logrado atraer a los artistas más destacados de la farándula cubana, quienes han abierto su corazón y compartido sus experiencias con los televidentes.
Este programa se convirtió en el sustituto de “Contacto”, un espacio de variedades que tuvo su época dorada en los años 80. Desde 1998, la inconfundible Edith Massola ha llevado las riendas de “23 y M, adaptándose y dejando su propio sello en cada emisión, gracias a su habilidad, versatilidad y carisma. Massola, con su formación y experiencia como actriz de teatro musical, no solo ha podido entrevistar a los invitados, sino también compartir momentos musicales en el escenario.
La combinación de música en vivo e intercambio con artistas de diferentes manifestaciones ha convertido a “La Esquina de la Fama” en el emblema de las revistas de variedades en la mayor de las Antillas.
Concebido originalmente por Julio César Leal, el programa irrumpió en la televisión cubana para continuar entreteniendo a los televidentes después de la exitosa etapa de “Contacto”. Leal logró que el espacio tuviera un estilo fresco y atractivo a finales de los años 90, justo cuando se aproximaba el nuevo milenio y se necesitaba una nueva manera de concebir los audiovisuales.
“23 y M” se caracteriza por su enfoque en la música y las entrevistas a grandes figuras de la música cubana. En una entrevista, Edith reveló que no le preocupan las críticas sobre su estilo de conducción, ya que ella es auténtica y se siente fiel a su espacio. Reconoce que a veces puede exagerar, pero su objetivo es crear un ambiente cómodo y ameno para los invitados.
Edith también destacó que dedica mucho tiempo y esfuerzo al programa, ya que necesita aprender constantemente. Aparte de las entrevistas a músicos, “23 y M” ha contado con la presencia de otras figuras destacadas como el tricampeón olímpico Mijaín López, quien se atrevió a bailar unos “pasillos” junto a Edith y la compañía Free Dance.
La frase “¡Dónde si no!” se convirtió en el eslogan del programa, destacando la exclusividad de las propuestas artísticas que se presentan en cada emisión. A lo largo de los años, 23 y M ha logrado mantener su esencia y seguir siendo un referente en la televisión cubana.
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- Escrito por: Jordanis Guzmán Rodríguez
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En la tarde de ayer, 21 de diciembre, fueron entregados, como es costumbre en esta época del año, las becas y premios anuales otorgadas por la Asociación Hermanos Saiz (AHS) a nuestros jóvenes escritores y artistas. Uno de los premios más relevantes dentro del apartado de las artes escénicas, es el que premia el talento y rigor artístico de nuestros actores noveles: el premio de actuación Adolfo LLauradó.
Como todos los años, el premio tuvo en cuenta las participaciones de actores y actrices jóvenes con un desempeño notable en televisión. Esta vez los premios y menciones en televisión fueron menores que años atrás, sintiéndose en falta la presencia de actores masculinos que han venido mostrando excelentes trabajos en la pantalla chica en lo que va de año.
El jurado encargado de evaluar la participación en televisión de nuestros más noveles histriones, estuvo conformado por nombres imprescindibles de la escena teatral y audiovisual cubana: la crítica e investigadora Vivian Martínez Tabares, los dramaturgos Roberto Viñas y Yerandy Fleites, la realizadora audiovisual Lourdes de los Santos, el actor y director Yanier Palmero y la investigadora teatral y docente, Yamina Gisbert.
El diverso y especializado jurado consideró este año, en el caso concreto de la televisión, validar solamente el trabajo de dos intérpretes femeninas, otorgando una mención y un premio.
La mención de actuación femenina en televisión fue para Jennifer Pupo, por su personaje de Natalia en la segunda temporada de Calendario. Pupo, con este rol, supo desprenderse de preconcepctos y estereotipos para hacer más cercana y tridimensional a esta adolescente lesbiana, segura de sexualidad y lo suficientemente valiente para entregarse a su primer amor. La actriz, hizo una propuesta de caracterización muy interesante, en la que las diferentes capas emocionales del rol van develándose según progresa la obra.
Por su parte, el premio de este año recayó en la siempre impecable Ingrid Lobaina, debido a su reciente participación en la telenovela El derecho de soñar. Damaris, el personaje interpretado por la Lobaina, marca un punto de inflexión notable en su carrera como actriz; remarca su madurez interpretativa y la coloca como una de las intérpretes de su generación mejor preparada para cualquier tipo de reto actoral.
En el caso de los actores, el jurado decidió este año dejar el premio desierto; decisión esta que podría ser cuestionable, si tomamos en cuenta la mar de jóvenes actores que tuvieron desempeños más que meritorios este último año en televisión. Dos telenovelas trasmitidas y dos teleseries, contaron con la presencia de histriones que vienen pisando fuerte hace algún tiempo, y a los que se hace preciso estimular y reconocer.
Tal vez, la marcada procedencia teatral de la mayoría del jurado, hizo que la atención del mismo estuviera volcada en las propuestas escénicas, y se pasara epidérmicamente por los numerosos trabajos en televisión de nuestros actores noveles.
Desafortunadamente, Cuba cuenta con muy pocos certámenes para premiar el trabajo de los actores, fundamentalmente en televisión. Dos o tres premios anuales, son insuficientes para agasajar el talento de todo un país. Por lo tanto, se debe ser más exhaustivo a la hora de analizar, decidir u obviar la participación de un artista en plena formación.
Los premios Llauradó han sido desde su creación un impulso a jóvenes carreras, que han terminado brillando con luz propia. El compromiso de las instituciones culturales con sus artistas debe enfocarse en la validación de sus desempeños, lo cual redunde en el florecimiento absoluto de un arte auténtico y comprometido. Esperemos que el próximo Llauradó sea más generoso para la televisión y sus jóvenes actores.
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- Escrito por: Por: Jordanis Guzmán Rodríguez
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Aunque el género telenovela, tanto en Cuba como el resto del mundo, es un ejercicio de creación colectivo que implica muchas especialidades, hay un proceso específico más íntimo y determinante, que funciona como columna vertebral de cualquier obra audiovisual: la escritura de los guiones.
Son los guionistas los que definen el espíritu de una obra, los que delinean la naturaleza de sus personajes y los conflictos. Por eso el trabajo con los guiones en las actuales telenovelas producidas en Cuba suele ser mucho más profundo y estudiado, para que el resultado en pantalla esté sustentado por una “partitura” dramática sólida, que le brinde a los actores caminos y no lagunas.
En este rubro, se destaca sin duda alguna, un creador responsable de grandes éxitos televisivos en los últimos diez años. Son muy pocas las obras concebidas por Amílcar Salatti que no han calado en el público cubano; ese mismo público que lo ha nombrado “el Rey Midas de las telenovelas cubanas”. Y no hay exageración en tal título: Salatti suele transformar en oro puro cualquier temática, cualquier zona narrativa.
En vista de la proximidad de “Viceversa”, la nueva telenovela dirigida por Loysis Inclán, y escrita a seis manos por Amílcar Salatti, Yoel Infante y María Claudia Figueroa, una entrevista con el primero de los escritores se hacía necesaria para comprender los senderos argumentales de esta obra con sugestivo nombre y atractivo equipo de guionistas.
De manera jovial y franca, Salatti accedió a responder un cuestionario limitado, sin afán de obtener “spoilers” e interesado en saber cómo ve un guionista los entresijos o bondades de sus procesos creativos:
¿Cuáles fueron las motivaciones para darle vida a Viceversa?
“Creo que lo principal, al menos en mi caso, fue las perennes ganas de escribir, de contar historias. También los deseos de hacerlo con dos amigos que fungieron de coescritores, Yoel Infante y María Claudia Figueroa. No hubo algo puntual que nos llevara a hacerlo, más allá de esos deseos”.
¿Cómo fue el trabajo de escritura a seis manos?
“Cuando trabajas con personas que son amigos y con los que además coincides estética y éticamente, pues el trabajo se hace muy disfrutable. Para María Claudia era su primera vez como guionista y Yoel y yo hicimos un poco de "profes" por nuestra experiencia, pero al mismo tiempo ella nos aportaba su frescura, sus desprejuicios y eso vale mucho cuando uno lleva años escribiendo. Cuando hay que llenar unas 4000 páginas, para una novela de 80 capitulos, es imprescindible que la coescritura sea un disfrute y no lo contrario. Es un trabajo arduo y no podemos sufrirlo”.
¿Qué novedades encontraremos en la estructura de la obra? ¿Cuanta fidelidad o negación del género hay en Viceversa?
“No creo que vayamos a reinventar el género estructuralmente, ni aportarle algo súper original. Tal vez que el núcleo de protagonistas sea más una triada que alguien absoluto, puede ser lo "diferente", y seguro estoy que ya se ha hecho. Es un género al que se le han dado mil y una vueltas y no vamos a ir de pretensiosos creyendo que hemos hecho algo nuevo. Es una novela complicada pues son muchos personajes, varias subtramas y equilibrar eso siempre cuesta y ahí siempre está el reto. Me gustaría pensar que hay más fidelidad que negación al género, han pasado años desde que pusimos punto final, pero lo que recuerdo es que intentamos ir por los caminos de una novela típica, tratando de no caer en estereotipos, o caminos demasiado trillados. Lo novedoso está en los personajes que creamos para contar la historia, dónde intentamos que fueran personajes no muy "quemados" en novelas cubanas recientes”.
La edad de los protagonistas nos habla de una historia de jóvenes ¿Qué tipo de juventud cubana ha sido captada desde la escritura?
“Viceversa no es una novela que aborde la realidad cubana inmediata. Por un lado, fue terminada de escribir hace ya algún tiempo, ante de la crisis migratoria y económica en la que estamos, y por otro, no pretendíamos hacer una "novela social" (como lo fue Entrega, por ejemplo). El objetivo siempre fue que el público se la pasara bien viéndola. Toda esta explicación es para decirte que tal vez los protagonistas pueden reflejar a parte de nuestra juventud, pero no es nuestra juventud más inmediata, con sueño de emigración, con muchachos que estudian y trabajan, lidiando con dificultades salariales y/o de vivienda... Me atrevería a decirte que son jóvenes de hace unos 5-6 años atrás, los de antes de la pandemia. Digamos que Viceversa está ubicada en un contexto que evita las problemáticas sociales más agudas de nuestro país y por ende esos personajes se enfrentan a conflictos más personales, pero así lo quisimos”.
Conceptualmente el título nos transporta a muchas posibles interpretaciones, ¿podría ser el enfrentamiento generacional una de ellas?
“Sí. El título un poco fue intuitivo por lo que habíamos escrito cuando armamos el argumento. Esa sensación de que tu vida puede invertirse por completo, debido el azar o a decisiones y de pronto apareces justo en el lado contrario de lo que imaginaste sería”.
¿Cuán difícil es actualmente para un equipo de guionistas confeccionar 80 capítulos de 45 minutos y no caer en "barrigas" narrativas o agotamiento en las tramas?
“Siempre es muy complicado. Mantener un ritmo constante durante 80 capítulos es difícil y más en la época de las series, donde los sucesos abarcan 6-12 capítulos y es raro ver una serie "lenta”, a no ser que esa sea su intención. Las subtramas ayudan a eso; el tono de algunas, cercanas a la comedia, tal vez suavicen esos momentos de meseta en los que parece que la historia no avanza. La intención es que eso no suceda y se trabaja para ello. Ojalá lo hayamos logrado”.
Decir Amílcar Salatti y Yoel Infante es decir éxito de público garantizado. ¿Temen a las altas expectativas que siempre dejan sus obras más recientes en el público?
“Muchísimo. En este medio uno es lo último que hace, y así te juzga el público. Los logros pasados son un arma de doble filo que muchas veces juegan en tu contra. El alcance y el éxito de las obras tienen mucho que ver con el contexto, el objetivo con que fueron escritas, las referencias más inmediatas que tengan los televidentes. Viceversa es para que la gente se pase un rato entretenido, sin dejar de hablar de cosas que humanamente nos preocupan”.
¿En qué nuevos proyectos anda inmerso?
“Para la TV estoy preparando una serie con Roly Peña, pero es a largo plazo, y un telefilme con la Redacción de Infantiles para que sea dirigido por Charlie Medina. Los demás trabajos son para cine y de manera independiente. Desgraciadamente nuestra TV está en una crisis tal que apenas puede asumir proyectos nuevos. Por estrenarse está Calendario en su tercera temporada. Y en algún momento del año que viene la segunda de Al Habla con los Muertos”.
¿Qué espera Salatti del camino en televisión nacional de esta nueva obra?
“No me gusta crear expectativas con las obras que están por salir. Hicimos nuestro trabajo lo mejor que sabíamos hacerlo en el momento que la escribimos. Uno siempre espera que el público se la pase bien. Si Viceversa logra ir un poco más allá o no, lo dirá el tiempo y los televidentes”.
Y por fortuna, el tiempo de Viceversa casi comienza, lo que nos colocará frente a historias que podrían muy bien ser las nuestras, en donde andar en el lado inverso de la vida que soñamos, condicionará el relato y el alcance del mismo en el público. Aunque Salatti sea cauto con las expectativas de la audiencia, todo arroja a que un nuevo éxito de público se acerca a las pantallas de Cubavisión.