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- Escrito por: Sahily Tabares/Bohemia
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Los planteamientos de la telenovela El naranjo del patio colocan en la mira conflictos humanos de honda trascendencia social basados en el amor, la comprensión, el respeto a la familia, el derecho a defender ideas, pensamientos propios
En el siglo XXI, mediante las convenciones de los planteamientos dramáticos y la interdiscursividad de la cultura, se presentan a las mayorías códigos éticos, estéticos, el audiovisual los coloca ante la mirada con fines esenciales: motivar el disfrute, las reflexiones individuales y colectivas.
La polisémica interacción de los televidentes continúa siendo epicentro del vínculo entre los sujetos y el ecosistema mediático, en particular, a través de las redes sociales, desde donde el intercambio es protagonista de procesos enriquecedores, sugerentes, a veces sorpresivos.
No escapa a este dinámico proceso la retransmisión de la telenovela El naranjo del patio (Cubavisión, martes, miércoles, jueves, 2:00 p.m.). Con guion de Gerardo Fernández, dirigida por Xiomara Blanco, la puesta recrea conflictos en los que prevalecen situaciones dramáticas apoyadas por efectos sonoros, estas propician bucear en secretos, máscaras, hasta revelar lo más recóndito del alma, incluso de la conciencia.
Quizás poco se analiza la prominencia de determinado género dramático al estructurar una ficción, pero sin duda tal premisa ha sido muy bien estudiada en El naranjo…, pues coloca en la mira diferentes aristas del sufrimiento humano y al unísono devela el esencial: la tragedia de un hombre que se niega a envejecer.
El protagonista, Lito (Miguel Navarro), suspira por la joven Mariela (Luisa María Jiménez), su amor aflora en sueños difíciles de explicar, lo intranquilizan, repercuten en actitudes lacerantes de su integridad como hombre honesto, fiel, recto.
Entre los seres humanos el amor desordena, u ordena más de una vida, trasciende al concepto orgánico de la familia, adquiere connotación social. No podía ser de otra manera, teniendo en cuenta los preceptos expresados doctamente en cierta ocasión a Bohemia por el desaparecido profesor Gerardo Fernández: “La utilización renovadora de una parte de la existencia expresada en sentimientos debe tener carácter significante en el discurso dramatúrgico y en la mediación entre las lógicas del sistema productivo que atraviesan el consumo de medios”.
El destacado profesor Gerardo Fernández aportó un valioso legado dramatúrgico al audiovisual (Foto: Leyva Benítez)
Él fue consciente del arraigo popular de una telenovela, la cual elabora contratos con el espectador en base a determinado entorno sociocultural de notable impacto en los imaginarios y la memoria cultural.
ningún modo el sentido de una obra se limita a la interpretación que sobre ella ofrece su propio autor. El televidente debe descubrir lo no dicho, la condición de espejo colocada en el relato exige una activa participación capaz de profundizar en la razón de ser de todos los personajes, en sus diálogos, atmósferas y planos colocados para transmitir ideas, mensajes, asociaciones, al juzgar los conflictos de personas desconocidas, pero de alguna manera familiares al entrar en nuestro hogar.
El motivo del naranjo es una señal de satisfacción o añoranza, seduce su aroma debido a la sinceridad de quienes lo aprecian desde diferentes puntos de vista. Leer en el texto audiovisual las sugerencias de la metáfora, la inspiración de frases dichas suavemente al estilo de la primera actriz Ofelia Núñez (Lola), demanda del televidente implicarse a fondo, descubrir compañía o soledades en el fuero interno personal.
La puesta no descubre ni expone verdades absolutas, irrefutables; señala falsedades, sombras. Al parecer, los integrantes del equipo de realización pretendieron estimular la recepción ingeniosa para incomodar a todo el que se instale ante la pantalla sin el ánimo de meditar.
Sensibilizar a los públicos con asuntos complejos de la sociedad es uno de los tantos desafíos afrontados por guionistas y realizadores empeñados en nutrir la narrativa televisual de manera atractiva. La creación de expectativas, intrigas, suspensos, establece una confrontación válida en la que debe prevalecer el reconocimiento y la identificación del humanismo en beneficio del enriquecimiento pensante, espiritual.
En ninguna circunstancia puede simplificarse el impacto de la TV, su capacidad de persuasión en el espacio íntimo al socializar discursos e imágenes susceptibles de revelar enfrentamientos y problemáticas universales. Pensemos en esto.
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- Escrito por: Luis Carlos Frómeta Agüero/La Demajagua
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Daniel Diez Castrillo, cineasta, documentalista, director fundador de la TV Serrana, Premio Nacional de Televisión 2015, ofrece su testimonio.
“La Televisión Serrana fue un proyecto que costó trabajo consolidar, lo presenté en 1986 y salió al aire en el 1993:
-¡Estás loco!, -dijeron unos. -Solo durarás dos meses en la Sierra Maestra, afirmaban quienes desconocían, y no creían en el trabajo comunitario.
“Para materializar las ideas, comencé a buscar el lugar apropiado para enclavar la televisora, así estuve cerca de cuatro años recorriendo diversas partes de la Sierra Maestra.
“Pasaba meses viviendo allá arriba con los campesinos, filmaba documentales y los editaba en La Habana, hasta que llegué a San Pablo de Yao, una zona llena de maleza, escenario de la última epopeya revolucionaria en la que combatió el Che.
“Me detuve en un lugar, que luego llamamos El Mirador y sentí una especie de magia sobre mi cuerpo, jamás vivida, era el lugar adecuado.
“Llegamos con la convicción de no ser los colonialistas que se adueñarían de aquel entorno, sino de dar a conocer sus vidas, costumbres, comidas, fiestas, oficios, educación, juegos, carencias, historias, la mística, los rituales afroespiritistas, los conflictos sociales…
“Siempre se habla del significado para los campesinos del hecho de contar con una TV, también resultó importante para los creadores que no son de esas zonas, el contacto con hombres y mujeres, en quienes funcionan: bondad, afecto, gratitud y respeto a las familias.
“Un vecino, preocupado por el hospedaje de actores y actrices, nunca imaginó que los protagonistas serían ellos mismos, al reflejar sus realidades muy diferentes a las de las ciudades.
“Felizmente, la Unesco, presidida entonces por el Señor Federico Mayor Zaragoza, dispuso el financiamiento para los primeros equipos: súper VHS, edición por corte, y durante su visita a Cuba inauguró, desde La Habana, por control remoto con la TV Serrana, la referida institución.
“Allá arriba descubrí, también, la sombra de mi cuerpo y conté más estrellas que las apreciadas en La Habana.
“Con frecuencia recorríamos diversos asentamientos, proyectábamos materiales y dialogábamos con los campesinos, a partir de esas cruzadas audiovisuales conocíamos nuevos temas de interés, que los realizadores trabajarían luego, así logramos la verdadera democratización de los medios.
“La formación del personal no era posible realizarla en academias convencionales, creamos entonces nuestro Centro de estudios para la Comunicación Comunitaria, en el que no solo debíamos enseñar las técnicas audiovisuales, sino transmitir la esencia del trabajo comunitario.
“Formamos, además, los Grupos de creación alternativos con jóvenes residentes en otros municipios, que no trabajaban en la TV Serrana, realizamos un taller de un mes, ellos buscaban las ideas en sus territorios, escribían guiones, dirigían y operaban los equipos puestos a su disposición.
“Instituimos el Grupo de creación artística, integrado por todos los realizadores con quienes se discute el proyecto, el guión y al final se valora la obra para su aprobación.
“Otra experiencia importante fue la relación con los niños, siempre presentes en nuestra obra, necesario eslabón para estrechar más los vínculos con la comunidad, de ella se desprendió el video-carta, para ofrecerle al mundo nuestra realidad y las de otras partes del universo, jamás vistas en pantallas.
“La televisora constituyó un estadio superior en el trabajo audiovisual comunitario y participativo en zonas de difícil acceso, lanzó la mirada al país y propició la transferencia tecnológica a los habitantes de esas comunidades para que fueran ellos los futuros creadores de la TV Serrana.
“Para lograr una obra universal, lo ideal es colocar la mirada desde lo local al país, al mundo, e integrar en la acción todos sus elementos, lo demás depende de cómo se trabaje y fue lo que hicimos, poner nuestros materiales en los canales cubanos, eso garantizó decirles a todos: ¡Aquí estamos!