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- Escrito por: Lys Alfonso Bergatiño
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“Es un actor tan varonil, que nadie puede pensar que esté haciendo ese papel”. “Será capaz de enderezar su orientación sexual por complacer a su padre”. “Ojalá se quede con su amiga Letty, ese papel de gay no le pega al galán”.
Algunos de estos comentarios son más comunes de lo que pensamos en los grupos online de debate de la telenovela cubana en pantalla Los hijos de Pandora. Reacciones que parecieran de un tiempo pasado, sin embargo, están ahí: en la casa del vecino, el compañero de trabajo o en nuestro propio hogar. Opiniones de cubanas y cubanos en la sociedad actual.
Uno de los personajes más atractivos de esta propuesta televisiva es el que interpreta el actor Alejandro Cuervo. Saúl es un joven trabajador (bartender), amigable, discreto, un tipo chévere. ¿Homosexual? Sí. Forma parte de una familia que no se ciñe a patrones tradicionales, pero se basa en el amor y el respeto. Su abuela Petra (Paula Alí), asumió su crianza y la de sus hermanos Reynaldo (Alain Aranda), Augusto (Yohandis Aballe) y Raydel (Rodrigo Gil), cuando la madre de ellos falleció y el padre los abandonó poco tiempo después.
Actualmente, se encuentra (Saúl) en la encrucijada de disfrazar su preferencia sexual para agradar a un padre ausente que reaparece en sus vidas después de varios años. Aún pueden revelarse muchos secretos de la caja de Pandora. Lo cierto es que para los televidentes la “sorpresa” también ha sido encontrar en Saúl a un personaje gay sin amaneramientos, idea estereotipada que limita y segrega. Varias personas originan en redes sociales y en el espacio físico encarnizadas discusiones sobre el cimiento de argumentos machistas.
De ahí la necesidad de que los dramatizados, sobre todo, los más populares, ponderen la presencia de personajes diversos, alejados de clichés que refuerzan la violencia y la discriminación. La novela cubana debe parecerse a la realidad de la gente; un espacio para conocernos y reconocernos. Es una oportunidad para debatir, crear nuevos referentes y legitimar diferentes modelos de masculinidad.
No es secreto que la sociedad cubana está edificada sobre una cultura patriarcal que tiene fuerte arraigo en el núcleo familiar, donde lo masculino ha sido asociado históricamente al poder, la fuerza y el sustento económico. La construcción de nuevas masculinidades implica entonces desaprender conductas establecidas ante la emergencia de nuevas condiciones sociales.
Por ello se agradece que Los hijos de Pandora, dirigida por Ernesto Fiallo, aborde también temas como la homofobia, la atención a los ancianos, las masculinidades transformadoras y paternidades responsables, a las puertas de la votación por el nuevo Código de las Familias, una ley que propone romper con posturas retrógradas en pos de una sociedad más justa, plural e inclusiva.
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- Escrito por: Alejandra García Mesa y Boris Luis Leiva Padrón/Diseños Annelis Noriega GuerraCubavisión
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Las familias cubanas también están hechas de tradiciones y momentos. Hay quienes se reúnen alrededor de la mesa para almorzar, y quienes salen a pasear en las tardes por parques o por el malecón. Están, además, quienes como factor de conexión invariable se "apretujan" en el sofá a la hora de la telenovela.
Los dramatizados perduran en la memoria colectiva de varias maneras: algunos tras el "¿Te acuerdas de la escena aquella en que...?"; o gracias a alguna palabra o expresión asimilada por el habla común. También nos quedan las canciones, composiciones que acompañan a escenas y a personajes específicos, o que constituyen la portada musical de un proyecto televisivo dramático.
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