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- Escrito por: Sahily Tabares/Bohemia
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En la actualidad, la era de internet genera en el espacio mediático transformaciones condicionadas por el uso y la disposición de los nuevos medios audiovisuales que pasan a ser colaborativos.
La realidad es una construcción discursiva que los guionistas y directores recrean a partir del imaginario social, entendiendo este como el conjunto de creencias, mitos, frustraciones, deseos que nutren la idiosincrasia de cada sociedad.
Públicos de diferentes generaciones exigen ver en la pantalla de la TV lo real tal cual, otros prefieren la edulcoración de ese complejo universo; no podía ser de otra manera, pues la comunicación televisual en tanto mediación social, político-ideológica, cultural, estética, aporta nuevos lenguajes, destrezas, escrituras informáticas.
El medio transmite códigos, democratiza el acceso al conocimiento. El acelerado crecimiento de la ciencia impone una rápida obsolescencia de saberes que realizadores de varios países llevan a la ficción para mover el pensamiento de las audiencias.
De alguna manera consideran cierta reflexión del poeta y etnólogo Miguel Barnet en su ensayo La fuente viva: “Junto a la corriente rica de la ficción las obras deben ir de la mano escudriñando la enmarañada realidad latinoamericana”.
Por ejemplo, el cine de la región ha alcanzado una peculiar contundencia al destacar la exploración antropológica de los relatos en la materia dramática que los sustenta. Tal práctica también intentan seguirla algunas telenovelas.
Suerte de vivir (Cubavisión, martes, jueves, sábado, 9:30 p.m.) recrea la autenticidad de poetas, escritores, músicos de Brasil, mediante la valía de una editorial de ficción (Prado Montero) que privilegia el enriquecimiento de los lectores mediante títulos formativos, de calidad literaria. Los personajes de Paloma y don Alberto denotan, además, un marcado interés por destacar el valor de lo popular, la valoración ética explícita.
Cada acción subordinada –mal llamada subtrama– exige la acción participativa del lector/televidente para ser completado en todas sus dimensiones. Por supuesto, abundan los esquemas consabidos de las telenovelas: infidelidades, traiciones, máscaras, pero sabemos que al final triunfará el verdadero amor.
No obstante, la puesta estimula la curiosidad para dejar insomne la necesidad de indagar, volver sobre interrogantes, una práctica de los antiguos filósofos griegos que necesitamos cultivar con sistematicidad, ahora y en el futuro. Es una fuente generadora de aproximaciones a la realidad social vista mediante historias locales, particulares, que no solo se presentan desde el universo estético, sino también cognitivo, lo cual desempeña un papel crucial al momento de reflexionar sobre temas, cuestiones susceptibles para las mayorías en cualquier lugar del mundo.
Defender el entretenimiento culto parece ser un punto de vista de Suerte de vivir, si bien sustentado en el disfrute fácil y en el regodeo melodramático en algunas escenas. Los conflictos (fuerzas en contradicción que generan la acción dramática) no traen novedades al universo telenovelesco, pero colocan en la mira las diferencias entre poderosos y pobres, el oportunismo, la falsa vanidad, el amor de una niña hacia una madre demasiado ocupada en prioridades que no incluyen a su pequeña.
Todavía queda mucho por ver, valorar, sobre todo con respecto a los planteamientos sobre la violencia, que no se define solo por el espacio físico en que ocurre, sino por las relaciones de poder, la naturaleza de los vínculos entre las víctimas y sus atacantes.
Tampoco aquí es inocente la significación de melodías, ritmos, textos privilegiados en canciones, obras literarias; estas dan fe de la fortaleza de una cultura auténtica que no admite el control hegemónico. Pensemos en esto.
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- Escrito por: Sahily Tabares/Bohemia
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Reflexiones sobre el valor del ejercicio crítico a partir del audiovisual.
¿¡Quién no ha sentido un cálido estremecimiento al ver películas de otros países y épocas distantes o escuchar canciones que evocan sufrimientos personales como si los hubiéramos contado al otro en detalles!?
Desde tiempos inmemoriales las preocupaciones sociales, culturales, políticas, dilemas del ser humano nutren los laberintos de la existencia, el discurso artístico.
En la actualidad han surgido nuevos usuarios en diferentes contextos, de ahí la necesidad de generar en la TV tradicional formas y contenidos atractivos del espectáculo con una utilización intencionada de las nuevas tecnologías, lo cual favorecerá la capacidad interpretativa por parte de los lectores críticos, reflexivos.
Tal vez no siempre se piensa en promover la idea de que el conocimiento puede ser placentero, ayuda a ejercer la inteligencia, amplía el entendimiento sobre cuestiones esenciales del mundo en que vivimos.
Nunca olvido una lúcida apreciación de Juan Formell, compositor, intérprete, fundador-director de la orquesta Los Van Van: “Las músicas auténticas, los valores formativos, el cine de calidad, la constante actualización cultural beneficia desde edades tempranas. Debemos aprovecharlos, descubrirlos, promoverlos”.
De alguna manera enfocó una ruta crítica que siguen programas televisivos: Música del mundo (Canal Habana, jueves, 8: 00 p.m.), Noticiero cultural (Cubavisión, de lunes a viernes, 6:30 p.m.), Los éxitos de La séptima puerta (Cubavisión, viernes, 10:30 p.m.), Espectador crítico (Cubavisión, sábado, 10:30 p.m.). No son los únicos espacios que amplían la multiplicidad de enfoques en el contexto general de las prácticas simbólicas. Buena parte del mundo desarrollado y menos desarrollado es una sociedad mediática multipantalla.
Esta omnipresencia influye en la ocupación del tiempo, de la propia existencia. Educar la mirada se consigue mediante el proceso de autoaprendizaje que propicia aumentar la capacidad del intelecto, la comprensión del complejo entorno propenso a la saturación de los sentidos, de las mentes, al embotamiento perceptivo.
No hay que vivir en una urna de cristal, sino detectar cuando nos dan gato por liebre. Cultivar el juicio sereno como la pasión mayor tampoco quiere decir rechazar el pensamiento polémico, este si es creador, es polémico.
El hábito se construye. Igual ocurre con el gusto. Hay que comprender el arte en su dimensión de sistema de signos cuyas unidades articulan cierta intencionalidad comunicativa, la cual indica caminos para descubrir qué representa lo expuesto, el significado del lenguaje estético.
La imagen habla sin palabras en momentos secuenciales de cualquier relato. Ni en el cine, ni en la literatura bastan las buenas ideas, el propósito de renovar lo conocido requiere dominar la dirección de arte, el diseño fotográfico, el color, la música, entre otras especialidades.
Han dado fe de un exquisito cuidado visual las telenovelas Oh, La Habana, El naranjo del patio, Polvo en el viento. Fueron producidas en décadas pasadas sin los recursos tecnológicos de la actualidad y exhiben una sintaxis que despierta emociones muy lejos del panfleto.
Aunque en ocasiones lo olvidamos, la TV media entre lo que sabemos de la realidad y la valoración de las mayorías de esa realidad, el medio reafirma la dimensión antropológica de la cultura, que es un ente híbrido, diverso, donde confluyen saberes populares, cultos, masivos.
Cada texto audiovisual lleva implícita una teoría filosófica, hay que descubrirla refigurada dentro de un corpus general. Ver el medio televisual en familia suele ser una práctica habitual en Cuba. Hay que aprovecharla para intercambiar pareceres sobre las historias de vida, lo violento, las buenas prácticas, lo banal, lo positivo, la dimensión de lo útil, del riesgo, los cruzamientos de criterios entre generaciones diferentes a partir del ordenado universo de la justicia, el mejoramiento humano, el descubrimiento del diálogo, sin duda el mejor antídoto ante la incomprensión y el dañino silencio.